Ricardo Monreal adelantaba en sus redes que el famoso teléfono rojo sonaba constantemente. Para él, la votación del miércoles era ventana para congraciarse con el presidente López Obrador. Pero si a alguien le interesaba más la iniciativa, era al dirigente del PRI, Alejandro Moreno. Para Alito, por intereses personales y políticos, la aprobación del dictamen era su salvoconducto ante la 4T.

Algo se rompió en el revolucionario institucional. No fue este día. Fue semanas atrás. Connotados priistas han pedido la renuncia de Moreno Cárdenas al frente del CEN del PRI. El campechano, resistió. Las definiciones de las candidaturas en el Estado de México, comenzaron a complicarse. Ante ello, el grupo Atlacomulco movió ficha en contra de Alito. Aunado a los ataques que semana tras semana recibía desde Campeche, para el líder del tricolor se convertía ya todo en una mezcla peligrosa.

La respuesta de Alito fue apoyar la iniciativa de la Diputada Yolanda de la Torre, que para muchos implicaba “la militarización” del país. Aquí, comenzó la fractura más seria. El ser diputado y tener presencia en San Lázaro le valió para sacar adelante la reforma. No fue fácil. En el Senado, la historia sería diferente.

En la cámara alta, los priistas no obedecen con lealtad ciega a su líder de partido. El grupo de senadores encabezado por Osorio Chong, Claudia Ruiz y Beatriz Paredes es realmente un poderoso bloque al interior del PRI. “Se mandan solos” y obedecen a intereses distintos a los de Alito.

Ni Monreal, ni Delgado, ni tampoco Adán Augusto fueron capaces de conseguir los votos necesarios. La salida fue devolver a comisiones el asunto. De haber diálogo y consenso, el dictamen será modificado en comisiones para sacar adelante el tema. De lo contrario, simplemente no pasará.

¿Quién gana? Es política. Ganará quien imponga su narrativa. Al final, en la humilde opinión de quien escribe. La militarización que alegan, no es tal. La milicia como “hermano mayor” de las corporaciones de seguridad, debería tener fuerza suficiente para pacificar al país. No es nuevo. En el sexenio de Peña se aprobó la Ley de Seguridad Interior. Con Felipe Calderón, para el año 2011 duplicaron la inversión de la SEDENA. Vicente Fox se permitió que militares ocuparan los cargos más relevantes en la PGR, PFP y para el 2002 ya eran ocho unidades del ejército asignadas a la PFP. Es decir, la milicia poco a poco ha ido “ganando terreno” en las tareas de prevención e investigación.

No deberíamos ‘castigar’ a quienes voten a favor. Tampoco ‘laurear’ a quienes voten en contra. Se ha extra politizado un tema que ha estado de manera casi natural en la agenda de gobierno desde hace décadas.

Pendientes a la “guerra civil”, que, como en la Antigua Roma, tiene al Senado como protagonista principal. La medición de fuerzas es más tangible en la cámara alta.

Vanessa Félix | Twitter: @vanessafelixmx