“Para crear se necesitan siglos y gigantes; Para destruir, un enano y un segundo.”
SAN AGUSTÍN
“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie.”
EMILY DICKINSON
“Estoy parado sobre la muralla que divide
Todo lo que fue de lo que será
Estoy mirando como aquella vieja psicodelia
Estoy fijándome como viene y va.”
LOS ENANITOS VERDES
Nancy Pelosi, presidenta del Congreso de los Estados Unidos de América, sacó de sus casillas a Donald Trump en diversas ocasiones. No hacía nada fuera de lo común (¿o sí?), “tan solo” ponerle cara al hombre más poderoso del planeta…
De paso le hacía recordar lo que dicta la norma norteamericana; entre otras cosas, el balance de los poderes federales.
En pocas palabras, ponía al ‘energúmeno naranja’ en su lugar —fuera de sí— y le recordaba que el poder legislativo es autónomo y que ni el mismísimo el presidente de los Estados Unidos mandaba en el recinto legislativo de la Unión Americana.
No se olvida que ella logró que el Congreso iniciara ¡dos veces! el proceso de destitución del presidente naranja. Sin llegar a sacarlo, a través de ello los legisladores sí señalaron muchas de las marrullerías que hoy le conocemos a Trump y que demostraron que él solo tiene amor para sí mismo.
El ex presidente norteamericano a veces le respondía, mas siempre orillado a hacerlo mostrando su hediondez. Así fue por ejemplo cuando, una semana después del acto terrorista que sufrió el esposo de ella, al haber sido atacado con un martillo (lo mandaron al hospital), dijo que Pelosi es “un animal”…
En fin, la ex líder legislativa finalmente terminó bastante acabada, sí, pero no sin antes haberle metido una buena zarandeada al señor Trump. Y es que si bien Pelosi estuvo más tiempo siendo presidente del Congreso que lo que Trump en la Casa Blanca, lo cierto es que ella ya no forma parte de la escena política estadounidense y Trump —desafortunadamente— allí continúa…
¿Ocurre algo similar en México? ¿Hay pronóstico de lo que sucederá en nuestro país? Sin duda, incluyendo el que Andrés Manuel López Obrador seguirá inmiscuido en la vida político-electoral más allá del 2024 (contrario a lo que él jura y perjura).
Ahora bien, aquí no ha sido como allá en EU —esto es, por parte de la cabeza del Congreso mexicano (aunque a veces Santiago Creel sí le ha puesto un ‘estate quieto’ a nuestro primer mandatario)—, sino más bien producto de lo que ha hecho de tiempo reciente a la fecha la recién estrenada presidenta de la SCJN.
Y así, este domingo 5 de febrero, en el 106 Aniversario de la Constitución, fuimos testigos en Querétaro de cómo Andrés Manuel y su equipo no pueden soportar siquiera que una dama, en este caso la ministra presidenta Norma Piña, aplauda sentada y no de pie. En otras palabras, que no le rinda pleitesía al titular de otro poder (pero sí, que conste, a la bandera, al himno nacional y a las instituciones del Estado).
Es importante subrayar cuando algo insustancial enoja tanto al Ejecutivo federal. La rabia —y a su vez la pequeñez— retratada de cuerpo entero en un tuit del vocero de Palacio Nacional, Jesús Ramírez.
La enanez de los que se molestaron de que doña Piña pusiera en su lugar a López Obrador pero pasaron por alto dos faltas de protocolo y francas descortesías hacia los otros dos poderes de la Unión:
- Ya por empezar la ceremonia conmemorativa, alguien decidió que era necesario orillar en el presidium a Norma Piña y a Santiago Creel, presidentes respectivamente de la Suprema Corte y del Congreso de la Unión. ¿Para qué?, ¿por qué? No lo sabemos. Pero en lugar de hacerle un favor a López Obrador, le echaron de cabeza y mostraron que este es incapaz de estar cerca de los otros poderes si no se trata de titulares advenedizos como en otros años.
- Antes, de una manera por demás descortés y poco caballerosa, López Obrador dejó atrás a los presidentes Piña y Creel al entrar al recinto queretano...
En síntesis, “el demócrata”, quien se dice ser respetuoso de las instituciones, mostró nuevamente su verdadera cara.
La ministra presidenta Norma Piña, sin exabruptos ni adjetivos descalificativos taaan típicos del tabasqueño, hablando de la separación de poderes, de la Constitución como ley suprema, de la libertad que se deriva de aplicar el Estado de derecho, le está dando un “quién vive” a AMLO.
Lo que es más, tratando de minimizar el asunto (o de concentrar la atención en su persona), López Obrador ya dio su opinión sobre lo que mucho que se habla de todo este asunto en medios de comunicación y redes sociales, diciendo que le daba gusto que Piña se mantuviera sentada mientras él había arribado al presidium.
Acto seguido, en una muestra de monopolio de la voz pública y del desprecio por el poder Legislativo —ese sí representante primero y fundamental del pueblo mexicano—, dijo que rechaza el llamado al diálogo de Creel porque “busca prebendas”. ¡Por piedad! si de prebendas se trata, que alguien le recuerde al titular del Ejecutivo uno que otro sobre amarillo y que, gracias a la 4T, México está peor en corrupción que con los neoliberales (que ya es decir)…
López Obrador volvió a demostrar que, para él, la separación de poderes no existe. Que le produce urticaria que los representantes de los mismos subrayen su autonomía. Que no sabe aprender en cabeza ajena de lo caro que resultó todo eso en Estados Unidos para Trump, pero sobre todo para el pueblo norteamericano.
Se cruzan apuestas, en la marcha de la lealtad a celebrarse este jueves donde se volverán a ver la cara Piña Hernández y Creel Miranda y López Obrador, ¿qué nuevo desdén —real o inventado— atestiguaremos?
Seguramente la ministra presidenta, la Pelosi mexicana, ofrecerá un nuevo aviso de la independencia del poder Judicial. Mientras, alguien dará por hecho —equivocadamente— que la ceremonia se trata de López Obrador y de mostrar lealtad al personaje en lugar de ser lo que verdaderamente debe ser: un momento cívico nacional.