Me vengo enterando de que la Cámara de Diputados aprobó por mayoría calificada modificar la Constitución para reducir la edad para ostentar un cargo público.

Se estableció que para ser diputado, se necesita tener 18 años cumplidos el día de la elección, cuando originalmente era a los 21 años de edad.

Mientras que para ser secretario de Estado ahora se requiere tener 25 años, ahí nada más, cuando originalmente era a los 30. Y ser secretario de Estado no es cualquier cosa, pero un joven que quiera ir por ese lugar, podrá hacer lo que quiere.

Esto con la justificación de que las y los jóvenes al cumplir 18 años tienen derecho a muchas cosas, menos a ejercer funciones en la vida política del país. Francamente, me parece un disparate.

Y no porque un joven de 18 años sepa menos que yo, es que poner las leyes y el mando de decisiones importantes de un país a un joven de 18 años es un gran riesgo.

Algunos psicólogos han determinado que todavía a los 18 años los jóvenes se encuentran todavía en un proceso adolescente, en esta etapa se encuentran en la “adolescencia tardía”, es decir, aún un joven de 18 años tiene tintes de un adolescente en pleno desarrollo. Hay confusión de ideas y por lo general no aceptan discusión alguna sobre sus ideas, creen fervientemente que lo que ellos dicen es real y es así y no hay más.

Es decir, pueden pensar que lo saben todo... Pueden llegar a tener un comportamiento rebelde y pueden explotar también con facilidad.

Sus cambios de humor son muy lábiles: pueden pasar de un cambio de humor a otro de manera rápida.

Digamos que se encuentran en una edad medianamente adecuada para ser considerados con mayoría de edad, pero definitivamente no están aptos para tomar decisiones por otros y pensando en otros.

Con esta medida tomada por la mayoría de los integrantes de la Cámara de Diputados, lo que se pretender es tener de su lado a estas nuevas generaciones que se requieren en la política para atraer a otros jóvenes para el voto y mover ese músculo que es muy fuerte y que viene de los jóvenes.

Básicamente, creo que por ese lado es la intención de esta propuesta. Y será difícil encontrarnos escenarios de madurez si las decisiones que serán tomadas por los jóvenes en la Cámara de Diputados.

Insisto, no es que los jóvenes no puedan opinar, de hecho ya sabemos que tienen a los 18 años la posibilidad de elegir, pero de ahí a aprobar o desaprobar leyes, es un total error.

Esos mismos jóvenes claro que pudieran ser muy eficientes en sus decisiones y elecciones pero sí lo hacen con una edad mayor.

El tema de que teniendo 18 años puedan ser diputados es una mera forma de aglutinar y coptar a un sector de la población mexicana que básicamente ha estado en el olvido en la política.

Muchos jóvenes no quieren tener que ver con la política de este país pues se han dado de cuenta de qué va.

Otros tristemente se sienten cautivados por ella, porque también han descubierto que con ella y a través de ella se gana poder y se gana dinero.

Siento que incluso hasta juegan con las ilusiones de los jóvenes al proponerles ser diputados.

Porque sin que se den cuenta serán usados para los fines políticos de otros políticos con mayor colmillo.

Ese es el fin  y el objetivo a mi parecer de esta nueva “reforma” que solo desinforma y desvirtúa la intención que podría parecer genuina: contemplar a los jóvenes en la vida y el quehacer político del país.

Por supuesto hay mucho que aprenderle a los jóvenes; nos tienen mucho que enseñar a las generaciones que venimos adelante de ellos. Son rapidísimos con la tecnología, son innovadores en ideas pero siempre las ideas sí están pensadas en un país deben de ser bien fundamentadas y reflexionadas.

Creo que incluso como asesores políticos les viene mejor que puedan ser acreditados como tales a que les den su dulce siendo diputados.

Por favor sean razonables... Tengámosle más respeto a los jóvenes y no nos burlemos de ellos.

Démosle  su  apropiado lugar… jugando con sus sueños y su inmadurez no les estamos dando su valor.

Ahí se los dejo para la reflexión.

Es cuanto.