“Y solo eso hizo sonar la alarma. Porque uno siempre revela algún detalle sobre su persona en las conversaciones, siempre ofrece información fragmentaria sobre su pasado y sobre cómo se ha convertido en la persona que es”.

CAMILLA LÄCKBERG

Ser periodista en México es un ejercicio de alto riesgo. En ocasiones de vida o muerte para quienes hacen investigación y sacan a relucir corruptelas de gobernantes o negocios ilícitos de grupos delictivos.

En esta primera mitad del sexenio (2018-2021) van 54 periodistas asesinados en México. El caso más reciente del que se sabe es Lourdes Maldonado ultimada a las afueras de su casa este domingo en Tijuana, Baja California.

La misma que en 2019 le pidió en una mañanera al inquilino de Palacio que le ayudara porque temía por su vida. El resultado: la protección gubernamental fue tal que, quienes la cuidaron, la dejaron sola y fue ultimada con un balazo en la cabeza.

No fue la primera vez que atentaron contra su vida. Un plástico en su vehículo sustituía el vidrio trasero roto producto de que ya había sufrido otro ataque previo. Pero lo importante: por lo visto así de mal funciona el programa federal de protección a periodistas.

¿Y por qué había solicitado protección la reportera? Su petición se basó en una demanda laboral que tenía entablada por despido injustificado en contra del entonces candidato al gobierno local de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, hoy ex ejecutivo local morenista.

Fue hasta hace pocos días, después de nueve años de litigios, que la periodista le ganó el pleito judicial al magnate y ex gobernador. Luego vino su asesinato.

Pero la respuesta desde el atril palatino ayer ante este alarmante nuevo crimen fue simplemente: “no en automático; vincular una demanda de tipo laboral a un crimen, no es responsable adelantar ningún juicio…” Ojalá que eso de no adelantar juicios lo llevara a cabo el presidente López Obrador cada vez que abre la boca al respecto de todos los otros muchos temas que juzga sin saber a cabalidad o simplemente porque así le da la gana; usualmente sin tener las pruebas judiciales para emitir condenas o absoluciones.

Hagamos resonar la petición de Lourdes: “vengo a pedir ayuda. Temo por mi vida”. Es nuestra obligación convertir esa petición en un sentido homenaje a una reportera más que, por laudos laborales y por exhibir la verdad, fue ultimada ante la indiferencia de la máxima autoridad de este país; una que ayer solo alcanzaba a cruzar las manos en la espalda con desinterés (vean ustedes el video de la mañanera cuando se le preguntó al mandatario sobre dicho asesinato).

¿Quiénes temen por su vida? Muchos. Este año van tres periodistas que han sido asesinados, cuyo denominador fue ser reporteros que expusieron la fetidez de la delincuencia (de cuello blanco y de la delincuencia en general).

Basta el ataque directo o soterrado contra los comunicadores y periodistas desde la autoridad. ¡Ya no más de oír en las mañanera ataques, soflamas y señalamientos en contra de periodistas, analistas y comunicadores que son críticos al sistema en turno! Recordemos uno de ellos: “Si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede” (AMLO, 15 de abril de 2019). Sí, eso les dijo a los periodistas, acompañado de “no callaré ante las críticas”, así como un llamado a los comunicadores a ser “prudentes”.

Adiós a la sección ¡Quién es quién en las mentiras de las semana! ¡Hasta luego, nunca vuelvas!

¡Qué caradura del mandatario y de su asistente decir que le duele el asesinato de Lourdes Maldonado, pero no tener empacho alguno en señalar en esa misma conferencia al periodista Joaquín López Dóriga como “adversario” de la 4T por el hecho de haber señalado en una columna inocua la menguada oposición política que existe en el país en contraste al arrastre del tabasqueño producto de su base popular y sus programas sociales. ¡Cómo si no lo supiéramos todos!

Ya chole con la continua cantaleta de culpar a los tiempos pasados de la creciente violencia que hoy vive nuestro país. Culpar “al proceso de degradación progresivo y a la política económica neoliberal” de lo que pasa después de tres años de su gobierno no solo es infantil, hace más evidente la incapacidad de su gobierno…

Este mes, la reportera Lourdes Maldonado, el periodista José Luis Gamboa y el fotógrafo Margarito Martínez fueron asesinados. José Luis Gamboa Arena señaló en septiembre de 2019 que, no conformes con todas la atrocidades heredadas por Javier Duarte en Veracruz, López Obrador, a través de Cuitláhuac García, es uno de los principales responsables de la ola de violencia que hay en la entidad.

Ante el asesinato de cualquier persona, la exigencia de justicia es requisito indispensable. La reclamación en el caso de periodistas asesinados no es un tema político o de ideologías, tampoco de oportunismo o de ser opositor al obradorismo como sugirió ayer Julio Hernández “Astillero”, periodista de La Jornada, en sus redes sociales.

Exigir justicia por los periodistas asesinados no es un acto de la oposición, ¡es la reivindicación de quienes defendieron la verdad y expusieron la inmundicia que corroe al país! Es un llamado desesperado que vale la pena reiterar: ¡ejercer el periodismo y el análisis político crítico, objetivo y honesto es ajeno a ideologías!

Quedan muchas preguntas por responder: ¿premiará AMLO a su amigo Jaime Bonilla?, ¿seguirá el ejemplo de Pedro Salmerón? (hablar de intereses ideológicos de la oposición y premiarlo con una embajada como la de Panamá). ¿El de Félix Salgado Macedonio, quien gobierna Guerrero a través de su hija?

Triste. Bastaba la sospecha de que Jaime Bonilla estuviera detrás del móvil del asesinato de Lourdes Maldonado para que López Obrador le cubriera de inmediato con su manto protector.

Quizá, culpando al pasado, obviando a los acosadores y violadores, la gente se vaya dando cuenta del doble discurso del lopezobradorismo. Ese que dice ser feminista, pero resulta ser el sexenio con mayor número de feminicidios. Una administración donde fueron ellas las primeras en sufrir con la desaparición del presupuesto para el INM y de las guarderías.

En el que la privación de la libertad y/o muerte es norma común solo por el hecho de ser mujeres. Así Digna Ochoa, Marisela Escobedo, Lourdes Maldonado, Alejandra Cuevas, Rosario Robles, por mencionar algunas. Este gobierno no protege a las mujeres y las que tiene en sus filas callan ante los hechos.

Así, Yesenia Zamudio, madre de Marichuy Jaimes, asesinada (feminicidio) en 2016 —en ese momento estudiante del IPN—, dijo con voz pausada y clara la triste situación que nos asola: “¿cómo nos van a creer si el hombre más importante y poderoso, que cuenta con el mayor nivel de popularidad en la historia de los presidentes, no nos cree?”

54 periodistas en lo que va del sexenio, más de tres mil feminicidios y más de 105 mil víctimas de violencia en tres años. Todos claman en silencio.

En enero del 2015, el semanario Charlie Hebdo se cimbró ante el ataque que mató a más de una decena de periodistas y caricaturistas del diario francés. Pues es ese mismo descorazonamiento multiplicado el que sufrimos hoy en el país. E igual se podrán abatir cabezas, pero no las ideas, no la crítica y menos la verdad de lo que está ocurriendo en México.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero