“Y dices que vienes de Marte y vas

A regresar, vamos que te irás

Pero es que a veces, tan solo a veces

Lo que está siendo es lo que parece”.

ALEJANDRO SANZ

La ignorancia, ya lo sabemos, no solo es atrevida: en México hasta se viste de fuero y cobra dieta. Ejemplo fresco: la diputada local de Morena en Veracruz, Victoria Gutiérrez Pérez, quien con toda la seriedad de alguien que ignora lo que dice, soltó que: “grandes científicos han hecho una nave espacial con manos veracruzanas para el espacio, para Marte”. Y como si no bastara con semejante aterrizaje forzoso, añadió que ya pidió apoyo a esos “científicos” para: “demostrar que también en la ciencia y en el espacio tiene que estar el aroma de nuestro café”.

¿Se empieza por la mentira o por la ignorancia? Difícil elegir. Lo cierto es que, hasta la fecha, ningún científico veracruzano ha confesado fabricar una nave espacial en la sala de su casa. Y aunque el café sí ha llegado al espacio, no fue gracias a la ocurrencia de ningún diputado, sino a campañas inteligentes de mercadeo, como la de Colombia con su incombustible Juan Valdez. Ellos sí mandaron su café al espacio —en forma de globo aerostático con la bolsa de la marca— el 1 de octubre de 2022, Día Internacional del Café. No hablaron de Marte ni de aromas cósmicos, solo dijeron que querían ser “el café del planeta entero”. Ambiciosos, pero al menos coherentes.

La propuesta de Gutiérrez Pérez, en cambio, suena igual de sólida que las obras insignia de la 4T: huele a humo, sabe a pérdida y cuesta como si fuera oro. Ya saben: como el AIFA, el Tren Maya, Dos Bocas, Mexicana, la “farmaciota” y las que se acumulen.

Lo peor es que la diputada insiste en ideas todavía más lúgubres: por ejemplo, que el café se sirva en campañas de velorios. Sí, leyeron bien: café=funerales. Como si no tuviéramos suficientes penas, ella quiere que nuestra bebida nacional se convierta en patrocinador oficial de lágrimas. Solo le faltó anunciar que se trataba del “café Bienestar”, que sí saca lágrimas… pero por su sabor.

Y ya que hablamos de aromas, habría que aclararle: ningún humano olerá jamás directamente el espacio, a menos que tenga inclinaciones suicidas. Los astronautas describen olores en la nave, sí, pero esos los producen los químicos de las estrellas, no una cafetera flotando en órbita. Además, ¿para qué competir con la propia galaxia? El centro de la Vía Láctea huele a frambuesa y ron —lo descubrió el Instituto Max Planck en 2009—. ¿De verdad vamos a mandar un café veracruzano para que lo opaque el etil-formiato?

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Quizá todo esto tenga explicación: la diputada fue señalada como “aviadora” del extinto Instituto Veracruzano de Acceso a la Información. Tal vez confunde volar con cobrar sin trabajar. Pero ni con “café volador”, se alcanzan los casi 23 mil pesos mensuales que cobraba en el IVAI sin hacer nada.

Sería más sensato que promocionara que el café veracruzano y el chiapaneco tienen denominación de origen, algo que sí da valor real. Pero claro, la 4T prefiere presumir el “sello” de la ignorancia y con cada declaración de esta diputada ese sello brilla como estrella fugaz… que se estrella.

Con propuestas de este calibre, lo mínimo sería mandarla a un curso intensivo de cultura general o, mejor aún, a un antidoping. No vaya a ser que un día nos salga diciendo que no es de Veracruz, sino de Marte. Bueno, pensándolo bien, en una de esas Sergio Gutiérrez Luna la invita al Congreso junto con Maussan para platicar de ovnis y extraterrestres. Café en mano, muñecos marcianos en la mesa y cámaras transmitiendo: el show perfecto de la cuarta transformación.

Giro de la perinola

(1) El café llegó al espacio de verdad en 1969, con la misión Apolo 11. Armstrong y Buzz Aldrin sí tomaron café, pero no fue el café lo que los llevó tan lejos, sino la tecnología (esa palabra que a Morena tanto le pesa). Desde entonces, la NASA lo ha tenido siempre a bordo: desde el “Kona” hawaiano, su café oficial desde 1986, hasta las máquinas express que la italiana Lavazza mandó en 2015.

Ese mismo año, Colombia envió café para estudiar sus reacciones a la gravedad cero. En cambio, el café veracruzano nunca ha pasado del anhelo legislativo.

(2) Lo que sí llegó al espacio y con éxito, fue el amaranto mexicano: lo llevó Rodolfo Neri Vela en 1985 y desde entonces la NASA sigue experimentando con él por su alto valor calórico. Así es como se hacen aportes reales a la ciencia espacial: no con discursos marcianos ni con velorios patrocinados por Morena.

(3) Al final, con tanto disparate, la diputada bien podría resumirse en un eslogan: “Ignorancia máxima: denominación de origen 4T”.