“No hagas a otro lo que no quieras para ti.”

CONFUCIO

“I’ve played all my cards

And that's what you've done too

Nothing more to say

No more ace to play

The winner takes it all

The loser's standing small

Beside the victory

That’s her destiny.”

ABBA

“Le salió el tiro por la culata.”

REFRÁN

Otra vez América Latina ofrece un espectáculo al mundo. Pedro Castillo —ahora depuesto presidente de Perú— quiso dar un autogolpe de Estado; llamando al ejército peruano, buscó disolver al congreso nacional para erigirse al frente de aquel país con un nuevo gobierno. Mas, como en ocasiones sucede, las cosas no salieron como se planeaban y quien terminó destituido fue él. El que violó la ley fue limitado por esta…

Más que inclinarse hacia la izquierda, últimamente lo que ha habido en nuestro continente es una racha en la que los autócratas se dan a conocer. “Dios los hace y ellos se juntan”, dicen por allí. No pocos demuestran que no les importa sus respectivas patrias, sino más bien acumular poder, imponer su legado o, bien, si esto falla, salvar el pellejo. El empresario dueño de TV Azteca, Elektra y Banco Azteca, Ricardo Salinas Pliego, vía mensaje en Twitter lo dice de otro modo: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar… pon las tuyas a remojar”. Que este no sea ninguna autoridad moral para decirlo no es algo que vaya a tratar aquí y ahora en esta columna…

Volvamos a tema. Pedro Castillo es un amigo y aliado más de nuestro jefe de Estado. El mismo por quien López Obrador dejó plantados a otros presidentes latinoamericanos que vinieron a México para celebrar la cumbre de la Alianza del Pacífico. El ladrón y anti demócrata a quien AMLO anunció iría a visitar a Perú en una semana para respaldarlo.

Se rumora que cuando Castillo se dio cuenta que su jugada de tiranuelo de antaño no había resultado, pidió a su escolta que lo llevara a la embajada de México en Lima (¡la reputación nos precede!). Una reputación que generó que: 1) ciudadanos peruanos hayan bloqueado el acceso de Pedro Castillo a la embajada de México para evitar que nuestro gobierno le diera asilo; 2) el congreso de Perú le exigiera a AMLO dejar de entrometerse en asuntos internos de aquel país.

El hecho es que su guardia personal le llevó en cambio ante la fiscalía peruana para enfrentar diversas denuncias que hay en su contra (desde el burdo plagio en la tesis que presentó como propia para obtener el grado de maestría, hasta pesados casos de corrupción y malversaciones en su administración).

Pedro Castillo pensó podía disolver el congreso peruano sin cumplir los requisitos normativos; los congresistas, al dimensionar el tamaño de ilegalidad, le regresaron la jugada por ir haber ido aquel primero en contra de la ley. ¿Dónde están los obradoristas que en 2019 hablaban de un supuesto golpe de Estado contra Evo Morales? “Callando como momias”, diría el macuspano, ante las acciones de Pedro Castillo de ahora.

Al ordenar la disolución del congreso, el gobernante peruano recordó el auto golpe de Estado dado hace algunos ayeres por Alberto Fujimori. Y no estaríamos exagerando en la comparación. De hecho, el Tribunal Constitucional de la Suprema Corte de Perú calificó las acciones del depuesto mandatario como “golpe de Estado”. Lo que es cierto, es que en este caso no lo apoyaron las Fuerzas Armadas de aquel país y Estados Unidos, por su parte, rechazó la decisión “extra constitucional” de Castillo de clausurar el parlamento e imponer toque de queda.

Castillo basó su acción en su mejor —¿peor?— entender, pero se equivocó al pensar que había un “reclamo ciudadano a lo largo y ancho del país” que pidiera un gobierno de excepción. Error pretender representar “al pueblo” y pretender ser sola fuente para ciertas decisiones. Más cuando la excusa es “establecer Estado de derecho y democracia” y en realidad lo que se quiere es apagar estas…

Fiel a su estilo, la 4T se lamentó de la suerte de Castillo y ya se ofreció para darle asilo político. López Obrador salió a quejarse del trato dado a su amigo. Olvidó decir que quien empezó el jaleo y rompió el Estado de derecho fue este.

Una victimización compartida similar a la que manifiesta por Cristina Kirchner, ex presidenta de Argentina, quien ha sido juzgada y encontrada corrupta.

Hoy escucharemos a López Obrador lamentarse de la suerte de su colega y culpar a los conservadores peruanos (ya comenzó a hacerlo ayer). Pero antes de hablar y defender, AMLO debiera recordar aquel dicho de “dime con quién andas y te diré quién eres”…

Ojalá López Obrador no defienda al peruano simplemente porque le esté aprendiendo mañas. Más mańas, porque eso de gobernar mediante decreto ya lo aplicó este cuando distintos amparos pararon la edificación del Tren Maya… ¡las similitudes!

Él que tanto dice admirar a Benito Juárez, no sigue la máxima juarista de “el derecho al respeto ajeno es la paz”. Con lo cual, él también deberá callar cuando otras naciones (o sus gobernantes) señalen lo que sucede en México. Y es que, después de todo, el inmiscuirse en asuntos de política exterior, abre la puerta para que otros hagan los mismo en nuestra patria... No les faltará razón.