Las elecciones locales del domingo 5 de junio transportan varios significados.

El primero y mas importante es que confirman la condición democrática pluralista de las sociedades civiles y políticas regionales del país, garantizada por las instituciones electorales

Ello quiere decir que la ciudadanía salió a ejercer libremente su derecho fundamental al sufragio y pudo elegir entre varias opciones.

Contó, incluso, con candidaturas independientes para seleccionar gobernadores y otros cargos, algo extraño hace apenas unos cuantos lustros.

Al mismo tiempo, con todo y los contextos complejos de relativa inseguridad, malas prácticas o clima adverso, la ciudadanía entendió que su voluntad sería percibida en las urnas por la propia ciudadanía y protegida por los organismos electorales.

El segundo es que la experiencia democrática pluralista indica que en la mayoría de los estados hubo alternancia entre partidos y grupos políticos obligados a aceptar, dialogar y convivir, aunque les incomode.

Y es que, después del domingo 5 de junio, sumadas a más mujeres gobernadoras, salvo en dos de las 32 entidades en todas ha habido al menos una alternancia en la gubernatura y en todas la pluralidad municipal y legislativa son evidentes.

El tercero es que la fuerza de Morena en consolidación, respaldada por sus aliados, continúa polarizando y forjando un sistema real de dos partidos que ayuda a esclarecer y definir tanto las preferencias ciudadanas como el discurso, la acción y el rumbo del país.

Esto quiere decir que las dos principales opciones están a la vista y la ciudadanía es más consciente de a quiénes y para qué las elige.

El cuarto significado que aprecio es que, a diferencia del pasado en el que 3 partidos se repartieron la representación política y pudieron sostener la gobernabilidad del sistema, ahora le corresponde a Morena contar con las condiciones y la responsabilidad principal de intentar reducir y no solo paliar los grandes problemas nacionales.

Ética pública, buena economía y administración, justicia social, democracia, seguridad y estado de derecho figuran entre las prioridades. Nada fácil.

El quinto significado es precisamente este.

Dada la ampliación del dominio territorial de Morena, que controla 22 gubernaturas, ya no habría por qué esperar más a que logre aumentar la eficacia de sus ofertas políticas principales por las que se votó en 2018 abrumadoramente en favor del presidente López Obrador, confirmadas en abril de 2022 mediante la ratificación de su mandato.

Es verdad que su gobierno ha heredado grandes lastres y resistencias, y que ha enfrentado factores inéditos tales como la pandemia por Covid-19 y ahora la presión económica importada que puede empeorar en los meses y años por venir las fragilidades sociales que se vienen tratando de subsanar.

Empero, en cualquier caso, la política y el gobierno son así. Siempre sujetos a variables imprevistas, tienen que responder con creatividad y efectividad mínimas suficientes para asegurar que no solo se es hábil para ganar elecciones.

En la etapa que ahora se abre es imperativo ajustar lo necesario y garantizar la gobernabilidad y la estabilidad social y económica dentro de la Constitución democrática. En favor de la mayoría y sin desmedro de las minorías disidentes. Antes de los comicios de 2023 y 2024, es tiempo de mejores resultados de los gobiernos guindas.