El caso de Ernestina Ascencio Rosario, una mujer indígena de 73 años originaria de Soledad Atzompa, Veracruz, se ha convertido en uno de los casos más lamentables de violencia contra mujeres indígenas, al evidenciar la impunidad y deficiencias en el sistema de justicia mexicano. Su muerte en febrero del año 2007 y los hechos que la precedieron han generado controversia, movilización social y, más recientemente, un proceso internacional de búsqueda de justicia.

Ernestina salió a pastorear sus ovejas y encontró la muerte. Fue encontrada malherida en el campo, y esa tarde, que debió ser tranquila, se convirtió en una pesadilla. Según su familia y testigos, antes de morir dijo haber sido agredida por los “hombres de verde”, es decir, soldados del 63 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano, que se ubicaba en la comunidad de Tetlatzinga del municipio de Soledad Atzompa, a unos 300 metros de donde la mujer indígena fue encontrada gravemente herida.

La primera autopsia confirmó lesiones indicativas de agresión sexual, traumatismo craneoencefálico y fractura cervical, determinando que su deceso se debió a estas lesiones y a la falta de atención médica oportuna.

Sin embargo, la investigación se vio marcada por irregularidades. En abril de 2007, la Procuraduría General de Justicia de Veracruz decidió no ejercer la acción penal, argumentando que no se lograron probar los delitos. Posteriormente, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) negó cualquier vinculación, y el presidente Felipe Calderón anunció que nuevos exámenes mostraban que Ernestina había muerto de “gastritis crónica” sin signos de violación. A este hombre la vergüenza debería entumirle la cara, si conociera la vergüenza…

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), con José Luis Soberanes como titular, confirmó esta versión, lo que generó más polémica y desconfianza entre la familia y organizaciones de derechos humanos.

Las columnas más leídas de hoy

Después de más de 15 años de batallar en las instancias nacionales sin obtener resultados concluyentes, en junio de 2023 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó el caso de Ernestina Ascencio Rosario ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), marcando un hito en la demanda de verdad y reparación para la víctima y su familia.

En una decisión histórica notificada este martes, la Corte IDH determinó que el Estado mexicano es responsable por la violación sexual, tortura y posterior muerte de Ernestina Ascencio Rosario. La decisión del tribunal internacional concluye un largo camino de lucha por la verdad y la reparación para su familia.

Según la sentencia, la violación sexual y las graves lesiones que sufrió la mujer indígena fueron la causa directa de su muerte, agravadas por el incumplimiento del Estado en brindar atención médica oportuna y adecuada. Además, la Corte responsabilizó al país por la falta de acceso a la justicia en condiciones de igualdad para sus familiares, quienes enfrentaron obstáculos para conocer la verdad y hacer responsables a los perpetradores.

Este caso se enmarca en un contexto más amplio de militarización en México. Recordemos que en diciembre de 2006, el entonces presidente Felipe Calderón inició la llamada guerra contra el narco, en un intento de legitimar el fraude electoral que lo llevó a la presidencia. Una guerra que enlutó al país y donde, de forma indirecta Ernestina encontró la muerte. Fue el ejército que la mató y Calderón, como comandante supremo de las Fuerzas Armadas en ese momento, debió responder por lo ocurrido a Ascencio quien, sobra decirlo, no murió por gastritis.

Otro responsable fue el finado Fidel Herrera Beltrán, exgobernador de Veracruz, quien hizo eco a lo dicho por Felipe Calderón y aseguró que Ernestina murió por enfermedad.

Con esta sentencia, la Corte IDH marca un hito fundamental en la lucha contra la impunidad y la defensa de los derechos humanos en el país: exige al Estado mexicano que aplique medidas de reparación (entre ellas, indemnizaciones a la familia de Ernestina), y reformas estructurales para evitar que se repitan hechos similares.