“No hay hombres pobres, sino pobres hombres.”

DICHO

Para Azucena Uresti, con mi admiración y solidaridad.

Voy a empezar al revés. Nota urgente y necesaria. El zafarrancho en el antiguo Palacio de Xicoténcatl tuvo un único beneficiario: Gerardo Fernández Noroña. De ser el bravucón cuestionado pasó, gracias a Alito, a la cómoda posición de “víctima”. Lo que vimos fue un acto de blindaje. Vergüenza debería darle a Alejandro Moreno Cárdenas prestarse a ese sainete que lava la cara al senador. Le regala el papel de mártir cuando, en realidad, hablamos de un acosador y un miserable.

¿El favorcito de Alito? ¿A cambio de qué?

Pero no nos distraigamos. Vamos al punto: el impresentable Fernández Noroña.

Primero lo primero: ¡qué bueno que al senador le guste lo fino! Comer bien, viajar mejor, transportarse cómodo, vivir holgadamente. Hasta él mismo lo reconoció: “yo era franciscano, porque como hijo del pueblo, estábamos bien fregados”. Pues felicidades, senador, ya salió de la orden: de mendigo apestoso pasó a millonario (igual de apestoso).

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Ahí está su casita en Tepoztlán: 1,200 metros cuadrados, valorada en 12 millones de pesos, más dos autos de lujo que juntos alcanzan los 2 millones. Y todo declarado, para que no quede duda.

Qué empático el señor al considerar “inhumano” volar 13 horas en turista rumbo a Italia. Millones de mexicanos jamás podrán comprar ese “inhumano” pasaje, pero él sí. Y claro, una vez que hay dinero, la “pobreza franciscana” se archiva y la “justa medianía” se olvida. Y vaya, nada de malo tiene querer superarse; el detalle es otro: el senador se niega a aclarar cómo demonios pagó la casa, los coches y demás caprichos.

Porque servidor público es, y está obligado a explicar el origen de su fortuna. Que diga cuánto debe, de cuánto fue el crédito, con qué condiciones lo obtuvo. Y sobre todo: que demuestre que lo paga con ingresos legítimos.

Hoy recibe $171,443.70 mensuales como presidente de la Cámara (cargo que ya termina). Dice sumar otros $72,500 por columnas y $188,000 por sus videos en redes. Total: $431,943.70 al mes. Es decir, $5.1 millones al año, más aguinaldo. Pobrecito, ya de pobre no tiene ni la “p”.

Antes fue diputado seis años, con salario de entre $75,000 y $100,000 mensuales más aguinaldos. Unos $7.2 millones, sin contar extras. Y sin embargo, la molestia: si puede comprobar ingresos, ¿por qué tanto berrinche?

Pero lo más grave no está en las cifras, sino en la saña con la que atacó a Azucena Uresti. Eso es inadmisible. Punto. Se trata de violencia política de género y debe ser procesado. No hay comparación posible entre alguien que vive de impuestos y alguien que vive del dinero privado. Noroña no soporta el escrutinio y responde con linchamiento. Difundió datos personales falsos de la periodista, violentando la ley y acosando con prácticas de hostigamiento digital.

La Fiscalía fue rauda para mandar un MP a tomarle declaración al senador en pleno Palacio; con Azucena, silencio absoluto. Si ella denuncia, la harán esperar hasta el cansancio. Bonita “autonomía”.

Quedó exhibido: Noroña usa sus redes no para informar, sino para dividir, insultar y denostar. Exactamente lo que criticaba cuando jugaba a ser oposición.

Que quede claro: no molesta que viva bien ni que viaje ni que coma caro. Molesta —y debe investigarse— por los delitos que ha cometido. Molesta su doble discurso. Molesta su violencia.

Fernández Noroña no es polémico. No es irreverente. No es gracioso. Es, simple y llanamente, un impresentable.

Giro de la Perinola

Pobre de la presidenta: qué viacrucis tener que defender a tanto impresentable. Tras La Barredora y Adán Augusto; Andy y Japón; Mario Delgado y Portugal; Monreal y Madrid con su “dato protegido” y su vestuario de lujo… ahora le toca cargar con Noroña.

Y mientras, nos salen con que “hacen escándalo por la casa de Noroña y no por García Luna”. ¡Jijos! El escándalo por García Luna se hizo y por eso López Obrador llegó a la Presidencia: porque la gente estaba harta de tanta pinche transa. Lo único que hacemos ahora es recordarlo y actualizar la lista.