“La juventud no es un tiempo de la vida; es un estado del espíritu.”
Mateo Alemán
“Yo soy quien soy, no soy quien tú quieres.”
Molotov, “Gimme the Power”
“Dicen que el tiempo cambiará, pero nada cambiará.”
Café Tacvba, “Trópico de Cáncer”
Qué ironía: en este país basta un muro para que una protesta mediocre se convierta en insurrección simbólica. La 4T ha logrado lo que ni la oposición consigue: volver épico lo que pintaba para trámite. La marcha pudo pasar sin gloria, como las rosas; o como una manifestación más de duelo por el asesinato de Carlos Manzo. Pero no, bloquear el Zócalo y cercar Palacio Nacional siempre tiene efecto secundario. Uno muy evidente: exhibe pánico. En otras palabras, hay un monopolio de la protesta (y viene junto con pegado el miedo que no disimulan).
Temor al enojo de un grupo de jóvenes que ni siquiera estaban en la lista negra hace una semana. Prohibido protestar sin permiso de Palacio o, lo que es lo mismo, la 4T descubrió que los jóvenes existen.
Y vaya tragedia: si la juventud es una enfermedad que se cura con los años, la 4T está geriátrica. Porque quienes marcharon contra Díaz Ordaz, contra el Fobaproa (hola Sheinbaum, hola Noroña), contra todo lo que les irritaba… ahora resultan alérgicos a que la Generación Z quiera poner un pie en el Zócalo. En vez de buscar delincuentes, se dedican a perseguir tiktokers. Desde Palacio, esta semana se espiaron cuentas de influencers con el rigor de una fiscalía militar. Mención especial a Fox, que siempre termina sumándose a todo. Monumento aparte a la mañanera, donde nombrar enemigos crea estrellas: Salinas Pliego, Claudio X. González y tres creadores de contenido que jamás pidieron tanto rating. Pero qué necesidad, diría el clásico. ¿Para qué tanto muro estando tan escuálida la oposición?
Conviene recordar quiénes son los de la Gen Z. Nacidos entre 1997 y 2021, nativos digitales, prudentes con su reputación, más sobrios que cualquier generación previa (Cleveland Clinic, 2024). Menos alcohol, más introspección, más conciencia. Cuando se comprometen, es serio. Muy serio. Por eso la 4T debió pensarlo dos veces antes de tratarlos de improvisados.
También son la generación que ya tiró gobiernos: Madagascar (adiós presidente, hola militar Michael Randrianirina), Nepal (renuncia del primer ministro, parlamento disuelto, nueva primera ministra elegida vía Discord), Perú presume que la tendencia regional de tirar presidentes es invento suyo, Marruecos tuvo que acelerar reformas en educación y salud.
Que aprendan: subestimar a jóvenes frustrados nunca ha salido gratis.
Y sí, según PLOS One, la Gen Z es la más triste del mundo. Menor satisfacción vital, más incertidumbre laboral, más ansiedad digital. ¿Qué hacen? Buscar sentido. Poner su impronta. Señalar los errores del poder. Honrar a un joven asesinado por sus ideales. ¿Qué hace la 4T? Llamarlos bots.
Por eso la “experta en protestas” —la que marchó, bloqueó, gritó y exigió todo durante décadas— hoy, como presidenta de una nación, intenta desacreditar el hartazgo juvenil. Resultado: los influencers que mencionó triplicaron seguidores. Y el país respondió con humor:
“Todos los que salimos en la mañanera, pásenle a recoger sus milloncitos”.
El colmo: critican que marchen en sábado. Antes protestaban entre semana para colapsar todo; estos buscan no romper la ciudad ni faltar al trabajo. Qué rara le parece a la 4T una generación que protesta sin destruir lo que pisa.
“No es lo mismo ser borracho que cantinera”, ¿verdad señora presidenta? A ver si repasa lo que los hoy morenistas pedían hace 57, 37 y 31 años. Qué fácil se olvida la juventud… cuando ya es gobierno.
El país tiene hoy un Palacio Nacional cercado a la realidad. Un Zócalo cerrado a la ciudadanía. Y un régimen que presume tener el monopolio de la protesta, como si la inconformidad necesitara permiso del vocero.
De ahí a asumir que toda crítica es sedición, hay un solo paso. Y lo están dando con firmeza.
Giro de la Perinola
—¿Cuándo un muro ha detenido a un mexicano?
—Si fueran bots, bastaría un firewall. Hahaha.






