El gobierno de Javier Corral creó “testigos colaboradores” con funcionarios, empresarios y ciudadanos amenazados para poder inculpar y fabricar delitos a opositores.

De acuerdo con La Jornada, el gobernador Javier Corral convirtió la Casa de Gobierno de Chihuahua en un centro de operaciones policiacas y ministeriales.

Allí, Javier Corral integraba carpetas en contra de sus opositores, así como contra quienes consideraba competidores políticos potenciales.

Los testigos de la Fiscalía de Chihuahua aseguraron haber sido objeto de vigilancia física y virtual, así como de intimidación a través de intervenciones telefónicas y policiacas.

“Sabían hasta si habías ido a misa y, cuando te citaban, preguntaban si recordabas las palabras del cura y enseguida te repetían parte del sermón”

Testigo

Fiscales de Javier Corral torturaban a “testigos colaboradores”

De acuerdo con exfuncionarios obligados a ser “testigos colaboradores”, los fiscales de Javier Corral los torturaba sicológicamente para que hicieran las declaraciones que les convenían.

“(Los fiscales aplicaban) tortura psicológica y presionaban hasta que no se podía más. Te quebraban y, rendido, clamabas a los ministerios públicos: ¡dígame qué quiere que declare! ¡Ponga en el papel lo que desee, pero termine ya!”

Testigo

Los exfuncionarios, que incluso fungieron un cargo público incluso antes de la administración de César Duarte, fueron obligados a imputar a altos servidores públicos y rivales de Javier Corral.

De acuerdo con testimonios, los “testigos colaboradores” fueron amenazados con ser acusados de participar en el desvío de recursos públicos que se le imputan a Duarte.

Además, los amenazaron con la cárcel o con catear los domicilios de sus familias y “encontrar algo” para inculparlos si no cooperaban en señalar a los opositores de Corral, muchos a lo que ni siquiera conocían.

Uno de los blancos de Javier Corral fue la ahora gobernadora, Maru Campos, a quien intentaron acusar de actos de corrupción cuando fue alcaldesa de Chihuahua.

Testigos aseguraron haber sido presionados para construir declaraciones para que no obtuviera la candidatura ni llegara a la gubernatura.

Javier Duarte y César Peniche supervisaban interrogatorios de “testigos colaboradores”

César Peniche Espejel

Uno de los exfuncionarios aseguró que Javier Corral y el fiscal César Peniche llegaron a supervisar los interrogatorios a los “testigos colaboradores”.

Además, recordó que los testimonios eran revisados y aprobados por Peniche y Corral y, si consideraban que no servían para acusar a su opositor, repetían las declaraciones, hasta que el exgobernador estuviera conforme.

“Había momentos en que el que el propio gobernador Javier Corral y el fiscal César Peniche supervisaban los interrogatorios a través de un sistema de circuito cerrado…una vez escritos, eran checados y aprobados por el fiscal Peniche y el mismísimo Corral, y si consideraban que no les servían para acusar a quienes ellos decidían, los teníamos que repetir hasta que estuvieran conformes”

Testigo

La fiscalía del gobierno de Javier Corral creo alrededor de 50 “testigos colaboradores” para dar soporte a decenas de investigaciones contra exfuncionarios y proveedores de la administración de César Duarte.

Con las declaraciones de estos testigos, se hizo decomisos a funcionarios acusados de corrupción, varios de los que Corral devolvió en septiembre, a días de terminar su gestión.

“Testigos colaboradores” temen represalias de Javier Corral

Los “testigos colaboradores” temen represalias por parte de Javier Corral y César Peniche porque, a pesar de que terminó su administración, “siguen siendo muy poderosos”.

Dicen temer que los continúe llamando a declarar en cualquier momento o que los fiscales cumplan las amenazas de meterlos a la cárcel y fabriquen delitos contra su familia.

Además, aseguran que gracias a los traumas, no pueden recordar los nombre completos de los fiscales que los interrogaban.

Pero señalaron que “Los jefes eran la licenciada Peña y Francisco Flores” y aseguraron que estos eran quienes los amenazaban.

Detallaron que éstos extendían los interrogatorios por más de 12 horas, sin dejarlos tomar agua, comer o ir al baño; además de que nunca hubo presencia de abogados.

También contaron que eran constantemente amenazados si se negaban a reconocer los cargo de quienes buscaban ser encarcelados.

Asimismo, coinciden que, a raíz de su condición de “testigos colaboradores” se quedaron sin amigos, y a varios los abandonó su familia.

Además, no pueden encontrar trabajo y por la tortura, ahora padecen cirrosis, hipertensión arteria y hasta delirio de persecución.

Con información de La Jornada