Hoy dijo lo siguiente el presidente López Obrador acerca del proceso de selección de candidato o candidata de Morena a la Presidencia de México para las elecciones de 2024:

  1. “Por primera vez quedó escrito en la norma de un partido. Se hace una encuesta”.
  2. “Ya lo hicimos. Cuando en el 2012 Marcelo (Ebrard) era jefe de gobierno”.
  3. “Yo gané la encuesta y no por mucho, pero gané la encuesta”.
  4. “Los adversarios, conservadores, estuvieron queriendo buscar la ruptura, pero Marcelo se puso cera en los oídos y no escuchó el canto de las sirenas y yo fui candidato porque gané la encuesta”.
  5. “Eso mismo es lo que yo deseo (que haga Morena una encuesta antes de las presidenciales de 2024)”.
  6. “Y el que gane la encuesta, hombre o mujer, yo voy en mis tiempos libres, que son muy pocos, a expresarlo. No voy a hacer campaña, pero voy a estar con el que gane la encuesta”.

Lo dijo Andrés Manuel hoy martes en la conferencia de prensa mañanera después de la pregunta que le hicieron de a quién le gustaría ver en la Presidencia, a Claudia Sheinbaum Pardo o a Adán Augusto López Hernández.

En realidad más que una pregunta fue una especie de reto al presidente para obligarlo a decir que Claudia es la favorita y Adán el plan B.

Con habilidad, que le sobra, Andrés Manuel lo que dijo fue que no hay tapados ni tapadas, que ama a todas las personas que colaboran en su movimiento y que la sucesión se decidirá con una encuesta —ya se verá si la hace Morena o si el partido contrata a alguna casa encuestadora—.

El hecho es que la gente que simpatiza con Ebrard y el propio Marcelo interpretan de una manera, por supuesto conveniente a sus intereses, tales palabras de AMLO, que no es la primera vez que pronuncia: eso de que en 2012 Marcelo perdió la encuesta y no se rebeló ignorando a las sirenas que le pedían pelear por otras vías aquella candidatura a la Presidencia.

Para la comentocracia que cree en Ebrard, lo mismo que para el canciller y sus encuerdadores, tales palabras de AMLO implican el reconocimiento de una deuda, esto es, que si en 2012 fue Marcelo el que se sacrificó por López Obrador, ahora, rumbo al 2024, Andrés Manuel pagará lo que debe entregándole la candidatura presidencial al titular de Relaciones Exteriores.

Sin duda esa es una interpretación, pero no la única. En la misma lógica de la deuda, en 2012 fue Ebrard el que pagó lo que debía, ya que en 2006 López Obrador lo había hecho candidato a jefe de gobierno. Es decir, al negarse a escuchar el canto de las sirenas conservadoras, Ebrard liquidaba su deuda con AMLO, y nada más. Se dijeron el poético: “Marcelo, nada me debes; Andrés, estamos en paz”.

La verdad es que Andrés Manuel no le debe nada a Marcelo. Así que, más bien, es otra cosa la que el presidente le dice al canciller cada vez que habla de la encuesta de 2012: “Serás feliz hasta la muerte, si te conformas con tu suerte”.

Con ese refrán el presidente López Obrador el único mensaje que le manda a Ebrard es que si esta vez gana la encuesta, la ganó. Y si la pierde, la perdió. Es decir, AMLO le exige a Marcelo que se olvide ya de la boba teoría de la deuda. Si gana, ganó, así de fácil. Pero el canciller va perdiendo, ya que en encuestas muy recientes —de MetricsMx para SDPNoticias, de El Financiero y de Reforma—, aplicadas en la peor y muy injusta crisis de Claudia, el titular de la SRE lo más que logra es arañar, y en ocasiones ni eso, el empate técnico con la jefa de gobierno, quien lógicamente crecerá cuando acabe la actual campaña de grilla en su contra, que acabará.

Como despedida, un consejo a don Marcelo: debe vigilar a Adán Augusto, quien ha subido en el tracking diario de MetricsMx, que normalmente se anticipa al resto de las encuestas. No se vaya a llevar una fea sorpresa el empingorotado canciller.