“La justicia… esa señora que suele llegar tarde o no llegar.”
Eduardo Galeano
“Donde reina la impunidad, la justicia es un fantasma.”
Albert Camus
Reflexión de cierre de año sobre la 4T (tercera entrega de esta serie publicada en SDPnoticias).
Hay cosas que no requieren lupa: brillan solas. Y mientras en estos días he venido desmenuzando —en dos columnas previas— algunas vertientes esenciales del gobierno de la 4T, hoy toca una que no podía faltar en este inventario de fin de año: la justicia como arma política, como mazo, como souvenir de campaña. Una justicia diseñada por encargo, a la medida del cliente. Una justicia de autor.
La detención del exgobernador César Duarte llegó con bombo, platillo y aplausos coreografiados. Faltó el listón y la foto con la banda presidencial. Y sí: qué coordinación, qué eficiencia, qué sincronía… qué casualidad. Porque cuando se trata de opositores, la Fiscalía se convierte en atleta olímpica: salta, corre, vuela. Pero cuando son los de casa, el aparato judicial se transforma en tortuga geriátrica con lumbalgia.
Y luego está lo que escribió Carlos Loret: el arresto de Duarte como regalito de Sheinbaum para Adán. Un detalle, pues. Un “gracias por los favores recibidos”. En Palacio Nacional ni Santa Claus ha dado obsequios tan prácticos. Que no nos quieran vender que fue un acto de justicia: fue diplomacia interna. Un intercambio de estampitas políticas. A ver si luego no aparece en la serie “Navidad con la 4T”.
Lo perturbador no es la detención. Lo perturbador es la velocidad selectiva. Duarte es noticia. Los demás… bueno, los demás son “amigos”. Y la Fiscalía no muerde a quien la acaricia.
Ahí están los casos:
• Cuauhtémoc Blanco, con denuncias que van desde lo sexual hasta lo fiscal; pero él, tan campante, tomándose fotos.
• Cuitláhuac García, con acusaciones millonarias de daño patrimonial… y de premio lo hacen director de CENAGAS.
• Los Yunes, que pasaron de villanos a héroes solo porque al oficialismo le urgía su voto.
• Adán Augusto, señalado por el hermano presidencial de tener cercanía con grupos delictivos… pero luego, mágicamente, Pío se volvió monje zen y guardó silencio.
• El fiscal de Tamaulipas, con un historial más sucio que alfombra de cantina, avalado por el Congreso como si fuera un prócer.
Y ante cada caso: Nada. Absolutamente nada. Ni llamadita ni citatorio ni regaño ni “oye, esto cómo lo explicamos”. Silencio sepulcral. Impunidad con moño guinda.
Y no es casualidad: la justicia dejó de ser un poder; ahora es una herramienta multipropósito. Sirve para perseguir adversarios, premiar lealtades, ajustar cuentas internas y justificar narrativas. La Fiscalía es el “multiusos” de la 4T: igual te lava, te plancha, te detiene o te exonera. Todo depende de quién seas y cuántos favores debas.
Mientras tanto, la Suprema Corte juega a la equilibrista. Dice que es independiente pero ya se le ve el chaleco de Morena debajo de la toga. Y la reforma judicial, con la ocurrencia de elegir jueces por voto popular, es la joya de la corona: politizar por diseño lo que ya estaba politizado por abuso.
Con ese panorama, que nos quieran vender la detención de un exgobernador priista como “prueba del combate a la corrupción” resulta casi insultante. Es el equivalente a barrer un cuarto inundado y celebrar porque quedó limpia una esquina.
Sí, Duarte debía justicia. Pero también Blanco.
Y Cuitláhuac.
Y los Yunes.
Y los operadores del guinda huachicolero.
Y las Andrea Chávez, de campaña permanente.
Y los Noroña, de bienes inexplicables.
Y las hermanitas Alcalde, con sus construcciones ilegales.
Y una lista larguísima de gente intocable, impune y protegida.
Pero para ellos no hay órdenes de aprehensión de madrugada. No hay cateos. No hay diligencias exprés. No hay portadas. No hay nada.
Y sí: increíblemente, Peña Nieto —ese símbolo de torpeza política— metió a la cárcel a más gobernadores de su partido que todo el aparato de la 4T unido. Es para ponerlo en los libros de historia. Con la entrada: “Cuando hasta EPN hizo más por la justicia que tú”.
Esta es la parte donde el oficialismo dice que exageramos. Pero no: no exageramos. Documentamos.
La justicia en México siempre cojeó, pero con la 4T ya ni intenta caminar: va en silla de ruedas y empujada por el partido gobernante.
Que quede asentado en este final de año: en México la justicia no es ciega. Solo es miope selectiva. Ve perfecto cuando se trata de opositores. Y milagrosamente pierde la vista cuando enfrente tiene a los suyos.






