Desde el presidium circular, el murmullo se apagó de golpe. No fue por la voz grave de un diputado veterano ni por el protocolo que dicta la diplomacia. Fue por una niña.
“Paz para los niños en Palestina”, dijo Viveka Castañeda, diputada infantil y pequeña activista de 9 años, con un timbre que no admitía regateos.
La frase flotó en el aire, más pesada que cualquier resolución parlamentaria. Frente a ella, la embajadora de Palestina en México, Nadya R H Rasheed, inclinó la cabeza con la atención de quien reconoce en pocas palabras la verdad más incómoda: no se trata solo de política exterior sino de vidas perdidas todos los días.
Ese fue el momento más humano en la instalación del Grupo de Amistad México Palestina en la LXVI Legislatura de la Cámara de Diputados, un evento que reunió a legisladores de distintas bancadas, viejos aliados de la diplomacia parlamentaria y representantes que insisten en que la amistad entre naciones debe medirse por los puentes que se construyen, no por las armas que se venden. El productor y pensador de la izquierda mexicana, Epigmenio Ibarra, estuvo presente.
El anfitrión, José Narro Céspedes, de Morena, asumió la presidencia del grupo y lo definió como un espacio plural para fortalecer lazos culturales, educativos y parlamentarios, con la justicia y los derechos humanos como ejes. Recordó que México lleva 50 años de relaciones diplomáticas con Palestina y que en todo ese tiempo ha defendido la autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la solución pacífica de los conflictos internacionales. En este espíritu, dijo, reiteramos la disposición a continuar construyendo puentes de entendimiento, diálogo y colaboración. Su solidaridad con las causas que más duelen y el compromiso con el que intenta cambiarlas es el sello personal de su actuación en la vida pública del país, como un pilar de la transformación.
La embajadora de Palestina, Nadya R H Rasheed, erizó la piel de toda la sala acompañada por más de 50 personas mostrando solidaridad con su nación al mencionar que su pueblo tiene derecho a vivir, derecho a existir. A la simple existencia qué hoy se le arrebata y amenaza.
Hubo quien llevó el discurso más allá de la política y hacia la historia. El panista Miguel Ángel Salim Alle recordó que en Palestina está la ciudad más antigua del mundo, un mosaico universal formado por más de 50 siglos de mestizaje natural, nutrido entre Babilonia, Persia y Egipto. Su historia, desde el nudo en la garganta con la voz entrecortada, narra que su linaje familiar viene de Damasco y muestra como es que en documentos oficiales como pasaporte y actas de nacimiento se renuncia “Palestina”. Un Estado con décadas de existencia, que solo ha sido negado en reconocimiento por el sionismo y las estrategias más bajas de exterminio, limpieza racial y eliminación cultural-religiosa. Su mensaje fue realmente conmovedor y al mencionar que su esposa también es palestina así como la historia breve de Jericó, la Ciudad más antigua con asentamientos humanos allí que datan de hace más de 11 000 años (alrededor del 9000 a.C.), dejo en claro que en esa mesa había unidad, ni una sola voz estuvo en contra de apoyar a Palestina en su reconocimiento global como Estado, exigir el alto al fuego y condenar los crímenes de guerra que se han cometido hasta el momento.
En su turno, Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado, apuntó que este grupo es clave para la fraternidad con Palestina. Noroña ha sido un hombre culto que siempre ha apoyado a Palestina y conoce con detalle la historia de su opresión. Ha dicho que esto no es una guerra pues Palestina no tiene ejército y con ese aire valiente qué le ha caracterizado, mencionó los crímenes de guerra de Benjamin Netanyahu desde Israel, comenzando por el bombardeo de escuelas, refugios, hospitales y centros de atención hasta la estrategia inhumana de la hambruna como arma de guerra.
En muchos momentos, Hitler vino a la mesa mencionado como un personaje ya superado por la crueldad qué diariamente presenciamos, un genocidio en tiempo real que juramos nunca más volvería a pasar.
Por videoconferencia, la diputada Gabriela Georgina Jiménez Godoy, de Morena, respaldó la postura: México reconoce tanto a Palestina como a Israel como Estados soberanos, con plenos derechos a vivir en paz dentro de fronteras reconocidas internacionalmente.
Otros, como José Luis Sánchez González, del PT, insistieron en que el grupo debe ser también una trinchera para luchar por la vida y la paz, además de promover intercambios artísticos, educativos, culturales, académicos y científicos. Con firmeza, el diputado condenó el sionismo y la supremacía que ha hecho de una guerra, un combate voraz.
Xóchitl Nashielly Ramírez Zagal, de Morena, lo vinculó al humanismo mexicano y subrayó que más de quince mil personas México palestinas viven en el país, fortaleciendo la identidad nacional y los vínculos económicos, académicos y culturales. “Tenemos una hermandad inquebrantable”, dijo, “somos un solo pueblo en el mundo”.
El diputado Luis Armando Díaz, del PT, pidió que la amistad sea más que una alianza de gobiernos, un puente entre comunidades que comparten sueños de respeto y dignidad. Patricia Galindo Alarcón, también del PT, resaltó que, pese a diferencias étnicas, lingüísticas, religiosas o geográficas, México y Palestina comparten deseos de superación y fraternidad internacional.
Antonio Lorenzo Castro Villarreal, de Morena, recordó que México ha sido mediador, promotor del diálogo, del desarme y anfitrión de procesos de paz, y llamó a reflexionar sobre lo que puede hacerse para que el derecho internacional y la humanidad prevalezcan. María Magdalena Rosales Cruz, también de Morena, sumó un llamado a frenar el armamentismo y evitar genocidios.
La embajadora Nadya R H Rasheed cerró con la confirmación de que la instalación es una manifestación de solidaridad real y un espacio vital para el entendimiento mutuo, los intercambios culturales y la defensa del derecho de los pueblos a vivir libres.
Ese día, entre protocolos y discursos, lo que quedó resonando no fue un tratado ni una declaración oficial. Fue la certeza que dejó la voz de una niña: la paz no puede esperar a que los adultos se pongan de acuerdo en una nación en donde los niños son quienes más están sufriendo por amputaciones, hambre, la muerte de sus padres, soledad, desolación. Crueldad extrema.
Al menos hubo dos certezas más: Evocando a la presidenta Claudia Sheinbaum, desde México se apoya el reconocimiento del Estado Palestino y el alto al fuego así como que nuestro país tiene las puertas abiertas para recibir refugiados en medio de esta crisis humanitaria desatada por la perversidad.