El gobierno de México no puede actuar como si nada ocurriera, los señalamientos persisten y pesan sobre personajes clave del obradorismo y de la estructura de Morena. Imputaciones que van desde la participación en el robo de combustible (huachicol), hasta el involucramiento en la producción y tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, delitos que ya persiguen instancias internacionales.
La administración de Sheinbaum no puede seguir negando hechos que son del conocimiento público: Adán Augusto López Hernández, Mario Delgado y Andrés López Beltrán han sido señalados directamente, al igual que los gobernadores Américo Villarreal, Alfonso Durazo, María del Pilar Ávila, Rubén Rocha, Rocío Nahle, Layda Sansores, Evelyn Salgado y Alfredo Ramírez Bedolla, todos tienen investigaciones abiertas o denuncias formales en la FGR y en tribunales internacionales.
No se puede tapar el sol con un dedo
Frases maniqueas como “Andrés Manuel López Obrador fue, es y será siempre un ejemplo de honradez, austeridad y profundo amor al pueblo”, suenan vacías frente a la magnitud de la corrupción que ha emergido durante su sexenio. Las evidencias apuntan a que su administración podría haber sido de las más corruptas en la historia contemporánea del país.
Sin embargo, desde Palenque habría salido la instrucción de que ningún funcionario, por más pruebas que existan en su contra, debe renunciar ni comparecer ante la justicia. La lógica es clara: si cae uno, caen todos.
Por ello, la simulación y la fingida voluntad de justicia. Buscan “patear el balón” hasta que las autoridades internacionales, especialmente las estadounidenses, pierdan el interés o la presión disminuya. La estrategia es ganar tiempo, sin rendir cuentas.
Este patrón también ha alcanzado al Poder Judicial. Sostienen que “se terminó la era del nepotismo y los privilegios”, cuando ocurre lo contrario. La integración de la Suprema Corte fue el resultado de una elección simulada en la que los candidatos del ex presidente se impusieron con un eficiente sistema de “acordeones”.
Ahora, como en las dictaduras el Poder Judicial responde más al Ejecutivo que a la Constitución, aplicando justicia selectiva contra adversarios políticos.
Encubrimiento
Escudarse tras el discurso de la soberanía nacional para evitar que estos personajes respondan ante las autoridades estadounidenses pierde efectividad. Frases huecas como:“México no acepta intervencionismo, somos un país libre y soberano”, se usan para encubrir a presuntos delincuentes cuyos actos afectan a ambas naciones.
Desde el regreso de Donald Trump a la presidencia, la relación bilateral se ha tensado: las amenazas arancelarias y las exigencias en torno al combate a los cárteles han aumentado.
Líderes de oposición han pedido a Washington apoyo para presionar al gobierno mexicano y, en respuesta Sheinbaum, fiel al guion, los ha calificado de “traidores a la patria” y de buscar “intervencionismo”.
Nepotismo
Muy contradictorio resulta el discurso de la dirigente de Morena, Luisa María Alcalde presidenta de Morena, quien, en un intento por minimizar el descontento interno, pidió no exhibir diferencias dentro del partido, pues “se le hace el caldo gordo a la derecha”.
Irónicamente aseguró que no permitirán el nepotismo, cuando ella misma es parte de un entramado familiar dentro del gobierno: su madre ha sido funcionaria en esta administración, su padre asesor de AMLO y de Sheinbaum, y otros familiares ocupan posiciones clave; el hijo de López Obrador, como secretario de Organización decidirá las listas de candidatos rumbo a 2027; Rocío Nahle, impulsa a su hermano como sucesor en Zacatecas y los Monreal tienen sus propios planes.
Un solo gesto de Trump cambiaría las cosas
Creer que pueden aplicar la misma estrategia con Estados Unidos, es grave. Donald Trump no es un orador de oposición; es un depredador político que no suelta a su presa.
Su reciente actuación en el conflicto entre Israel y Gaza lo demuestra: impuso un plan de paz a Netanyahu y Hamás bajo la amenaza de un ataque total si no aceptaban antes de un plazo específico. Israel aceptó el plan con el respaldo de mediadores como Egipto y Qatar, y Hamás entró en negociaciones formales. El mensaje: con Trump no se juega.
¿Cuántas visitas estarán dispuestos a hacer funcionarios estadounidenses como el secretario de Estado, el del Tesoro o el de Justicia, antes de decidir que ya fue suficiente?
¿Cuánto más “atole con el dedo” están dispuestos a soportar?
Claro está que la paciencia de Washington no es infinita y, si México no actúa pronto y con firmeza, no solo la 4T pagará el precio, sino todos los mexicanos.
X: @diaz_manuel