La semana pasada, en El Universal, el columnista Salvador García Soto publicó un artículo sobre la SCJN y la 4T que se comentó bastante, pero cuyo contenido no me parece absolutamente cierto. Hoy lo cita —y da por bueno todo lo que García Soto narró— un colaborador de Milenio, Héctor Aguilar Camín.

No puede ser preciso lo que contó el articulista de El Universal porque él no estuvo presente en la reunión entre la presidenta de la corta suprema y dos funcionarios cercanos a AMLO, el secretario de Gobernación y la consejera jurídica del titular del ejecutivo.

Desde luego, si García Soto no participó en esa junta de tan algo nivel entonces no tomó nota ni grabó lo que se dijo. El periodista citado, entonces, escribió basado en lo que le contaron. ¿Quién fue el chismoso o la chismosa? ¿El secretario Adán Augusto López? ¿La ministra presidenta Norma Lucía Piña? ¿La consejera María Estela Ríos?

No conozco a Norma Piña ni a Estela Ríos, pero estoy seguro de que se trata de funcionarias profesionales que no acostumbran llamar a los periodistas para contarles todo lo que hacen. Sí he tratado a Adán Augusto y, me consta, él es un político profesional que domina el arte de la discreción.

Creo que nadie entre quienes se reunieron en el despacho de la ministra presidenta le pasó el chisme al columnista de El Universal. Pero, por supuesto, alguien más sí lo hizo.

Probablemente lo que pasó fue que la ministra, el secretario o la consejera confiaron a colegas de la SCJN o del gabinete del presidente López Obrador ciertos detalles del encuentro, y estas personas pasaron el chisme a otras y así llegó a don Salvador García Soto.

El problema con las cadenas de chismes radica en que terminan por distorsionar la información. Algo de lo comentado por el articulista García Soto que nomás no puedo creer es eso de que la reunión terminó en menos de 10 minutos porque la ministra presidenta hizo comentarios muy duros al secretario de Gobernación y a la consejera jurídica.

Conociendo a Adán Augusto puedo asegurar que cualquiera que fuera el tema que lo llevó a la corte suprema, el secretario de Gobernación no se sentó frente a Norma Piña y fue directo al grano. Maestro en el arte de las formas y la urbanidad política, antes de entrar en el asunto que le importaba se tomó más de 10 minutos para saludar, hablar de la familia, preguntar por los perritos y los gatitos —en el supuesto de que la ministra presidenta tuviera mascotas—, etcétera.

Después, sin duda, Adán Augusto planteó su inquietud, que en palabras de García Soto tenía que ver con los “casos sensibles y prioritarios para el gobierno”, como la extradición de Ovidio Guzmán, los amparos contra la ley energética y las acciones de inconstitucionalidad contra la Guardia Nacional y el plan B electoral.

Casi seguramente la ministra Piña le dijo a Adán Augusto —como lo ha informado el columnista de El Universal— que ella va a ser respetuosa de la autonomía de los jueces, y es que no podía decir otra cosa. Pero, por favor, una persona con la experiencia de la ministra presidenta seguramente expresó lo anterior con buena educación y dando argumentos sensatos, no de la manera tan cortante y retadora que describió García Soto y que se supone dio paso “al silencio” que indicó que la reunión había terminado pues “ya no había mucho que agregar”.

Si se trató de una de las primeras reuniones —o tal vez de la primera— entre funcionarios muy importantes de la 4T y la recién electa presidenta de la corte, entonces queda mucho y hasta muchísimo por agregar en ese diálogo que, por el bien de México, ambas partes deben facilitar.

La semana pasada el presidente López Obrador criticó al poder judicial por la liberación de un huachicolero. Según Aguilar Camín, experto en amarrar navajas, fue la respuesta de AMLO a la cortísima reunión que la ministra Pina sostuvo con el secretario de Gobernación y la consejera jurídica. Pienso que eso no es cierto. Estoy convencido de que Andrés Manuel solo cuestionó a una jueza que echó a perder el trabajo de investigación de muchos días de las fuerzas armadas.

Es verdad que Andrés Manuel dijo lo siguiente: “Se trata de un poder judicial del antiguo régimen, con muchos vicios y mucha corrupción… Seguramente deben de pensar, porque son como gremios, que ahora que ganó la señora Piña y que supuestamente nosotros perdimos… pues ahora estamos notando que hay más actos que consideramos ilegales y de injusticias en contra del interés público”.

El presidente López Obrador afirmó lo anterior evidentemente no para responder a la ministra Piña —esta mujer no ha dicho nada contra AMLO—, sino para refutar a quienes, como Aguilar Camín, insisten en que ahora sí, con Norma Piña a la cabeza, la corte rechazará todo lo que proponga el poder ejecutivo.

Hay una “nueva partida”, ha dicho Aguilar Camín. Partida como sinónimo de juego, de competencia. Es obvio que el columnista de Milenio está feliz porque, así lo percibe, la nueva corte suprema, enfrentará al presidente López Obrador.

Uh momento, ¿nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación? Esto es exagerado. En la corte solo hubo un cambio en la presidencia. Pero siguen ahí los mismos ministros y las mismas ministras. Y, como se sabe, los votos de todos y todas valen lo mismo. Debe quedar claro que el voto de la presidenta de la corte no vale por uno y medio, sino nada más por uno.

La corte suprema actual encabezada por Norma Piña es la misma que coordinó Arturo Zaldívar. Es decir, como votaron ministros y ministras el año pasado votarán en 2023. El cambio en la presidencia no va a cambiar el criterio jurídico de nadie.

Lo único que sí podría modificar de fondo las cosas en la SCJN sería la renuncia de Yasmín Esquivel, que dejaría a la corte con 10 integrantes y la posibilidad de empates en el llamado pleno y en la segunda sala —habría en esta tres ministros y una ministra—.

Fuera de eso la corte es la misma. No fue antes un partido de oposición —ministros y ministras votaron tanto a favor como en contra de los proyectos de AMLO— y no se convertirá en la cuarta pata de la alianza que manipula Claudio X. González.

La cuarta pata de la alianza opositora, que es lo que quiere gente como Aguilar Camín que sea la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Las otras patas son el PRI, el PAN y el PRD —aunque el perredismo sería más bien la patita—.

En lo personal me gustaría que la ministra Norma Piña no escuchara a quienes pretenden que pelee con Andrés Manuel. Más allá de quién ganaría, no es lo que México necesita.