“La amplitud del cielo, la arquitectura movible de las nubes, las coloraciones cambiantes del mar, el centelleo de los faros, son un prisma maravillosamente apropiado para distraer los ojos, sin cansarlos jamás.”

BAUDELAIRE

Pues no. Tirarle al empresario Ricardo Salinas Pliego no funcionó. Al contrario, salió contraproducente. Después de ser exhibido en la mañanera, en dos encuestas distintas apareció como opción fuerte para ser candidato presidencial contra Morena. Dos encuestas, dos casas serias, mismo resultado: lo fortalecieron.

No es nuevo. En la vida pública mexicana, a varios les ha pasado que ser señalados por el poder en turno los catapulta en lugar de hundirlos. Deberían saberlo en la 4T: el ejemplo más claro es López Obrador, que se hizo mártir político con los ataques de Vicente Fox.

Quizá por eso, al ver que lo de Salinas Pliego no pegaba como distractor, decidieron irse ahora contra Alejandro Moreno, Alito, desde el púlpito de la mañanera. El senador ha sido últimamente muy ruidoso en Estados Unidos contra el régimen y, ya se sabe: quien es de peso y alza la voz, recibe golpe.

En Campeche, la gobernadora Layda Sansores anunció que gracias a la recién aprobada ley de Expropiación estatal, se hizo de terrenos ligados a la madre de Alito, Yolanda Cárdenas Montero, y a su arquitecto de cabecera, Juan José Salazar Ferrer. La excusa: construir ahí la Universidad de la Salud Rosario Castellanos.

¿Pruebas sólidas? Ninguna. ¿Suposiciones? Varias.

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Aun así, Claudia Sheinbaum en su mañanera dijo que esos terrenos fueron adquiridos con dinero del lavado y la corrupción. Textual: “entiendo que son propiedades adquiridas por lavado de dinero de la corrupción”. Otra vez, el “entiendo” como prueba. Nada más.

El trato desigual. Qué distinto se da entre senadores. A Adán Augusto se le pide “que aclare” las acusaciones que lo rodean; a Alito lo sentencian de una, sin pruebas: corrupto, lavador de dinero. Sería más creíble —y hasta aplaudible— que se midiera a ambos con el mismo rasero. Si de verdad quieren justicia, que congelen también las cuentas de Adán Augusto, que revisen los contratos y los honorarios pagados a las mismas empresas que ambos usaron. Eso sí sería un “dos por uno” digno de aplauso.

Porque el problema no es investigar a Alito. Es que a uno lo señalan con saña y al otro lo protegen como aliado. Esto, de paso, parece otro distractor: ahora para tapar las megatransas del huachicol fiscal en tiempos de López Obrador y el enriquecimiento de Adán Augusto. ¿Les funcionará? Tal vez. De hecho, ya nadie habla de la casa de 12 millones de Fernández Noroña, aunque nunca aclaró su origen. Pero el boquete que dejó el huachicol fiscal en Pemex es tan brutal que aquella casa quedó en el olvido.

El riesgo del nuevo distractor es obvio: tanto huele a trato diferenciado, que en vez de desviar la mirada de Adán Augusto, terminan juntándolo con Alito en un mismo costal de corrupción. Morena reciclando al viejo PRI.

Alito ya anunció que denunciará a la presidenta Sheinbaum. En realidad tendría que ir contra Layda Sansores, pero aprovechará el reflector de la mañanera.

¿A quién le conviene? Si algo podría resultarle a Claudia es que tanto Salinas Pliego como Alito quieren ser presidentes. Y se desgastarán entre ellos. Aunque, ojo, también puede ocurrir lo contrario: que todo este pleito sea un arreglo para generar más cortinas de humo.

A Claudia, sin embargo, debería preocuparle más Adán Augusto. Ese no perdona ni olvida. Y tarde o temprano buscará la revocación de su mandato. Además, un detalle clave: Salinas Pliego no se lanzará a la presidencia sin medir antes el terreno. Su prueba de fuego será Adrián de la Garza en Nuevo León. Si gana la gubernatura en 2027, Salinas sabrá que hay masa crítica para la oposición. Si pierde, no hay candidatura. Adrián es apenas un termómetro, pero uno fundamental.

En resumen, si Sheinbaum quisiera credibilidad, tendría que ir por los dos senadores al precio de uno. De lo contrario, corre el riesgo de fabricar, con sus propios distractores, nuevos candidatos de oposición.

Giro de la Perinola

Carlos Pozos Soto, alias “Lord Molécula”, viajó hasta Palenque para entregarle a López Obrador su tesis de maestría. Hasta hoy, no lo han recibido. Mientras muchos esconden sus visitas a AMLO, él la presume.

Pero surgen preguntas inevitables:

• ¿Por qué no la envió por mensajería?

• ¿Sabe que es de pésima educación llegar sin avisar?

• ¿Será que en Palacio Nacional ya no lo pelan?

• ¿La presidenta Sheinbaum no tolera la barba desbordada que sí permitía López Obrador?

Hace un año presumió que la Escuela de Periodismo Carlos Septién García había avalado su tesis. Los maestros lo desmintieron. Ahora insiste. ¿Ya se la avalaron ahora sí? ¿O por qué habla de “nuestra tesis”, en lugar de “mi tesis”? Vaya…