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En México se tomaron las decisiones adecuadas en medio de la recesión que trajo consigo la pandemia de Covid-19, y es que lejos de salvar a las empresas, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se hizo el propósito de mantener sanas las finanzas gubernamentales, no caer en la tentación del endeudamiento y en paralelo persistió en su plan de ampliar y fortalecer el mercado interno.

El resultado está a la vista, México está lejos de una crisis financiera, su sistema financiero permanece relativamente intacto, situación que no pueden presumir otros países.

La muestra está en lo que sucede en Estados Unidos, con la implosión del Sillicon Valley Bank, una institución financiera basada en California, que lamentablemente cayó en la especulación y dejó de culpar con el propósito para el que están pensados los bancos, que es captar ahorros e inversiones para financiar proyectos de negocios que puedan ser rentables.

Lo mismo para el Signature Bank, que también colapsó.

El tema de fondo es que la perspectiva de que 2 instituciones financieras del aparentemente sólido sistema bancario estadounidense hayan parado, despierta temores de que se reediten los episodios de crisis recurrente, que al final de cuentas forman parte de la historia de la especulación financiera.

Para que haya ganancias, tiene que haber crisis, sin embargo ahora mucho depende de la estrategia que se siga para garantizar que los ahorradores están protegidos y que no perderán su dinero.

Los bancos cayeron en crisis, fueron incapaces de responder por los ahorros de sus cuenta habientes y al final la reserva federal y autoridades financieras de los Estados Unidos tuvieron que proceder a fin de garantizar a los ahorradores certeza sobre sus carteras.

El asunto no es sencillo, podría desencadenar una reacción de efecto dominó y llevar a otras instituciones del aparentemente sólido sistema financiero estadounidense a la bancarrota, y por eso el gobierno de Joseph Biden decidió tomar de inmediato cartas en el asunto.

En Estados Unidos, la economía más grande del mundo, al parecer hubo muchas decisiones que no se tomaron en el sentido correcto y hoy el mundo tiembla ante la perspectiva de una crisis financiera que pudiera ser secuela de esas determinaciones equivocadas.

Biden salió este lunes a dar garantías, a decirle a los mercados y a los consumidores estadounidense que no hay nada que temer, que su gobierno dará bases sólidas al sistema financiero y que en todo caso se castigará a los responsables y se garantizará el dinero de los ahorradores.

No obstante la duda sigue presente y es sensata, la perspectiva de 2 bancos dentro del sistema bancario de Estados Unidos que truenan de la noche a la mañana hace dudar al más pintado.

Biden fue claro, dijo que se garantiza el dinero a los ahorradores, más no a los inversionistas de esos bancos, que tomaron riesgo y perdieron.

A sabiendas se arriesgaron y cuando el riesgo no valió la pena perdieron su dinero, así es como funciona el capitalismo”, advirtió.

Ahora la pregunta es si México es inmune a una perspectiva de contagio, y creo que la respuesta es automática.

Por supuesto que no. Sin embargo la respuesta puede tener matices, pues el contagio puede traer consecuencias positivas para México, justo a partir de las buenas decisiones tomadas por el gobierno de López Obrador.

La situación de buenas a primeras trajo consecuencias sobre la valoración de nuestra moneda, que tras romper el piso de los 18 pesos por dólar la semana pasada, este lunes volvió a niveles cercanos a los 19 pesos por unidad de moneda estadounidense. Esto es una depreciación del 2.52 por ciento.

Claro si tomamos en cuenta que el nivel de comparación es el de 20.41 pesos por dólar, podemos respirar tranquilos por el momento, nuestra moneda está 7% abajo de ese nivel de diciembre de 2018.

Sin embargo al ser la economía mexicana una tan conectada a los Estados Unidos nos seguimos siendo vulnerables, por más que algunos de los ciclos y tendencias en nuestro país parezcan desvinculadas de lo que ocurre en el sistema financiero del país vecino.

El primer dictamen técnico sobre la situación es que el nerviosismo incentivó la aversión al riesgo y que eso afectó financieramente a México en una primer reacción. Sin embargo es importante apuntar que este escenario pudiera cambiar rápidamente y al ser México un destino considerado estable y seguro, muchos capitales pudieran optar por refugiarse en nuestro país.

Eso supondría un fortalecimiento de nuestra moneda a partir de la entrada masiva de capitales, que buscarán un destino seguro, que además pague buenos rendimientos.

Sin duda que las tasas de interés de 11% en México son llamativas, sobre todo en un escenario de incertidumbre, donde los principales mercados de valores reportan pérdidas y mucho nerviosismo.

En este primer momento la resistencia de los indicadores y factores que dan valor a la economía mexicana están a prueba, si el resultado es favorable, México podría ser la sorpresa y en este caso el modelo de “economía humanista” de la 4T debe pasar por un nuevo reto.

Del resultado depende mucho en el futuro.

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