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La escasez de agua que, está afectando a una gran parte del territorio mexicano por problemas de sobreexplotación de acuíferos, contaminación de cuencas hídricas, sequias prolongadas e inequidad en el acceso del vital líquido, ya está provocando conflictos sociales y económicos y si no se atiende este problema de forma enérgica, las dificultades y el malestar entre la población aumentaran.

México ocupa el lugar 24 a nivel mundial en mayor estrés hídrico, de una lista de 164 países elaborada por el World Resources Institute, y de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el país, 76% del agua se utiliza en la agricultura; 14% en el abastecimiento público; 5% en las termoeléctricas; y 5% en la industria.

Según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), de todo el territorio nacional, la región hidráulica Aguas del Valle de México, que es la más poblada del país y tiene el mayor grado de presión, enfrenta escasez de agua y tiene la menor disponibilidad per cápita de agua renovable con una cantidad de 143 metros cúbicos de agua por persona al año.

En México, según datos de Conagua, el 42.11% de los acuíferos están sobreexplotados, ya que la extracción excede en 10% a la recarga, lo que ocasiona un problema de suministro inmediato.

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Una mayor extracción de agua de la que se introduce en los mantos acuíferos, implica un costo ambiental, social y empresarial extremadamente alto, el cual requiere un gran esfuerzo de distintos actores, tanto de la sociedad civil, como de los sectores públicos y privados, para detener este grave problema.

Algunos estudios señalan al estrés hídrico como parte importante de la migración y hay preocupación por este problema; el diputado yucateco Rafael Echazarreta Torres habla en su libro “El Sur tiene esperanza” que la escasez de agua debe ser tratado como un tema de seguridad nacional, con repercusiones al estado de derecho e impacto directo al desarrollo nacional y como una amenaza real al futuro de México, debido a la escasez de agua y a la alta contaminación de los mantos freáticos.

El agua es un asunto de seguridad nacional, por lo que requiere de acciones urgentes ante escenarios cada vez más complejos para el abastecimiento del recurso a las poblaciones, así como los usos en el campo, la industria y la conservación, además, se requieren leyes más estrictas para los que contaminen las cuencas hídricas, acaparen el vital líquido y para funcionarios encargados del bien que se corrompan.

En México se está viviendo un periodo prolongado de escasez de agua, es decir una sequía, que se debe al cambio climático que está sufriendo el mundo, pero se acentuado más en el país azteca. Este año las 210 presas monitoreadas por la Comisión Nacional del Agua reportan un nivel de apenas 60% de almacenaje en su conjunto.

Hay varios puntos del país que están sufriendo escasez del vital líquido para consumo humano como son las capitales de Nuevo León, San Luis Potosí, Aguascalientes entre otras y los problemas se agravan cuando hay concesionarios privados del recurso hídrico.

El esfuerzo por revertir el estrés hídrico de manera acelerada como lo necesitamos ahora, no lo puede hacer un único actor, se necesita la participación de la sociedad y una asociación público-privada que brinde inversión oportuna en tecnología, una correcta gobernanza de los sistemas de agua por medio de la experiencia y conocimiento de expertos y medidas legales que sancionen con severidad a los que hagan mal uso del agua.