El presidente López Obrador lleva más de un año y medio impulsando la sucesión presidencial mientras la oposición está ausente. En ese tiempo, Morena acumuló simpatía de la población civil, en gran parte por el efecto que, a estas alturas del ocaso de un sexenio, sigue provocando la imagen de AMLO. Dado ese inmenso dominio público, los temas de la agenda están totalmente acaparados por la narrativa del mandatario, pese a los espontáneos y poco elocuentes comentarios del contrapeso que, en este lapso previo, su presencia va manifestándose cada vez más alejada de ese margen de competitividad.

Si hoy fueran las elecciones del 2024, Morena ganaría con más del 54% de los votos, de acuerdo con la mayoría de las encuestas de prestigio. De hecho, esa hipótesis va creciendo con al paso de los meses porque, mientras el partido lopezobradorista está a punto de resolver su proceso interno, la oposición medio se asoma supeditada a tres partidos que, de todos, no se hace uno que solvente el capital político indispensable en una participación presidencial.

Con perfiles como Lilly Téllez y Santiago Creel, no podemos augurar un futuro prometedor. Si a eso le sumamos que el PRI está en franca degradación, y que el PRD está en terapia intensiva, el panorama luce todavía más desangelado para la alianza Va por México, especialmente en la medida que avance el proceso electoral, pues el contrapeso tiene, a estas alturas, prácticamente perdido el Estado de México, pese al despilfarro económico y a la maquinaria propagandística.

He ahí la gran diferencia entre el poder dominante que ha mostrado Morena, y lo blandengue de una oposición que, políticamente, está anestesiada. Difícilmente podrán reponerse de la derrota electoral del Estado de México y, con ese golpe contundente, se perfilan a perder de nueva cuenta el ejercicio del 2024, y de paso la mayoría de gubernaturas que estarán en disputa. De hecho, hasta este momento, el partido guinda es ampliamente favorito para conquistar 7 de 9 entidades federativas que, para desgracia de la oposición, será espectadora del tsunami morenista.

Mucho tiene que ver con la estrategia que le imprimió el presidente a mediados del 2021. Aprovechó la coyuntura y, mientras se hacía un balance del proceso electoral intermedio, AMLO abrió el juego y, por consiguiente, se vino un activismo territorial. En ese sentido, la oposición no hizo ni siquiera el intento por responder. Se agazapa y se encumbra solamente en una narrativa de descalificaciones para tratar de contener; sin embargo, han sido incapaces de mostrar algún efecto que despierte el interés de la población civil.

Ante esa reacción tardía, se han empezado a mover por las entidades algunos perfiles de la oposición. Es muy probable que el PAN tenga mano en la designación del candidato presidencial por la negociación de ambas candidaturas para el PRI en Estado de México y Coahuila. El problema de ello es que ni Santiago Creel, ni Lilly Téllez, son actores de competencia para el ejecutivo federal. Sí, podrán tener presencia en la derecha, pero no con el pueblo de México. De hecho, ambos personajes le apuestan más a la suma matemática de una alianza que, políticamente, ofrece niveles muy bajos de intención del voto.

Por ejemplo, el voto duró del PRI se esfumó; el PRD tiene, de acuerdo con algunos datos, cerca del 2% a nivel nacional. Es decir, la franquicia está en riesgo de perder el registro. El valor de ambos es muy pobre; no se diga su intención del voto, que es muy desfavorable.

¿Con esa oposición quieren competir por la presidencia? Salvo que ocurra un milagro que en política son prácticamente imposibles, Morena ganará la elección del 2024. Es más, será algo similar a lo que vivimos en 2018, donde el lopezobradorismo se llevó carro completo, porque el contrapeso está todavía anestesiado, y nos ha demostrado que son, hoy en día, una oposición blandengue que no genera ningún efecto entre los votantes. No lo digo yo, lo dicen las propias encuestas que, con indicadores numéricos, muestran el deterioro y la poca capacidad de maniobra territorial.

¿Dónde está la oposición? Esa sigue siendo una incógnita