Hay algo muy paradójico en ser víctima de un secuestro, por un lado está la vida de un ser humano tratada como moneda de cambio por un grupo de criminales y por otro, la fragilidad con que se puede romper el mismo valor que te mantiene con vida.

Es el sentido que le des a tu propia vida lo que traza la delgada línea entre la fuerza, la locura y la desesperanza, y al final el amor más grande, en el caso de Alberto de la Fuente, sus hijos y la esperanza de volverlos a abrazar, lo mantuvo enfocado en solo objetivo: sobrevivir.

“No se quedarán sin padre”

Alberto logra hacer un valiente testimonio dedicado a sus hijos, para que, en sus propias palabras, conozcan la dura experiencia que vivió alejado de ellos encerrado en una caja.

Al presentar su libro en Madrid, rodeado de amigos y seres amados, cuenta que estando encerrado llegó a un “acuerdo de mutua colaboración con Dios”. Porque no, no fue él quien lo puso en ese horrible lugar, “sino la ambición desmedida de un grupo de mercenarios que trafican con el sufrimiento ajeno”.

Habla de cómo logró transformar la tristeza más profunda en motivación y fuerza. De que a pesar del odio acumulado ha decidido “perdonar y soltar”.

El libro

La caja es un libro para aprender a dar valor a lo verdaderamente importante, a depurar las banalidades que nos estorban y que nos roban tanta energía. “Plenamente convencido de que mi texto será una guía invaluable para ellos (sus hijos) y que con sus propias experiencias lo seguirán enriqueciendo”.

Por duro que sea, Alberto se obligó a no omitir detalle, está seguro de que sus hijos agradecerán la sinceridad, la perseverancia y la supervivencia, porque en su encierro no paraba de pensar: “esos niños no se van a quedar huérfanos. Jamás serán los niños sin papa”, por eso, al final, el relato más que una tragedia, es una historia de amor.

Dar al confinamiento su justo valor

Por otro lado, para quien lo lea, y sepa interpretarlo, La caja es un recordatorio acerca del verdadero significado del confinamiento.

La pandemia por Covid-19 dejó tras de sí graves estragos sociales y académicos, pero principalmente en el bienestar emocional y mental de las personas, la ansiedad y la incertidumbre no han pasado del todo y a la fecha no sabemos con certeza si la vida ya volvió a la “normalidad”.

Sin embargo, para alguien que ha vivido una experiencia de confinamiento absoluto, la lección está muy clara y eso es lo que desea trasmitir: “se debe vivir con intensidad el aquí y el ahora, para aprender a soltar el pasado y sobre todo para no posponer nuestros proyectos inmediatos”.

El amor

En su libro invita a decir un montón de veces “te quiero a nuestras personas amadas”, porque, “no hay cosa más horrible que no poder decir adiós por última vez”.

Una amistad inusual

Entre las pocas herramientas que tuvo Alberto para mantener su cordura en el pequeño espacio que habitó durante nueve meses y medio, estuvieron los libros de “zombis” que sus captores le daban y que él leía para pasar el tiempo. Cuenta que en un momento de “loca lucidez” se prometió que, si salía con vida, buscaría a un escritor, que mas tarde sin proponérselo lo acompaño, el madrileño Víctor Blázquez, lo cumplió y hoy los une “una sincera y atípica amistad”.

Menos “hubiera” y más “yo hice”

Dar valor a nuestro efímero paso por este mundo, no quedarnos con demasiados hubieras. Coleccionar más yo hice y dejar menos pendientes el día que dejemos de respirar es el mensaje del autor, que de la aberrante tragedia que sufrió, logra rescatar un mensaje de amor.

“Yo estuve a punto de morir cientos de veces en esa caja y de las cosas que más me carcomían y me atormentaban la conciencia, eran precisamente todas esas cosas que pude hacer en libertad y que no hice por creerme que era eterno, por pensar que yo era el dueño y señor de mi tiempo”.

Hoy sé, continúa, que no es que tengamos poco tiempo, “la realidad es que solemos administrarlo muy mal. Irónicamente yo en la caja aprendí a sacarle partido a una situación donde en primera instancia se veía imposible aprender algo y ahora ese conocimiento es el que quiero compartir”.

Invaluable narración de alguien que luego de pasar por la peor de las experiencias, decide trasmitirnos una importante enseñanza: “La caja en resumidas cuentas es un manual para decir siempre: sí a la vida”.

Twitter: @diaz_manuel