“Cuando las cosas están en peligro alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven”.

J.R.R. TOLKIEN

El gobernador Rubén Rocha insiste: el ataque a la camioneta donde viajaba su nieta fue “solo un intento de asalto”. ¡Qué nivel el de Sinaloa! En ningún otro lugar, un “asalto” consiste en acribillar una camioneta blindada hasta dejarla como queso gruyere. Después, ¿qué? ¿robarla inservible?

Tampoco cuadra su versión. La nieta iba custodiada por agentes armados, con otra escolta detrás. Aun así, los disparos —de armas largas, de alto poder— atravesaron el blindaje. El vehículo quedó varado y dos escoltas resultaron heridos, uno grave.

¿De verdad pretende que creamos que eso fue un simple asalto en plena avenida y a la luz del día? Solo le faltó decir que los criminales buscaban agua del radiador, por la sequía.

Bien por la nieta, que viajaba en vehículo blindado y rodeada de guardaespaldas. Mal por el resto de los culichis, que sobreviven sin esa protección. Peor aún: esa seguridad se paga con dinero público para alguien que no es funcionaria. Ni aunque su madre presida el DIF estatal: ese cargo es H O N O R A R I O.

En política no hay casualidades. El ataque ocurrió el mismo día que Omar García Harfuch, secretario de Seguridad federal, visitaba Culiacán. Pero lo central no es la coincidencia. Lo central es que nada sensibiliza a Rocha. NADA. Ni arriesgar a su familia. Ni más de un año de guerra narca. Ni los 1,900 muertos recientes. Ni la violencia que desangra Sinaloa. Prefiere disfrazar el ataque como “intento de robo” antes que enfrentar la verdad.

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Eso es minimizar. Y hacerlo incluso con su propia nieta revela su desprecio absoluto por la seguridad, por la vida de cualquier sinaloense. Su aferramiento al poder pesa más que la vida. ¿Qué hace en el poder?

El mensaje de Rocha es claro: cree que nos puede dar atole con el dedo. Cree que tragaremos cualquier cuento. No, gobernador: no es así.

Tan poco creíble fue su dicho que la presidenta Sheinbaum tuvo que matizar: “no se descarta ninguna hipótesis”. Traducción: lo que Rocha dice no basta.

Ese día, la violencia en Culiacán fue desbordada. Masacres en varios puntos. Al final, el ataque directo contra la familia Rocha. ¿Mensaje político? ¿Alarde de fuerza criminal? Ambas cosas, probablemente.

La podredumbre del gobernador alcanza nuevas cimas: ni por su nieta es capaz de decir la verdad.

Giro de la Perinola

Preguntas que exigen respuestas:

• ¿Qué pasó con el vuelo que trajo de regreso a Hernán Bermúdez? El de ida tomó menos de 12 horas; el de vuelta, 33. Durante seis, nadie supo dónde estaba.

• ¿Por qué ya volvieron “confidenciales” sus declaraciones patrimoniales?

• ¿Hasta cuándo seguirán culpando a Calderón, a Zedillo y ahora a Salinas Pliego de todo? ¿No sería mejor perseguir a los responsables de la violencia desatada en Sinaloa, Michoacán, Chiapas, Morelos, Tabasco, Tamaulipas…?

• ¿Y los implicados en el huachicol y en el huachicol fiscal?

Las respuestas siguen pendientes. Pendientes.