“El demonio de mis sueños

ríe con sus labios rojos,

sus negros y vivos ojos,

sus dientes finos, pequeños.

Y jovial y picaresco

se lanza a un baile grotesco,

luciendo el cuerpo deforme

y su enorme
 joroba.

Es feo y barbudo,

y chiquitín y panzudo.

Yo no sé por qué razón,

de mi tragedia, bufón,
 te ríes...

Mas tú eres vivo

por tu danzar sin motivo”.

ANTONIO MACHADO

Una nueva tragedia azota al país y es como si no nos diésemos cuenta. Comenzó el año pasado, luego de un arranque oficial, y conforme pasa el tiempo solo aumenta en su ímpetu. Las campañas para el 2024 van con todo y poco o nada importa a los protagonistas obviar sus verdaderas responsabilidades.

Este fin de semana en específico hemos atestiguado por parte de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum algo parecido a unos cierres de campaña para la presidencia del 2024. ¡El problema con ello es que estamos apenas en mayo del 2022!

Queda claro que ya no hay pudor a la hora de hacer pre-pre-precampañas. Ni pudor ni vergüenza, pero sí mucho olvido y descaro.

Hay olvido del pasado cercano, ese que debería pesar como 26 losas (las mismas en número que los muertos de la L-12 del Metro). Olvido también sobre lo que debieran ser las actividades y obligaciones de las autoridades pues ni la Ciudad de México ni las relaciones exteriores del país pasan por su mejor momento. Nada cercano a ello o que justifique el que los dos aspirantes antes mencionados dediquen, así sean los fines de semana, a promoverse rumbo al 24.

No exagero al decir que esto es una tragedia para el país; la clase política gobernante está volcada en ello a más de dos años de tan anhelada fecha. Dos años que, dados los resultados vistos a la fecha, deberían trabajar con más ahínco en función del desarrollo nacional no de sus anhelos políticos traducidos en mítines proselitistas.

Podrán decir que estos actos responden a que habrá elecciones locales (Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas) a celebrarse en menos de un mes, pero la verdad es que se trata de precampañas sumamente adelantas con miras al 2024. Y eso es una desgracia.

Tanto Claudia Sheinbaum como Marcelo Ebrard informan que no utilizaron recursos públicos del erario para participar en distintos actos y que asistieron en días inhábiles. Lamentablemente, ni las desgracias que azotan al país ni sus responsabilidades paran por ser día inhábil…

El canciller recibió en Durango el apapacho de su vida. Los ahí presentes le aclamaban ¡”presidente!, ¡presidente!” Eso durante un evento de apoyo a Marina Vitela, candidata de Morena a la gubernatura de aquella entidad. El mismo sábado, Lucía Mícher, senadora por dicho instituto político, habló del canciller como suspirante a la Presidencia y le expresó su apoyo en Twitter.

A la par, Claudia Sheinbaum anduvo muy ocupada visitando la construcción de Dos Bocas. Estuvo acompañada de quienes ‘ya se vieron’ formando parte de su equipo de trabajo en un futuro próximo. Como el gobernador priista de Oaxaca, Alejandro Murat, quien más allá de que sabe que en las elecciones locales del 6 de junio Morena se llevará de calle su entidad, anda muy quitado de la pena (y feliz) anunciando los avances de la construcción de la refinería de Dos Bocas y, ante todo, acompañando a Claudia Sheinbaum.

No se sabe si quiere embajada, estar en el gabinete del 2024, parecer como un posible candidato presidencial del PRI, “un plan C” para Morena en las elecciones a suceder en dos años (si es que suceden, porque con AMLO ya nada es seguro) o todas las anteriores.

¿Se imaginan al PRI apoyando a Morena en el 2024? Yo sí; me lo imagino tan claramente como me puedo imaginar a Movimiento Ciudadano haciendo eso mismo.

Claudia Sheinbaum avisó por Twitter que iba a la refinería, dejando a Martí Batrés “y todo el equipo [a cargo de su gobierno]. Pendiente siempre”. Y así se fue de recorrido por Dos Bocas, edificación en proceso que se ubica en Tabasco (ahí no hay elecciones locales en puerta), acompañada de Murat; de Rocío Nahle, secretaría de Energía federal; de Carlos Merino, gobernador interino de Tabasco, y de Layda Sansores, gobernadora de Campeche.

Lo de Murat, Layda y anexas ya va siendo lo de menos. Si acaso hacer notar que en las fotos que compartió la campechana en sus redes sociales puso las que menos favorecen a Claudia… Digo, si así va hacer el apoyo que una le brinda a la otra, flaco favor le está haciendo.

Pero el cierre de campaña abarcó todo el fin de semana, pues el domingo Sheinbaum participó en el evento del día del Maestro donde se anunció un aumento del 7.5% al salario de los decentes que tienen las percepciones más bajas. ¿Qué hacía la jefa de gobierno en un evento de la SEP federal? La respuesta: campaña.

Esperamos que no se le hayan pegado las mañas que tiene Delfina Gómez de quitarles dinero a los funcionarios públicos.

Y no fue todo. Otro evento de cierre de campaña se llevó a cabo en Palacio Nacional, donde agricultores y campesinos fueron uniformados con colores de Morena (sí, delito electoral), mientras se lanzaba la campaña para la producción de autoconsumo, donde —desde el presidium— habló Claudia Sheinbaum.

Pésimo evento desde la óptica de atender a los agricultores y campesinos, pues mientras ellos sufrían la inclemencia del sol, el presídium disfrutaba la sombra que proyectaba el mismo edificio de la secretaría...

Mientras tanto, el canciller recibió un bulo que le endilgaba la renta de más de 130 habitaciones (por un costo de medio millones de pesos) para su equipo en Tamaulipas con objeto de apoyar al candidato morenista en dicha entidad. Eso y emprender, él también, un acto de campaña vía redes sociales al poner a rifa su famosa bici roja. Esa fue la excusa para recordarle a la ciudadanía capitalina que él fue quien más hizo en pro de las ciclovías en la Ciudad de México.

Lo que no quedó claro es si su bici vieja la regala porque requiere una nueva o tan solo porque ya no la usa… Sí señor, al secretario se le ve muy pasado de peso.

En fin, lo que sí debe indignarnos es que tanto Marcelo Ebrard como Claudia Sheinbaum estén en plena campaña presidencial a estas alturas. Y más después de la tragedia de la Línea Dorada del Metro.

En cualquier lugar respetable del mundo civilizado, los funcionarios se habrían despedido de sus aspiraciones presidenciales. Pero en nuestro país lo que sucede es que se habla de las campañas electorales y no de la L12 y del desastre que eso significa día a día para una buena parte de la población de la ZMVM (ya no se diga el peligro y la deuda con las víctimas).

Igual de sorprendente son los ciudadanos que les ven posibilidades o los que desde ahora buscan con desesperación estar en sus equipos para el consabido acomodo en la próxima administración federal.

Deberíamos preguntarnos qué sucede con los mexicanos en general para hacer todos estos espectáculos electoreros desde ahora.

Los cierres de campaña a la Presidencia de la República han iniciado con dos años de antelación. Llevan la tragedia de forma intrínseca con dos vertientes que azotan con fuerza: por un lado, las autoridades dejan sus obligaciones en pausa. Por el otro, cabe la posibilidad de que alguna de estas figuras sea el próximo jefe del ejecutivo federal.