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Al estallar un conflicto bélico, dependiendo claro está de las dimensiones y de la importancia estratégica que puedan tener los países en conflagración, los efectos colaterales son muy claros, primero sobre la verdad que es la primera víctima, pero segundo la economía, que poco a poco resiente el impacto.

En este caso el conflicto no es menor, se trata de una guerra para la que el mundo no estaba preparado, entre 2 países que en el pasado integraron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con una muy prolongada historia común.

Se trata de 2 países eslavos con enormes recursos naturales, Rusia y Ucrania son para la mayor parte de nosotros 2 naciones muy lejanas, sobre las que hemos escuchado muchas cosas, pero sobre las que sabemos realmente poco, y menos ahora que el control de la información parece dirimirse entre los 2 polos, unos con la información y propaganda “Pro Rusa”, como se ha dado en definir, y otros más con la propaganda “Pro Yankee”, que es al final de cuentas el patrón sobre el que se mueve el mundo occidental, y la mayor parte de los medios de comunicación.

Incluso ha surgido un fenómeno que es interesante, y que es la alienación mediática pro occidental, que no es otra cosa que el control de los medios, redes sociales y demás herramientas modernas de comunicación a favor de la causa ucraniana, aunque muchos en los medios de comunicación no tengan una idea clara ni siquiera de dónde esta Ucrania, o acerca de su historia.

El otro factor creo tiene un impacto más profundo y es que en este conflicto, que es abiertamente una guerra por el control de recursos, muy bien podemos señalar que en este momento la economía es la víctima colateral.

La OTAN y la Unión Europea se apresuraron a imponer sanciones económicas a Rusia, sacaron a su sistema financiero del sistema bancario Swift, las empresas de tarjetas de crédito Visa, Mastercard, American Express, cancelaron por el momento operaciones y aunque no hay un bloqueo activo contra Rusia, sí hay al menos un esfuerzo por tratar de aislar a ese país.

El problema es que Rusia tiene el sartén por el mango en 2 elementos que son fundamentales para el funcionamiento de la economía, y uno es que se trata del segundo mayor productor de petróleo del mundo, el otro es que sus reservas de gas natural son las que hacen funcionar la infraestructura generadora de energía eléctrica de Europa occidental, muy en especifico de la mayor economía de ese continente que es Alemania. Esto implica que Rusia no está siendo debilitado en lo económico.

El impacto de esas 2 situaciones es lo que nos tiene en vilo, al momento de redactar estas líneas la mezcla mexicana de petróleo escaló ya a niveles de 115 dólares por barril, un nivel no visto en 14 años y que en 2008 derivó de otra crisis de abasto de combustibles.

Esto tiene como efecto un alza en los precios internacionales de los combustibles, en especifico la gasolina y el diésel por un mano y el gas lp por la otra.

En Estados Unidos, país que se apega a la lógica de que sea la “mano invisible del mercado” la que mueva los precios, esto ya tiene efectos durísimos y nuestros vecinos de manera súbita vieron un aumento en el precio final de la gasolina de un 40% en solo 2 semanas de conflicto bélico, y esto puede escalar a niveles inesperados.

En México el gobierno de la 4T ya aplica medidas contracíclicas para evitar ese efecto indeseado en el consumidor, y aquí es donde tenemos buenos elementos a favor, por una parte el aumento en la capacidad de extracción de petróleo que tiene Pemex, permite tener ingresos adicionales, se habla de que por cada dólar que sube la mezcla mexicana de petróleo, el país obtiene ingresos adicionales por 1 mil 300 millones de dólares, de tal modo que si partimos de la base de un precio estimado en 53 dólares el barril y una plataforma de producción de 1 mil 867 millones de barriles por día, al día de hoy México tiene un precio excedente de 62 dólares por cada barril, lo que debe dejar un importante saldo a favor.

El detalle es que al haber un compromiso previo para que la gasolina no suba más allá de la inflación, ahora el gobierno ha renunciado a los muy llamativos ingresos del Impuesto Especial a Producción y Servicios (IEPS) sobre el combustible e incluso se prepara (según palabras del propio presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO)) a establecer una medida de control de los precios que parte de la lógica de un subsidio.

A la fecha ya existe una política de precios tope para el gas doméstico, sin embargo ante el alza en los precios internacionales, queda claro que el gobierno también deberá subsidiar ese combustible en el corto plazo, para evitar un disparo en su precio.

La Guerra es un hecho, Rusia no está dispuesto a dar marcha atrás y por lo visto Ucrania no está dispuesto a dejarse, los precios del gas y el petróleo están en alza, y poco a poco otras materias primas comienzan a despuntar, ayer se reportaba un alza importante en los precios del cobre, el oro y la plata también han ido en alza, y es natural ante cualquier señal de inestabilidad.

Ahora la salud financiera del mundo y en especifico la de los consumidores dependerá en mucho de lo prolongado que pueda ser este conflicto bélico.

Venimos saliendo de una prolongada pandemia y ahora enfrentamos un conflicto que nadie tenía presupuestado, los efectos de una guerra como esta siempre tienen ganadores y perdedores.

Demian Duarte en Twitter: @Demiandu

Correo electrónico: demiandu1@me.com