Todo parece indicar que, en 2023, la alternancia se asoma a la causa de Morena para conquistar las entidades de Coahuila y Estado de México. De hecho, ambos estados registran percepciones positivas a favor del lopezobradorismo de acuerdo con algunas encuestadoras que miden el pulso de la sociedad. Eso, hasta ahora, es un buen parámetro que apunta a un escenario positivo, eso sí, poniendo por encima de todo la unidad que es clave para ganar las elecciones.

Marchando con esa cohesión, Morena tiene una probabilidad alta de conquistar ambas entidades. Eso lo entendió perfectamente el mismo presidente en la mañanera de ayer cuando muchos esperaban -erróneamente- que el mandatario saliera a dar una apabullante postura y menoscabo en contra del coordinador de la fracción de Morena luego de tomar una determinación bajo criterio propio en torno a la Reforma Electoral, por cierto, muy congruente.

Muchos dirán que López Obrador cuidó las formas al replicar diplomáticamente la postura que tomó el coordinador de los senadores de Morena. Lo cierto es que, su mensaje, fue más bien un juicio congruente de lo que se jugará Morena en las próximas elecciones. Al mandatario no le conviene una ruptura en vísperas de un proceso electoral -porque eso no resuelve absolutamente nada- pues dificulta el futuro no sólo en ambas entidades, sino la propia presidencia de la República en 2024.

Su posición de ayer fue, en términos políticos, un mensaje para fomentar la unidad y no la división. Finalmente, su propuesta salió adelante cuando el pleno aprobó el dictamen. De hecho, su propio lenguaje lució tranquilo en el momento en que le preguntaron sobre la postura del líder de la fracción.

A final de cuentas, el interés del mandatario se cumplió, y el presidente no pondrá en peligro los procesos electorales por la presión y el anhelo de un grupo de radicales de Morena que miraban con ansias ese deseo maquiavélico que no les concedió -López Obrador- cuando esperaban una postura feroz y exacerbada hacía el líder de los senadores de Morena en la Cámara Alta. Eso no sucedió porque el partido también se nutre de pluralidad.

Seguramente algunos radicales de Morena quedaron atónitos porque el presidente llamó a la unidad, al menos esa fue la lectura que percibimos muchos cuando fijó postura de lo que aconteció. Obviamente lo hizo con su estilo propio, pero, al final de cuentas, sabe perfectamente que -la única ruta- es la unidad y no monopolizar una narrativa de golpeteo interno.

Son momentos claves para Morena. Me refiero a la elección del Estado de México y Coahuila en que dos senadores -ya con licencia- se perfilan a ganar. Las posibilidades son altas, especialmente en la tierra del ex presidente, Peña Nieto, donde Morena tiene una ventaja importante de acuerdo con las encuestas que han circulado.

Entonces, la mejor ayuda, es llamar a cerrar filas. Deben, como mencionó el presidente, dejar atrás esa idea irracional de generar división interna en el movimiento como sí lo hace Layda Sansores, y asumir con responsabilidad los retos que vienen en puerta.

De hecho, el propio Monreal -al finalizar el ejercicio del pleno- respaldó a Delfina Gómez y Armando Guadiana que son, en este momento, los candidatos oficiales de Morena para buscar la alternancia. Los llamó: “futuros gobernadores del Estado de México y Coahuila”.

De eso se trata. Más allá de los criterios personales la política se construye con tolerancia y flexibilidad. Hubiera sido un error- gravísimo- tratar de empujar al coordinador de los Senadores de Morena a la expulsión, especialmente porque hubo muchos militantes y simpatizantes de la expresión que respaldaron el voto de reserva que presentó el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado porque simple y sencillamente coinciden que -el proyecto- está plagado de inconsistencias que vulneran la constitución.

Finalmente, creo que el presidente puso fin -desde la mañanera- a todo juicio o intento de expulsión hacía los militantes de Morena porque el partido- en este momento- está situado en un punto clave para refrendar el paso dominante sí es capaz de mantener la unidad.

Los protestantes o el ala radical de Morena tendrán que ser más tolerantes y aceptar que, dentro del partido, también hay voces independientes porque se vale disentir y opinar distinto. De hecho, no contaban con el mensaje del presidente y tendrán que dejar los tintes golpistas y la publicidad que solo genera polarización, sobre todo porque hay un principio sagrado que es la autonomía que no significa contradecir, sino hacer valer el derecho de expresión bajo un criterio propio.