“Que todo cambiará
Hoy aunque todo siga igual
Y me mandes a callar diciéndome
Que tienes que dominar
O será el final
Y yo no puedo así
No tengo armas para enfrentarte,
pongo mis manos... manos al aire"
NELLY FURTADO
Increíble, pero no sorprendente. Si lleváramos un registro de las contradicciones hipócritas del obradorismo, ya tendríamos que imprimirlo en volúmenes. Lo que antes juraban combatir —y que, con tanto dramatismo, abolieron, restringieron o eliminaron— ahora lo practican con entusiasmo, sin rubor y, para colmo, con gozo.
Ahí está el último numerito: instruir a la jueza Mariana Vieyra Valdés para liberar a Israel Vallarta. ¿Justicia? No. Espectáculo. Una distracción más para desviar la atención de los desfiguros de la 4T. Una cortina de humo, pero con fuegos artificiales incluidos: aprovechar para desgastar a Loret de Mola, revivir el zombie mediático de Calderón y García Luna (porque ya ni para espantapájaros sirve), darle un manazo preventivo a Adán Augusto y su séquito… y, por qué no, lanzar al estrellato político a Vallarta. Total, Morena ya ha candidateado a violadores, acosadores y secuestradores. ¿Uno más?
Claro que, aunque les dé momentáneo oxígeno político, la liberación de Vallarta terminará siendo un búmeran. La presidenta Claudia Sheinbaum, que no es ingenua, ya reculó y dijo que no se va a reunir con él. Y eso que ella misma —y su secretaria de Gobernación— habían presumido que trabajaron por su liberación. Qué curioso. Ojalá le dure la sensatez, porque este tipo de amistades pesan. Y mucho.
Tan burda es la operación, que lo primero que hace Vallarta al salir del penal del Altiplano no es exigir justicia ni denunciar 20 años sin sentencia. No. Lo prioritario es anunciar que va a “revelar” cosas. ¡Qué oportuno! Promete hablar de García Luna y de Loret de Mola, como si no llevara 20 años preparándose ese discurso. Lo que no menciona —qué descuido— es que tiene aún procesos abiertos y que al menos seis víctimas lo señalaron directamente como su secuestrador. A ellas no las torturó ninguna autoridad; las torturó Vallarta. Pero de eso, por supuesto, ni una palabra.
Y para rematar, se lanza con que está considerando ser senador por la 4T. ¡Viva la democracia popular y participativa! Esa que impulsará Gómez por orden… expresidencial. Un lugar menos para alguien serio, pero uno más para la farsa. Morena ya ni pretende engañar: su lista de aspirantes parece casting de antagónicos de telenovela de narcos. Lo de Cuauhtémoc Blanco, bueno, al menos metía goles. ¿Vallarta? ¿Lo salva su récord delictivo?
¿Y recuerdan cuando liberaron a Florence Cassez en 2013? ¿Quién gritó primero que era una barbaridad? ¡Correcto! López Obrador, clamando por justicia, por las víctimas, por el fondo del caso. Que no podían soltarla por fallas en el procedimiento. Que había que pensar en el dolor de las víctimas. Qué tiempos aquellos, cuando al menos fingían coherencia.
Doce años después, esos argumentos ya no aplican. Hoy se vale liberar a Vallarta, revictimizar a quienes lo denunciaron, y aplaudirle su discurso de mártir de la injusticia. Porque ahora lo importante no es hacer justicia, sino alimentar una narrativa. Total, para eso está el Poder Judicial… para obedecer.



Y hablando de jueces obedientes: la jueza Mariana Vieyra Valdés, la misma que en marzo sentenció a 89 años de prisión a Malinali Gálvez (media hermana de Xóchitl Gálvez) por secuestro, es también la que libera a Vallarta. ¿Coincidencia? ¡Seguro! Como también lo es que haya aparecido en los acordeones de Morena y ganado en los comicios judiciales del 1 de junio. Claro que sí.
La sentencia de la jueza ignora, desprecia y pisotea a las víctimas. En esta tragicomedia, ellas no importan. Sus testimonios, su dolor, su verdad, fueron descartados por tecnicismos. Porque aquí no se trata de hacer justicia: se trata de mandar mensajes, de mover piezas políticas, de entretener al respetable.
Que nadie se engañe: la liberación de Israel Vallarta no es justicia, es marketing. Es una bofetada para las víctimas y una burla más del sistema judicial. Y todo para seguir golpeando a los opositores de siempre, aunque ya estén más acabados que un VHS.
¿Coherencia? ¿Memoria? ¿Decencia? Nada de eso habita ya en Morena. Lo suyo es la simulación y el doble discurso. Las muletillas de siempre ya no dan para más. La historia se les parece demasiado. Y lo peor: ni siquiera son buenos para el engaño.
Israel Vallarta libre no es una buena noticia. Ni para sus víctimas. Ni para el país. Ni siquiera para quienes lo soltaron. Es solo otro miserable distractor. Pero no se preocupen, tarde o temprano, también les pasará la factura.