Ayer pude apreciar gracias a un video que circuló en redes sociales la participación del equipo mexicano de chicas de nado sincronizado en el Mundial en Francia.

Tengo la percepción de que México siempre ha resaltado en ese deporte. Y particularmente toda mi vida me gusta mucho verlo.

Pero lo que vieron mis ojos ayer fue algo que nunca había visto: Una espectacular participación de las mexicanas con un grande de dificultad y perfección infinitas. El resultado fue medalla de oro para México.

Compitieron con las mejores del mundo y haber ganado medalla de oro no fue cualquier cosa porque significa muchas cosas.

Al al ver su participación tuve muchas ganas de llorar y lloré.

Cuando compartí el video en mi cuenta de X muchas personas me comentaron que también habían llorado.

Y es que todos los mexicanos sabemos del abandono que la Conade (Comisión Nacional del Deporte)  a infringido en contra de los deportistas mexicanos.

En particular por supuesto su directora Ana Gabriela Guevara, quien tuvo el desatino de decir no hace mucho que si tanto querían apoyo las chicas de la Selección Nacional de nado sincronizado, se compraran ellas mismas sus calzones. Así, literalmente lo dijo.

Sin embargo, ayer en un acto profundo de cinismo la propia Conade, en su cuenta de X felicitó al equipo. Claro que las chicas saben que eso fue algo forzado y que no era necesario.

Estas chicas nos han venido a enseñar que por más que la gente te diga que no vas a poder, por más que te nieguen el apoyo que mereces, por más falta interés que el gobierno le tenga al deporte mexicano, ellas nos vinieron a enseñar que nada de eso importa, si tienes una mentalidad triunfadora y aspiracionista.

Ellas aspiraron a la medalla de oro y trabajaron por ella días, meses y años. Ensayo tras ensayo, esfuerzo tras esfuerzo, aún teniendo en contra a todos y todo, ganaron.

Estas chicas nos vinieron a enseñar que se vale querer aspirar a algo grande y mejor y que se puede obtener si luchas por ello.

Ellas no se creyeron lo que todos los días les dice su presidente, que aspiracionar es de fracasados. Ellas nos regalaron esa esperanza y esa emoción que hace muchos años no sentíamos ni vivíamos.

Por eso es que quizá a muchos nos hizo llorar.

Nos inspiraron a creer que aunque una persona nos hable de odio y de rencores todos los días desde su mañanera, hay personas que se dedican a salir adelante y no solo por ella sino poniendo el nombre de México en alto.

Estas chicas están convencidas de que merecían lo mejor y fueron tras ello.

Ahora vienen las Olimpiadas este verano en el mismo lugar en donde participaron.

Creo, sin experta en el tema, tienen a su favor que ya conocieron las instalaciones, el público, la dinámica y que llevan en sus corazones esa medalla de oro.

Difícilmente algún otro país se las arrebatará para los Juegos Olímpicos de este año.

Y es que fue tanta la pasión con la que nadaron, tanta magia en el agua, tanta cantidad de aire retenido sumergidas para hacer hermosas piruetas con sus piernas, fue tanto de todo, que no creo que alguien las pueda superar.

Porque el equipo además además de haber demostrado  tener gran preparación tuvo un elemento que casi nadie lo tiene hoy en día en nada: pasión.

Gracias al espléndido equipo de nado sincronizado por haberme regalado un momento tan estelar y maravilloso.

Gracias porque su triunfo nos vino como anillo al dedo anímicamente. Gracias por demostrarnos que el bien siempre vencerá al mal.

En el momento que escribo esta columna aún no arranca la ya desgastada mañanera del presidente. Seguro las felicitará como no queriendo la cosa y muy a fuerza.

Lo que diga o deje de decir ya no importa. Como tampoco le importo al equipo nacional.

Soñaron con la medalla de oro, fueron tras ella y la ganaron.

Eso fue lo mágico.

Es cuanto.