“Siempre hay un tiempo para marchar aunque no haya sitio a donde ir.”

TENNESSEE WILLIAMS

“- ¿Qué es lo mejor de la vida?

- La extensa estepa, un caballo rápido, halcones en tu puño, y el viento en tu cabello.

- ¡Mal! Conan, ¿Qué es lo mejor de la vida?

- Conan: Aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres.”

CONAN, EL BÁRBARO

Comenzó la cacería. La real. Con el perdón de Ciro, lo anterior fueron apenas ensayos. Hoy la invitación a la prensa y medios críticos al gobierno es clara (me refiero a los de mayor peso y los más connotados): dejen el país antes de que sea demasiado tarde.

Lo que sucede supera lo surrealista: en un acto ilícito por partida doble, Pío López Obrador —hermano de Andrés Manuel— fue grabado recibiendo dinero de David León, entonces operador del gobernador Manuel Velasco. El destino: financiar campañas de Morena, específicamente la de su hermano.

El propio expresidente reconoció en 2020 la autenticidad del video. Desde la mañanera justificó los sobres amarillos como “donaciones del pueblo”. León también admitió haber entregado el dinero.

Caso cerrado, diría cualquiera. Pero no. Hoy Pío se dice víctima y exige una indemnización de 400 millones de pesos a Carlos Loret de Mola y Latinus por “daño moral”. El mismo hombre que aparece en video tomando fajos de billetes ahora asegura que todo fue un montaje. De paso, contradice al propio Andrés Manuel y presume que con el “nuevo” Poder Judicial logrará condenar al periodista y al medio.

Esto es más que un despropósito: es la prueba de que la libertad de expresión está bajo ataque directo. Que un corrupto demande a quienes exhibieron su corrupción no es cinismo, es aviso de guerra. Aplastar a los más importantes críticos en México, el objetivo. Los delincuentes de la 4T ya se saben intocables y cuentan con jueces dispuestos a complacerlos.

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Esto que escribo es, quizás lo más grave que hemos visto en este sexenio: autoritarismo e impunidad sin disfraz. Un Poder Judicial dispuesto a servir a todos, menos a la justicia.

En la Guerra Civil española, los más reconocidos intelectuales, periodistas, empresarios y artistas emigraron a México huyendo del franquismo. Hoy, gracias al abuso de poder de Regeneración Nacional, nos acercamos al tiempo del exilio mexicano. Quien tenga poder de influencia y convocatoria y alce la voz en contra del obradorismo deberá elegir: pagar cifras millonarias, sufrir cárcel o huir.

La presidenta Sheinbaum, en su primer Informe, aseguró: “en México no hay censura”. Mentira. El futuro del Movimiento se sostiene justo en lo contrario: silenciar a los de peso.

Por eso, a ellos les digo sin metáforas: huyan.

Huyan antes de que se instale un tribunal gubernamental para juzgar a periodistas. Antes de que el crimen organizado tenga un esquema global y haga encargos con el visto bueno —o las órdenes— del régimen. Antes de que informar sobre la corrupción de un jerarca de la 4T equivalga a prisión o extorsión judicial. Antes de que dejemos de sorprendernos de cómo aniquilan la libertad de expresión frente a todos.

Huyan y luego busquen un sitio desde donde puedan continuar haciendo lo que hacen. Porque en México, informar ya es un delito.