Es que ni las telenovelas de Televisa en los ochentas se han atrevido ni llegado a tanto como “esta historia de un amor como no hay otro igual” que nos cuenta el día de hoy don Alejandro Armenta, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, pues en el recinto, y una vez tomando tribuna, expuso en tamaño real unos famosos “Screenshots” o capturas de pantalla de una supuesta conversación que tuvo con ministra presidenta, Norma Piña, y como novio despechado dice y asegura que doña Normita Piña lo anda hasta amenazando. ¡Cómo duele el amor cuando es verdadero!

La verdad da mucha risa porque para empezar, como si para la ministra presidenta, don Armenta fuera relevante o importante en su vida y en su existencia.

El senador Armenta fue, literalmente, a derramar lágrimas de cocodrilo a tribuna para exponer-acusar (estilo Kiko en el Chavo del 8) los textos de los  supuestos “whats” que la ministra presidenta le escribiera, donde según él, fue muy dura, muy cruel, muy despiadada y muy amenazante al escribirle: “si podría ver a sus hijos o hijas a los ojos luego de sus palabras”.

¡Uuuf!, una herida directa al corazón.

Esto, don Armenta lo tomó como una amenaza y anda con el corazón todo roto y sangrante por los rincones del Senado.

Pero más rota se le puso el alma cuando, según él, las espantosas amenazas crueles de Normita Piña siguieron y aumentaron  al escribirle con un sentido: “la vida lo juzgará”, “no me conoce” y “que Dios lo bendiga”.

El pobre senador Armenta pues trae atoradas las canciones de dolor de Luis Miguel que está ahora tan de moda y hasta parece cantarle a la ministra presidenta “te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo”…

Y es que a ver, vayamos por partes:

Si estas frases que la ministra presidenta sí son de ella y se las envío al cabizbajo y taciturno Alejandro Armenta, pues fue un error, yo le diría a doña Norma Piña que a veces en esta vida no hay ni que detenerse a dedicarle un segundo de nuestro tiempo de nuestras vidas a algunas personas. Es en lo único en lo que creo que se equivocó.

Da mucha risa que el senador Armenta, que no ostenta cualquier puestecillo ahí  nomás en la política, sino que es el presidente de la Mesa Directiva del Senado del país, se ponga a exhibir estas conversaciones, casi llorando y con violines de fondo, pero además diciendo que son “amenazas hacia el” lo cual francamente ni un niño de primaria se atrevería a aseverar tal cosa ante mensajes así.

Ni don Epigmenio Ibarra ha construido personajes de galanes de las novelas sufriendo tan tremendos desaires de amor como el que sufrió don Alejandro.

Lo que pretende Armenta es desprestigiar a como dé lugar a la ministra presidenta Norma Piña.

Don Armenta, luego entonces, creyó que lo de los mensajes expuestos serían como una bomba en exclusiva, que ni Paty Chapoy tendría en su programa de espectáculos, al aventar algún chisme, para acabar con el prestigio que se ha ganado a pulso doña Norma Piña en su papel como presidenta de la Suprema Corte de Justicia.

Lo que sí sucedió es que don Alejandro quedó como un vil payaso llorón, sin carácter y además cobarde, porque exponer pláticas de whats de la manera en que él lo hizo habla de su poquísima hombría y valor.

Ya ni hablar de su calidad como presidente de una Mesa Directiva de un lugar tan sagrado para los mexicanos como es el Senado de la República.

Me imagino perfecto a doña Norma Piña dándose de golpes en la frente pensando que fue una tontería de su parte haberle dedicado minutos de su atención a un desesperado senador Armenta, pero a la vez también me la imagino muriéndose de risa de ver el drama en que  el senador convirtió aquellas frases brevísimas que le dedicó la  ministra presidenta, adornándolas de amenazas.

¿En dónde está la amenaza?

Vaya que si don Alejandro Armenta quería congratularse con el presidente al exponer tan vulgarmente las conversaciones de whatsapp. Lo único que consiguió fue que el propio senador se acorrientara más de lo que ya se le ve y que se le tachara como cobarde y llorón.

Este suceso no le resta nada a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia, al contrario, muchos de nosotros reafirmamos que a muchos más les da una rabia infinita su existencia y el papel que ha desempeñado como una mujer que no le aplaude nada más y porque sí al presidente de todos los mexicanos y francamente este nivel de coraje y rabia, es algo que es claramente evidente y notorio.

Doña Norma Piña seguirá haciendo lo que sabe hacer muy bien que es hacer justicia y legislar.

Y don Alejandro Armenta en lo que le quede de vida en el escenario político nos será inevitable no verle la cara de payaso cada vez que su rostro salga en televisión o en prensa.

Ojalá algún productor de televisión retome resta triste historia de desamor para hacer una buena novela, de esas que ya no hay y que antes eran súper exitosas.

Es cuanto.