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El negocio de los juegos de apuestas es una de las actividades económicas más complejas a nivel mundial para supervisión y que esta tenga un funcionamiento que evite que la industria se asocie con lavado de dinero, prostitución, fomento a la ludopatía, entre otros delitos y así impacte positivamente en la sociedad.

La Ley de Juegos y Sorteos que hay en México es obsoleta y no está contribuyendo para que el negocio de los casinos se convierta en una actividad que contribuya de mejor manera al desarrollo económico del país y que estos establecimientos no sean relacionados con acciones delictivas del crimen organizado.

El Congreso federal debería estar debatiendo una nueva legislación que regule de mejor forma los establecimientos de apuestas y que contemple lo siguiente:

 Que las modificaciones a la Ley den certidumbre jurídica a las inversiones nacionales y extranjeras en la industria.

 Mejorar los criterios para sacar del mercado de manera expedita a los casinos que no cuenten con permisos de la autoridad competente.

 La entrega de permisos de una sola sala y no de un número mayor.

 La generación de un impuesto nacional único para los casinos que sea dividido entre los estados y municipios.

 La regulación a los casinos deberá ser extensiva a las ferias regionales, carreras de caballos, sorteos de televisión, entre otras.

 Los permisos para la promoción de las apuestas en línea tendrían que ser menos laxa y evitar en la medida de lo posible el promover la ludopatía entre los menores de edad.

 Sacar de circulación las máquinas tragamonedas que están en mercados, papelerías, loncherías entre otros establecimientos, donde se deja jugar a menores de edad y están cerca de escuelas.

 Endurecer las sanciones para las personas que no cumplan la legislación y sobre todo para los servidores públicos que tienen a su cargo la supervisión de estos negocios y se corrompan.

El secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández aseguró en la conferencia mañanera del pasado viernes 12 de mayo que el Gobierno de la Cuarta Transformación no ha concedido permisos para la operación de casinos en lo que va de este sexenio.

El titular de Secretaria de Gobernación argumentó que, a partir de la gestión de Luis Echeverría hasta la de Ernesto Zedillo, se otorgaron 229 permisos de operación de casinos o de salas de juegos y sorteos, mientras que en la administración de Vicente Fox se entregaron 340.

El servidor público responsabilizó a Santiago Creel, quien fungió como secretario de Gobernación en el sexenio de Fox, por otorgar 153 de los 340 permisos.

Lo que si no aclaró Adán Augusto fueron las denuncias de corrupción en la dirección de Juegos y Sorteos y de su titular Manuel Mercué Diaz, así como de los supuestos operadores para extorsionar a los establecimientos de apuestas como son Rogelio Benavides Pinto, Sergio Gil García y Ramón Alejandro Baca entre otros, y tampoco dijo nada de bandas del crimen organizado que están al acecho de la industria del juego como es la mafia albana.

Según datos de la Asociación de Permisionarios, Operadores Y proveedores de la Industria del Entretenimiento y Juegos de Apuesta (Aieja), los casinos representan el 0.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del 2020 con aproximadamente cinco millones de clientes y 380 establecimientos.

En México hay 26 empresas que son dueñas de los 386 casinos registrados en los archivos de la Secretaría de Gobernación, los cuales reportan ingresos de hasta 5 mil millones de pesos al año, de acuerdo con información del Sistema de Administración Tributaria (SAT), por lo que es necesario que estos negocios funcionen de forma adecuada y no se ponga en riesgo esta actividad económica y los más de 45 mil empleos directos y 130 mil indirectos que genera este giro empresarial debido a la corrupción de funcionarios.

Los gobiernos estatales han aplicado gravámenes especiales a esta actividad, que genera una recaudación de 4 mil 700 millones de pesos (248.6 millones de dólares) en impuestos federales y de mil 500 millones de pesos (79.3 millones de dólares) a nivel estatal

La historia de los casinos y su complejo manejo se remonta en México al gobierno de Porfirio Diaz que argumentó en convertir a los juegos de azar en un negocio de atracción turística.

Al término de la revolución mexicana hubo mucha inestabilidad política en el país, ya que distintos grupos se disputaban el poder, hasta que el general Álvaro obregón accedió a la silla presidencial en 1920. Durante su gobierno su secretario de estado, el general Plutarco Elías calles apoyó el establecimiento de casinos a pesar de la opinión en contra del presidente.

Los establecimientos de apuestas se habían vuelto extremadamente lucrativos debido a que en los Estados Unidos fue proclamada la Ley seca -1920-1933- lo que propició que florecieran cantinas; prostíbulos, hipódromos, y casas de juego, en los estados fronterizos especialmente en la zona de Mexicali, Tijuana y Ciudad Juárez.

El presidente Abelardo L. Rodríguez había sido gobernador de Baja California y era el propietario del casino de Ojo Caliente en Tijuana desde el año 1928; de todos los presidentes de ese período Rodríguez era el que más había hecho fortuna con sus negocios de apuestas. Hay que resaltar que la Ley seca en el país de las barras y las estrellas terminó en 1933 lo que aplacó el furor de los estadounidenses por viajar y apostar en las ciudades fronterizas mexicanas.

El 24 de junio de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas decretó la abolición de los casinos y años más tarde, el 6 de marzo de 1943, el jefe del ejecutivo mexicano Manuel Ávila Camacho inauguró el Hipódromo de las Américas. En 1947 el presidente Miguel Alemán Valdés promulgó la Ley Federal de Juegos y Sorteos que le otorgó a la Secretaría de Gobernación la facultad de reglamentar, autorizar y controlar los juegos permitidos en la propia Ley que involucran apuestas. Finalmente, en 1955 se otorgó el primer permiso en México para juego con apuesta a la empresa Espectáculos Deportivos Frontón México.

Los gobiernos neoliberales dieron maga ancha para el establecimiento de un gran número de casinos y la supervisión de estos establecimientos fue muy laxa.

El Gobierno de la Cuarta Transformación no ha tenido éxito en normar adecuadamente los casinos -se ha sospechado de corrupción y moches a los dueños de negocios de apuestas- ni en que esta actividad contribuya al desarrollo económico del país.

A lo largo de los años, el hombre ha buscado todas las maneras posibles de entretenimiento. Una de las más populares ha sido -y es- la de los juegos de azar. Ya sean lugares físicos, como todos los que están en Las Vegas, u online, el negocio de los casinos ha demostrado que tiene un impacto positivo en la economía mundial y que está en constante crecimiento.