“No hay peor corrupción que la que se cree impecable.”
Albert Camus (adaptado)
“Ya no tengo nada, se acabó
No queda duda que este amor
Fue como estar en el infierno
Soy un fugitivo, soy el peor
Yo no nací para el amor
Yo no nací para ser tierno”
Los Odio
México es un país tan creativo que hasta para hacer el ridículo mundial se da vuelo. Esta vez no fue por política ni por Pemex ni por los “abrazos, no balazos”. No. Fue por algo mucho más puro, angelical, cuasi sagrado: Miss Universo. Ese certamen que en teoría debía ser sinónimo de belleza y aspiraciones, y que ahora huele a combustible robado, tráfico de armas y acuerdos bajo la mesa. ¡Lo que ni en tiempos de Trump como su dueño!
Raúl Rocha Cantú, copropietario del concurso, contratista de Pemex en tiempos de la 4T (sí, durante el sexenio de López Obrador, no de Felipe Calderón), dueño del Casino Royale y hoy imputado por narcotráfico y huachicoleo entre México y Guatemala (¡vía nuestra frontera sur!), resultó ser el mejor villano que la televisión mexicana nunca escribió. Lo único que faltó fue que lo interpretara Humberto Zurita.
La historia comenzó como un cuento bonito: Fátima Bosch, mexicana brillante, disciplinada, carismática, se lleva la corona. Hasta ahí, nada que reclamar. México celebró, las redes se inflamaron de orgullo patrio… y entonces la trama dio un giro digno de serie turca: Rocha Cantú negoció un criterio de oportunidad con la Fiscalía GENERAL un día antes de la final del concurso (diario Reforma, primero en informarlo). “Pase usted, señor preso, conviértase en testigo protegido y siéntase como en casa”. Lo usual, pues.
Y no conformes con eso, dos jueces del concurso renunciaron denunciando irregularidades, interferencias, decisiones apresuradas, improvisación y un jurado que parecía armado al vapor. Casi casi, como el Tren Maya…
Ahora bien: que quede claro —y aquí va el argumento que quiere borrar el oficialismo— cuestionar la validez del concurso y la victoria de Bosch no fue un ataque a Regeneración Nacional. De hecho, fue de las pocas cosas sensatas que se dijeron esos días. Cuando tienes a un empresario investigado por delitos federales, con intereses dentro del certamen, con influencia directa en la organización, con vínculos recientes con Pemex, y con un historial digno de archivo de la DEA… ¿qué se supone que debe hacer la ciudadanía? ¿¿¿Aplaudir???
En países donde la integridad importa, esas dudas se investigan, no se ridiculizan. Pero aquí, donde el oficialismo convierte todo en cruzada personal, inmediatamente se repitió el mantra: “son ataques políticos”. Claro, porque cuestionar si la corona fue comprada por 50 millones de dólares, como acusa al menos un juez del certamen, es sinónimo de traición a la patria.
La cosa se pone peor. La representante de Costa de Marfil (hija de Jean Marc Yacé, uno de los hombres más ricos de África) renunció diciendo que todo estaba arreglado. Y la exdueña de Miss Universo fue detenida en Tailandia por corrupción. ¡Ah!, el glamour.
Mientras tanto, en México, Bernardo Bosch —padre de Fátima y alto funcionario en Pemex Exploración y Producción hasta este año— insiste en que nunca tuvo relación alguna con Rocha Cantú y que todo son coincidencias. Y puede ser… pero el problema es que ya no tenemos INAI. Así que, como siempre, debemos creer en la buena fe de los funcionarios (y más si son morenistas). Porque en México ser ingenuo no es defecto: es política pública.
La Secretaría de Gobernación suspendió 13 casinos por lavado de dinero. Además del proceso que se siguió contra Casino Royale en aquel entonces, ¿alguno que toque a los de Rocha y a los Royalty de Bermúdez Requena, aquel secretario de seguridad estatal de los años de Adán Augusto...? Rocha tiene 33 casinos. Algunos físicos, otros en línea. Todos operando como si México fuera Macao pero sin impuestos ni refinamiento.
Con estos elementos, el resultado es uno solo: la primera víctima de todo esto es Fátima Bosch, una chica que merecía competir sin cargas ajenas y que ahora carga con una corona manchada. La segunda víctima es México, convertido una vez más en sinónimo de corrupción en los ojos del mundo. Y la tercera, la que nunca falta: la verdad, enterrada bajo contratos, pactos, operadores políticos y esa hedionda habilidad nacional para convertir cualquier triunfo en sospecha.
No habrá comunicados suficientes de Palacio Nacional que limpien esta porquería. No habrá vocería mañanera de Jesús Ramírez que nos convenza de que es “un honor” (estar con Obrador). Y no habrá trending topic que repare el hecho de que esta corona, nos guste o no, ya está oxidada.
“Pero qué necesidad...” Y efectivamente, ¿qué necesidad teníamos de convertir un concurso internacional en otro expediente más de la Fiscalía?
Giro de la Perinola
- Yo digo que a Rocha Cantú, imputado por los delitos de narcotráfico, trasiego de armas y de combustible, valdría la pena que también lo imputaran por mancillar ante los ojos del mundo aún más la imagen de México y, de paso, la de Fátima Bosch.
- Veremos qué decide (traducción: que le conviene a sus intereses personales) Gertz Manero. Testigo protegido de la Fiscalía. ¿Sinónimo de que el fiscal ya tiene una persona más que señale e implique a altos mandos de Morena? ¿O es que la protección viene de Palenque?
- Rocha Cantú comparte en su cuenta de X: “presidente Legacy, Miss Universe, Euromex Century, FMM, SGS, Philanthropic, Consul Guatemala in Mexico, V.P. CANACO & COMCE & CANAGRAF”. Así en inglés. Total, lo de siempre, utilizó su puesto de embajador de Guatemala en México para sus ilegales trasiegos…
- Ya ha sucedido que se utilice el verbo “mexicanizar” como sinónimo de una sociedad que se corrompe y tiene todo un abanico de políticos corruptos (Francia, 2024-2025, por ejemplo).
- En México no hay conspiraciones; hay filtraciones involuntarias de la realidad.
- Si camina como pacto, grazna como pacto, entonces es un pacto.
- Y si la belleza salva al mundo, alguien debería avisarle a Miss Universo. Porque esto, salvación, no es.



