Han presentado evidencia sólida los medios que han dado a conocer los viajes caros y otros lujos de Mario Delgado, secretario de Educación; Gerardo Fernández Noroña, senador; Pedro Haces, diputado; Ricardo Monreal, también legislador; Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Morena, y la famosa Dato Protegido y su marido Sergio Gutiérrez Luna.

Para respaldar los señalamientos acerca del suntuoso estilo de vida de las personas mencionadas se han publicado fotografías y hasta facturas —como la de un pago de 47 mil pesos que realizó López Beltrán en un restaurante de Japón—.

Se podrá argumentar que hubo espionaje, pero los gastos ostentosos ahí están. Valdrá la pena analizar en otra ocasión quién contrató espías tan hábiles, seguramente carísimos, como para lograr conseguir facturas de un hotel que ninguna empresa turística expide solo porque alguien las pide.

Aclaración: Que lo hayan espiado no le quita responsabilidad al hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador. El joven Andrés Manuel ha manchado el legado de su padre porque no tiene manera de justificar cómo pagó una cena de 47 mil pesos en un viaje de 15 días en el que se hospedó en hotel de alrededor de 7 mil 500 pesos la noche.

Si nos atenemos a las fotografías que circularon de López Beltrán desayunando y saliendo de la tienda de mercancías de lujo Prada, al hijo de AMLO lo acompañaban tres personas. Si fue el caso, el morenista pagó unos 650 dólares por cada una de ellas, lo que rebasa por mucho el costo promedio en no pocos de los mejores restaurantes del mundo.

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El caso de Beatriz Gutiérrez Müller es distinto. El diario conservador español ABC dijo que fuentes diplomáticas aseguraron que la esposa de AMLO y su hijo Jesús no solo han pedido permiso de residencia en la que antes la cursilería consideraba la madre patria, sino que planean que el muchacho estudie en la Universidad Complutense y que residan en una de las zonas más caras de Madrid, La Moraleja.

Creo que quienes redactaron la nota de ABC no fueron cuidadosos. Porque, sin duda, fuentes diplomáticas podían ser confiables para hablar de los supuestos planes de Beatriz y su hijo de residir en Madrid —lo que no se ha confirmado—, pero no para saber ni dónde estudiará el joven ni dónde residirán en la capital española.

Me parece que el hijo de AMLO y Beatriz se ha matriculado en una institución educativa de la Ciudad de México para el curso escolar que pronto empezará. No tengo fuentes, simplemente es algo que sé: se trata de una de esas cosas de las que la gente se entera en plática con amistades. También sé que Beatriz sigue trabajando en una universidad poblana asesorando a estudiantes de posgrado.

Valdrá la pena que Beatriz Gutiérrez recurra de nuevo a sus redes sociales para informar la verdad de su situación. No está obligada a hacerlo, pero creo que si cuenta la verdad, cualquiera que sea —y me parece que tal verdad no incluye colonias carísimas en Madrid—, beneficiará a su esposo, un político histórico que tanto hizo para empezar a acabar con la pobreza en México, y también apoyará a la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, quien está realizado un extraordinario trabajo a pesar de que le estorban tantos chismes. Poco puede hacerse contra las habladurías basadas en realidades, como los lujos de morenistas, pero si deben enfrentarse con contundencia las murmuraciones muy probablemente inventadas por la perversidad de la prensa conservadora de España.