“Era octubre. Una mañana difícil de sortear, aun para un hombre como él que había sobrevivido a tantas mañanas como esa.”

“-Qué hay de noticias -preguntó el coronel. El médico le dio varios periódicos. -No se sabe -dijo-. Es difícil leer entre líneas lo que permite publicar la censura.”

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Luis Cresencio Sandoval, general del Ejército y secretario de la Defensa Nacional, dejó con un palmo de narices a los diputados —y, con ello, a todos nosotros— que legítimamente solicitaron su comparecencia ante el Poder Legislativo por el grave hackeo sufrido por la Sedena de parte de Guacamaya Leaks. Sí, el cuerpo representante de todos los ciudadanos del país le citó a comparecer e informar sobre uno de los casos más sensibles de filtración de información que estaba resguardada por el Ejército. Pero Sandoval hizo a a un lado la rendición de cuentas. Debió haberse presentado en la Cámara de Diputados; jamás tuvo que haber citado a los legisladores en la sede militar. Agachones también los diputados al no insistir en que la comparecencia tuviera lugar a como diera lugar y que esta fuese en el Congreso.

Se entiende que el general secretario esté sumamente ocupado en diversos temas (siendo el más reciente el brutal asesinato de 12 personas en un bar de Irapuato, Guanajuato), pero ni eso ni su carácter militar lo eximen de ser un servidor público con obligaciones, entre ellas la comparecencia ante el Poder Legislativo, electo democráticamente.

Que yo sepa, la República es aún tutelada por el poder civil, y mientras esto siga sucediendo, él, el Ejército y todo servidor público debe rendir cuentas a los representantes de la nación (no sé, quizá Sandoval considera que la transparencia solo se obtiene si y cuando les hackean el sistema).

Mas el general no solo impuso que la comparecencia fuera en el campo militar, luego canceló la cita “hasta nuevo aviso”. Y si bien no es la primera vez que un miembro del gobierno de la 4T cancela sus ejercicios de rendición de cuentas (de hecho, las cancelaciones a contentillo son el pan de todos los días desde hace cuatro años), con su actitud confirma parte de lo que se supo por lo que filtró Guacamaya Leaks: el Ejército hace las reformas, López Obrador las presenta y Morena las aprueba. El que manda en este país es la autoridad castrense, no la civil.

Y así, cuando se trata de cabildear una reforma que les resulte beneficiosa, como fue que el Ejército se mantenga en las calles hasta el 2028, distintos miembros de la administración pública cuatroteísta son los primeros en estar presentes. Lo mismo para que la Guardia Nacional estuviera adscrita a la Sedena. Pero cuando se trata de dar la cara y explicar irregularidades, en ese momento otra es la forma en que los secretarios de Estado se comportan.

Tomadura de pelo, entonces, el que la iniciativa presentada por el PRI pero cuyo autor fue López Obrador (¿o el mismo Ejército?), estableciera que las Fuerzas Armadas estén sujetas a una rendición de cuentas de manera periódica al Congreso.

Menos de un mes se necesitó para mostrar que a las cabezas castrenses no les interesa rendir cuentas a nadie. La opacidad es lo de hoy.

Y sí, la actitud del general secretario hacia los diputados esboza precisamente la opacidad con que se maneja el Ejército y todas las actividades que hoy realiza y que son muchas —demasiadas—. Desde la construcción del Tren Maya, la administración del AIFA y las aduanas del país, el traslado de vacunas, y un larguísimo etcétera.

La novela de García Márquez, “El coronel no tiene quien le escriba”, es la antítesis de lo que sucede con el general Sandoval. Todo dado a conocer por el hackeo de millones de correos electrónicos de la Sedena por parte de Guacamaya Leaks, sabemos que el general Sandoval sí escribe y tiene quien le escriba. Y lo peor, es que en muchos de esos escritos/correos queda demostrada de forma patente la opacidad, nula transparencia y lazos con el crimen organizado que tiene el gobierno federal y diversos miembros de las Fuerzas Armadas.

Con las filtraciones quedó claro que Sandoval olvidó algunas máximas del Ejército mexicano como son: “Siempre leales” (Sedena), “honor, valor y lealtad” (Fuerza Aérea Mexicana) y la principal que enseña toda la opacidad y falta de rendición de cuentas de su parte: “arma del mando” (transmisiones)… que es lo que hizo Guacamaya Leaks, transmitir todos sus correos…

Queda la pregunta, aunque con sus actitudes y desplantes, podemos imaginar la respuesta, ¿quién manda aquí? Cuando no y cuando sí se dejan ver. Aunque no le guste, el señor debe presentarse ante el Congreso de la Unión.