Mañana se cumple el primer año de la primera mujer al frente del Ejecutivo federal. Un hecho histórico, sin embargo, probablemente también lo sea, el año más complicado que ha enfrentado un presidente en tiempos recientes.
Claudia Sheinbaum recibió una república desmantelada, con instituciones debilitadas, frágil economía, un sector energético al borde del colapso, crisis en servicios públicos, altísimos niveles de corrupción y una violencia desbordada que algunos equiparan a una guerra civil.
Ha sido costumbre comparar el primer año de cada presidente con el de sus antecesores, pero este caso exige revisar el contexto y los obstáculos con los que ha tenido que lidiar Claudia Sheinbaum. No es solo un mal arranque: ha sido un año marcado por la herencia tóxica del sexenio anterior y por la estructura de poder que se le impuso desde antes de asumir la presidencia.
El entorno es complicado
Varios de los actores más influyentes de la 4T están bajo sospecha o en el centro de escándalos por corrupción, crimen organizado, nepotismo y conflictos de interés. Durante este primer año se han revelado nexos de gobernadores del norte del país —todos de Morena—, con el crimen organizado.
A la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, le cancelaron la visa estadounidense por sus presuntas relaciones con la delincuencia.
Rubén Rocha, gobernador de Sinaloa, ha sido vinculado con el Mayo Zambada y señalado por corrupción y el asesinato del exrector Héctor Melesio Cuén.
Alfonso Durazo, de Sonora, enfrenta señalamientos por sus vínculos con el Cártel de Sinaloa y los Chapitos.
Américo Villarreal, de Tamaulipas, también ha sido relacionado con grupos criminales.
Las investigaciones por presunto huachicol fiscal involucran a varios de estos gobernadores y al expresidente de Morena, Mario Delgado, bajo la sospecha de que parte de los recursos ilícitos se destinaron al financiamiento de campañas de Morena.
Pero el escándalo más grave, ha sido la presunta red delictiva vinculada a Adán Augusto López, considerado el número dos de la 4T y muy cercano a AMLO. El senador, junto con Hernán Bermúdez Requena (ya detenido) y Andrés López Beltrán, hijo del expresidente, también han sido relacionados con negocios irregulares en torno al Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, huachicol y desarrollos inmobiliarios.
Todo esto comenzó a revelarse durante el primer año de Sheinbaum, en gran parte, gracias al trabajo de Omar García Harfuch, una figura considerada clave en el gabinete, con independencia política y bien visto por la ciudadanía.
Los costos de la imposición
La presidencia de Sheinbaum ha estado marcada por una sucesión impuesta. En una cena organizada por AMLO se definió la ruta: habría una encuesta interna y los resultados repartirían el poder.
La candidatura presidencial sería para quien quedara en primer lugar, la coordinación del Senado para el segundo, la Cámara de Diputados para el tercero, y un puesto en el gabinete para el cuarto. Aunque Claudia ganó la encuesta, Gerardo Fernández Noroña superó a Adán Augusto, lo que descompuso los planes del expresidente. Aun así, el tabasqueño quedó como líder en el Senado, mientras que Ricardo Monreal fue colocado en la Cámara de Diputados. Y, como premio de consolación, a Noroña lo mandaron al Senado y le dieron la presidencia durante el primer año. Mario Delgado fue nombrado secretario de Educación y Marcelo Ebrard, secretario de Economía.
Con estos movimientos, Claudia Sheinbaum quedó atada de manos y desde entonces, el control político del Congreso e, incluso el del gabinete, se maneja desde Palenque.
Sin dejar cabos sueltos, AMLO reorganizó a Morena, colocó como presidenta a Luisa María Alcalde y como operador a su hijo Andrés, quien intentó proyectarse como figura clave en el nuevo gobierno, con el respaldo del vocero Jesús Ramírez Cuevas, puesto como coordinador de asesores de la presidenta y encargado de promoverlo como el próximo presidente de la República.
En el gabinete, el expresidente impuso la continuidad de Rogelio Ramírez de la O en Hacienda; a Rosa Icela Rodríguez, en Gobernación; a Luz Elena González —ligada al grupo Tabasco— en Energía; a Marath Bolaños, en la Secretaría del Trabajo y, a Citlalli Hernández, en la de las Mujeres. En la UIF mantuvo a Pablo Gómez, pero finalmente fue removido tras presiones externas y, en CFE y Pemex, dejó a personas leales.
En resumen, el primer año de Sheinbaum ha sido una tormenta de escándalos heredados y estructuras impuestas. Pero también un punto de quiebre. Si las investigaciones avanzan, en el segundo año podría iniciar una purga profunda al interior del movimiento.
La caída de figuras como Adán Augusto, López Beltrán, Mario Delgado y varios gobernadores podría abrir el camino para que la presidenta tome el control del gobierno y haga cambios significativos que la lleven a recuperar la conducción política y marcar un rumbo propio. Si logra romper con la inercia del sexenio anterior, los resultados económicos, sociales y políticos podrían ser muy distintos a los que AMLO dejó y pretendía perpetuar.
X: @diaz_manuel