“Permitir que el mecanismo de mercado dirija por su propia cuenta y decida la suerte de los seres humanos y su medio natural… Conduce necesariamente a la destrucción de la sociedad”, Karl Polanyi.
“Esa chafeza del humanismo mexicano… Es un conceptillo que se inventó López Obrador”, así le respondió Leo Zuckermann a Viri Ríos al referirse al modelo de la 4T. Viri replicó que ese “no era el modelo”, después ya no pudo abundar más. El tema me interesó, previamente en redes sociales había leído de diferentes analistas opiniones similares, es decir, que la 4T no contaba con un modelo de crecimiento económico.
Los modelos de crecimiento económico, en un sentido estricto, son una representación simplificada (matemática) sustentada en marcos teóricos, que sirven para explicar por qué la producción y el ingreso de las economías crecen a lo largo del tiempo. En el diseño del modelo hay supuestos indispensables (ausencia de desempleo y plena utilización del capital disponible, por ejemplo,) y una función matemática que interrelaciona variables claves como la inversión, el trabajo, la productividad y la tecnología. De esta función se derivan consideraciones nodales: qué tanto depende el crecimiento económico de la acumulación del capital, de las decisiones de inversión, del progreso tecnológico, de la productividad de los factores, de la tasa de ahorro y del consumo óptimo, entre otros elementos.
No se puede asegurar a ciencia cierta si algún estudioso o alguna institución cuente con una simplificación matemática que explique el crecimiento de la economía mexicana a partir de todos los pilares básicos del humanismo mexicano. Instituciones como la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el Banco de México (Banxico) recurren a diversos modelos para formular sus políticas (fiscal o monetaria, según sea el caso), establecer proyecciones y escenarios y medir impactos macroeconómicos.
Los modelos que utiliza la SHCP seguramente cubren algunas consideraciones básicas del modelo del humanismo mexicano; sin embargo, lo más probable es que no exista un único modelo matemático que contemple todos los supuestos básicos que lo sustentan; lo que sí es evidente es que año con año la SHCP establece predicciones en torno al crecimiento del PIB. Es decir, no estamos hablando de un modelo de equilibrio general, pero sí de procesos o metodologías que cuentan con enfoques parciales, vitales para prever el desenvolvimiento cuantitativo de la economía mexicana. No debe olvidarse que tanto la SHCP como el Banxico tienen orgánicamente funciones específicas; más el banco central cuya función esencial es procurar la estabilidad de precios, con independencia de las consideraciones fiscales o de otro tipo.
Pareciera un problema semántico, pero es importante poner al debate en su debido contexto. A qué se refieren Zuckermann y otros analistas cuando hablan de un modelo de crecimiento económico: ¿a un marco conceptual amplio en donde se priorizan un conjunto de decisiones que moldean la política económica de un país; o a modelos matemáticos que, más especializados, se centran en determinar y ponderar los factores que impulsan la producción y la renta nacional?
Pienso más bien que se están refiriendo a los pilares o categorías básicas que sintetizan una estrategia económica. Es ahí donde generalmente se centra el debate y no en los modelos matemáticos de equilibrio general o con enfoque parcial.
En los objetivos e instrumentos que moldean el rumbo económico de un país pueden existir coincidencias y diferencias fundamentales. Zuckermann, que se define como un neoliberal, al parecer, cree que la apertura comercial y el libre comercio son conceptos propios de la corriente neoliberal. Debe decirse que las acepciones modernas de ambos conceptos datan de hace dos siglos y que fueron resultado de los planteamientos geniales de Adam Smith y de David Ricardo (teoría de la ventaja comparativa).
Desde luego, un neoliberal debe comulgar con la idea del libre mercado, pero eso no significa que no siéndolo pueda uno no creer en sus bondades. Los dirigentes chinos, por ejemplo, creen en el libre mercado: su estrategia de consolidación económica se construyó sobre la base de la mayor competitividad de sus productos en el mercado mundial.
El modelo del humanismo mexicano hasta ahora mantiene abierta sus fronteras para el comercio y la inversión; de hecho, el expresidente López Obrador fue el principal promotor del T-MEC que se signó oficialmente el 30 de noviembre del año 2018.
Con el propósito de salvaguardar el tratado comercial regional, el gobierno de la presidenta Sheinbaum parece abandonar preceptos básicos con la imposición de aranceles hacia los países con los que México no tiene tratados comerciales. La estrategia proteccionista de Trump nos daña, no solo por las tarifas que impone, que además se convierten en una continua amenaza; sino porque la geoeconomía condiciona a que también se utilicen medidas proteccionistas que afectarán la calidad y los precios de los productos que se ofertarán en el mercado nacional, sobre todo, en la industria automotriz. Ese reordenamiento en la política comercial no solo se presenta en México, sino en todo el mundo; a veces como una simple respuesta de la guerra arancelaria.
Tampoco el humanismo mexicano estaría en contra del Estado mínimo, si esto significara austeridad republicana. Hay un problema de matices: por obviedad lo que menos se quiere es un Estado con una burocracia excesiva, que controle sus acciones y cuya perversión permita el soborno, la extorsión, el derroche, el tráfico de influencias y otros actos de corrupción; sin embargo, un Estado mínimo tampoco garantiza la prevalencia de una alta moralidad. En México ha quedado claro que la corrupción no solo depende del tamaño del Estado, sino de los abusos de poder y de las flaquezas de los funcionarios y empleados públicos; es decir, que ante todo se requiere de responsabilidad, honestidad y honradez.
Alejandro Werner (exfuncionario del FMI e investigador senior del Peterson Institute), en octubre del presente año, en el Tecnológico de Monterrey reconoció que no es posible equiparar a México con los regímenes populistas de América Latina. El modelo económico de la 4T – señaló – se distingue por una política social sólida, enfocada a mejorar la distribución del ingreso mediante el aumento del salario mínimo, pensiones y transferencias, además de una política de desarrollo vinculada con el T-MEC, con énfasis (en la construcción) de infraestructura y en la regulación y (desarrollo) del sector energético. Otra característica distintiva es que hasta ahora ha procurado mantener finanzas públicas sanas y ha sabido contener la presión fiscal con respecto al PIB, más cuando existe la tentación de ampliar los niveles de gasto o inversión para elevar la tasa de crecimiento económico.
Dentro del contexto de una economía abierta, es obvio que interese que se amplíen tanto las inversiones foráneas en el país, como el caudal de exportaciones hacia el mundo. Hay cifras récord en materia de inversión extranjera directa (40 mil 906 millones de dólares hasta septiembre de 2025); mientras que las exportaciones acumuladas de enero a septiembre alcanzaron un dato histórico de 399 mil 500 millones de dólares. Pese a las amenazas comerciales, México se mantiene como el principal socio comercial de Estados Unidos con un comercio total (incluye importaciones) que ascendió a 653 mil millones de dólares en los tres primeros trimestres de 2025.
Es pertinente señalar que el tipo de cambio ha mostrado apreciación durante todo el año, lo que contraviene el supuesto convencional de que una tendencia así no favorece a las exportaciones. Hay una mayor interdependencia y articulación entre las economías y ese contexto sobrepasa a la idea de que la depreciación cambiaria constituye una herramienta vital para estimular las exportaciones. Estamos afortunadamente ante un régimen de libertad cambiaria; créanme que bajo los sistemas cambiarios anteriores ya se hubiera devaluado el tipo de cambio sobre la base de una ortodoxia.
Es difícil entender que se conciba que solo exista un motor de crecimiento económico; es decir, que se menosprecie una política económica dual que favorece tanto a las exportaciones como al mercado interno. ¿No es lógico pensar que un modelo económico que impulse a la par la demanda interna y la demanda externa potencie aún más el crecimiento económico? ¿No se ampliaría la generación de ingresos y empleos? ¿No aumentaría la productividad de los factores? ¿No se configurarían economías de escala y habría una mayor integración de las cadenas de suministro y de proveeduría? ¿No se haría más resiliente nuestra economía ante crisis o choques externos?
Si existe ya el potencial exportador, por qué se insiste en minimizar la expansión de la demanda interna a partir del crecimiento de los salarios y de la masa salarial, que son condición básica para ensanchar el mercado interno y ampliar el consumo disponible ¿Acaso los empresarios rehúyen a su función social de crear riqueza para satisfacer una creciente demanda de bienes y servicios, dada una mayor capacidad adquisitiva?
Se insiste en que se invierte poco por la ausencia de seguridad jurídica, argumento que palidece cuando se observa que la inversión foránea ha alcanzado una cifra récord. La pregunta sustantiva es si la política económica de la presidenta Sheinbaum está inhibiendo a la inversión, cuando en realidad lo que ha buscado es el diálogo y un mayor involucramiento del sector empresarial en la estrategia de desarrollo económico de la 4T.
El 4 de diciembre - un día después del anuncio del incremento del salario mínimo para 2026 - durante la tradicional comida de fin de año, el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) le presentó a la presidenta Sheinbaum un paquete de inversión con un monto que supera los 40 mil millones de dólares para 2026. Estos 38 proyectos de inversión en infraestructura se alinean al Plan México y con ese monto complementario se cumpliría con la meta de elevar a 25% la inversión privada sobre el PIB; además de que se prevé que el PIB podría aumentar en 1.5 puntos porcentuales.
También hubo expresiones positivas respecto a la presidenta Sheinbaum. Cito algunas de las opiniones vertidas:
“Fue una reunión muy productiva, muy positiva…muy proactiva también… El potencial es inmenso…Es gigantesco, de trillones (Antonio del Valle Perochena).
“Nos dio confianza, nos dio mucho entusiasmo, porque vienen como siempre retos importantes…el país no puede estar en mejores manos (Antonio Chedraui).
“Vimos a la presidenta con mucha calidad de respuesta y ganas de verdaderamente lograr un crecimiento incluyente y con beneficios para todos” (eso fue lo que comentó Claudio X González Laporte, padre de uno de los principales opositores de la 4T).
Entonces, no sería la supuesta relación catastrófica entre el gobierno y los empresarios lo que explicaría la baja inversión, que por lo demás se ha mantenido dentro del promedio histórico con respecto al PIB. Hay, sí, un Estado proactivo que quiere moldear y reactivar al capitalismo hacia propósitos más justos; que concibe que el mercado, por sí solo, no puede orientar el destino económico del país. El mercado da señales, pero carece de voluntad y conciencia.




