“La locura en política no se mide por lo que se dice, sino por creer que se puede hacer.”

Anónimo

Marco Rubio, poco dado a los rodeos, llamó al presidente colombiano Gustavo Petro un “lunático”. Y añadió que, si bien Estados Unidos cuenta con el apoyo de las fuerzas militares y policiales de Colombia, su presidente “no está bien”. Falta de diplomacia, sí. Falta de verdad, ninguna.

Petro, días antes, había afirmado que las acusaciones de Donald Trump estaban “vinculadas con las elecciones en Colombia”. Qué práctico: si su partido pierde el próximo año, ya tiene a quién culpar. No será su mala gestión, su desconexión con la realidad o el deterioro institucional de su gobierno. No. Será Trump.

El presidente estadounidense, fiel a su estilo, lo acusó de “narcotraficante y maleante”. Y Petro, en lugar de desmentirlo, decidió confirmarlo en espíritu: durante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, se dedicó a incitar a los policías estadounidenses a “no hacerle caso” a Trump. En serio, ¿vas a otro país, representando al tuyo, para hablar de paz… y terminas promoviendo una rebelión? Hay quien confunde la diplomacia con el delirio.

Rubio y Trump pueden tener sus excesos, pero esta vez no exageran: Petro anda mal de la cabeza. Y por si quedaban dudas, remató calificando a Trump de “grosero e ignorante”. Urge que alguien le ponga un espejo enfrente. Grosero, ignorante y soberbio: tres adjetivos, un solo Petro.

Su megalomanía alcanzó un nuevo nivel cuando advirtió: “Trump debe tener cuidado porque tomaremos acciones contra él y su país”. ¡Qué ternura! —o “qué delirio”, diría Rubio—. Está viendo y no ve. ¿Qué tipo de “acciones” imagina Colombia contra Estados Unidos? ¿Un embargo de café? ¿Una amenaza poética en X? Ante semejante bravata, Trump respondió con lo único que sabe: un rugido con ecos de misil.

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¿Ya se enteró Petro de con qué facilidad la marina estadounidense pulveriza lanchas sospechosas en el Caribe? Entonces, ¿de verdad cree que podría “responderles”? Tal vez no busca un conflicto, sino una excusa: que el caos externo borre el interno, que un enemigo poderoso tape su propia incompetencia. Si algo llegara a pasar, no sería contra Colombia, sino contra él… y sus amistades peligrosas.

Muy lejos quedaron los días en que Washington y Bogotá compartían estrategia y discurso en la lucha contra el narcotráfico. Tan lejos, que el gobierno de Trump ya anunció —de manera unilateral— operaciones por tierra contra los capos. Según sus informes, el tránsito marítimo de droga desde Colombia y Venezuela ha disminuido gracias a la presión estadounidense. Traducción: ya no necesitan a Petro ni su moral flexible.

Más allá de la torpeza verbal de Rubio o del penoso numerito de Petro en Nueva York, hay un hecho claro: la relación de Estados Unidos con América Latina cambió de tono. Se acabó el “Good cop”, el “Good gringo” y el “Good neighbor”. Ahora van con mandíbula dura y paciencia cero ante cualquier falta de respeto, real o imaginaria. Prueba de ello: el retiro de la visa al propio Petro.

Y ojo: en México tampoco estamos exentos. Varios políticos —en su mayoría de la 4T, aunque no exclusivamente— han visto cómo les retiran la visa por posibles nexos con los hoy “terroristas”, antes simplemente narcotraficantes.

La respuesta de Rubio a Petro no fue un exabrupto. Fue una advertencia. Una de esas que no se dicen en voz baja. Lo dejó claro Trump el jueves 23:

“No vamos a aguantar esto mucho más tiempo. No vamos a tolerarlo mucho más. Colombia es muy malo; México está dirigido por los cárteles. Tengo un gran respeto por la presidenta, una mujer hermosa y valiente, pero México ha sido dirigido por los cárteles y tenemos que defendernos de eso.”

Trump afirma que Maduro en Venezuela y Petro en Colombia son líderes del narcotráfico y promete llegar hasta las últimas consecuencias. Y si dice que México “está dirigido por los cárteles” —dejando fuera a la presidenta—, la pregunta inevitable es: ¿también llegará, tarde o temprano, hasta donde tope?

Giro de la Perinola

Hasta ahora, Canadá no ha sido acusada de narcotráfico por Trump. Pero eso no le sirvió de mucho: el copetudo presidente canceló las negociaciones comerciales con el país del maple. Algunos creen que será solo un berrinche de días; otros saben que los berrinches presidenciales, cuando vienen de Washington, suelen durar décadas.

México, por lo pronto, puede ir haciendo fila. Y Petro… que tome nota: ya va en el nueve, y el décimo paso suele ser el abismo.