“Lucha de gigantes

Convierte

El aire en gas natural

Un duelo salvaje advierte

Lo cerca que ando de entrar

En un mundo descomunal

Siento mi fragilidad

Vaya pesadilla

Corriendo

Con una bestia detrás

Dime que es mentira todo

Un sueño tonto y no más

Me da miedo la enormidad

Donde nadie oye mi voz.”

NACHA POP

Por el caño se pudieran ir inversiones, confianza, créditos y calificaciones. Ojalá no.

Mas la soberbia enceguecida, disfrazada de falso patriotismo y arropada en un sueño trasnochado de los años mozos de los tocayos Bartlett y López Obrador, ha logrado que el gobierno de Estados Unidos inicie el proceso de resolución de disputas contra México. Ha encontrado que las políticas energéticas del gobierno de la 4T son discriminatorias a favor de las estatales CFE y Pemex. En otras palabras, violan el T-MEC.

Canadá, el otro gigante, anunció que se unirá a Estados Unidos y presentará también una controversia por la política energética de México.

El precio del proteccionismo resultaría demasiado alto. El 10% de capacidad pedido por López Obrador a sus subalternos convertido en un 100% de servilismo que, conforme a los viejos modos priistas, se desarrolla así: “lo que usted diga señor presidente”, aunque con ello destruyen al país.

La controversia presentada por Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, resulta después de que varios integrantes del gabinete lopezobradorista no tuvieran éxito en convencer al presidente de los peligros del curso de acción que se ha trazado en los ámbitos de la energía y condiciones laborales. En diversas ocasiones Tai señaló los problemas; estos simple y sencillamente no pudieron haber pasado desapercibidos.

Pero ni así el gabinete energético (Rocío Nahle, Manuel Bartlett y Octavio Romero Oropeza) desistieron en su empeño; acallaron otras voces más sensatas volcadas a crear puentes de cooperación que partían de otras dependencias y áreas del gabinete (SRE, Economía).

Total que los primeros —ya sea porque están convencidos o porque le quieren dar por su lado al presidente— comparten la convicción del mandatario de “no me vengan con que la ley es la ley” y desconocen que los tratados comerciales se equiparan en rango a la norma constitucional.

Decir que los tratados “no deberían pasar por encima de las regulaciones domésticas y su natural evolución democrática” es desconocer el artículo 133 de nuestra Carta Magna, donde se equipara los tratados a la Ley Suprema de la Unión. El gobierno cuatroteísta no tiene derecho a argüir ahora que lo que nos recetarán Estados Unidos y Canadá son represalias.

Esto apenas comienza. Nos esperan paneles de arbitraje internacionales que, previsiblemente, tendrán un alto costo económico para México. Como ciudadanos debemos tenerlo claro: nuestras autoridades nos adeudan sendas explicaciones.

Iniciar “consultas” es sinónimo de pleitos comerciales. Unos en los que nuestro principal socio comercial acusa al Estado mexicano de no cumplir con lo acordado en el T-MEC.

Más allá de la chistosada —no digna de un presidente— de contestar la controversia de Estados Unidos con la canción de ‘Uy qué miedo’ de Chico Che, su respuesta demuestra varias cosas:

  1. El primer mandatario puede hacer un payaso de sí mismo, lo que es ya decir mucho.
  2. El presidente no tiene entendimiento del contexto internacional.
  3. AMLO no le habla a Estados Unidos en sus mañaneras sino a su feligresía, y sin embargo sus palabras sí nos traerán terribles consecuencias provenientes del exterior.

Podrá López Obrador desestimar las repercusiones por la consulta sobre la presunta violación al T-MEC (y de paso a la Constitución, como ya se señaló), pero lo cierto es que la obcecada intransigencia de Bartlett, la ignorancia supina de Nahle y las eternas peleas entre ella y Romero han llevado al país en términos de política energética a un callejón oscuro, contaminante y sin salida.

Las controversias (estadounidense y canadiense) nos saldrán carísimas, además de servir como antecedente para presentar controversias al respecto de otros tratados y acuerdos que ha signado México.

La canción antes referida es un aviso del desastre que se avecina. Al no cumplir la palabra dada, se perderá la confianza en nuestro andamiaje jurídico, en nuestras autoridades, en nuestro país. Es tirar este y cualquier otro compromiso internacional, presente y futuro, por el caño.