En el aniversario 108 de la Constitución de 1917, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que enviaría al poder legislativo proyectos de reformas contra el nepotismo electoral.
De inmediato, en la Cámara de Diputados y Diputadas, integrantes de Morena presionados por sus partidos aliados —el PT y el Verde— sabotearon la propuesta de la presidenta de México cuando decidieron que la ley contra el nepotismo entre en vigor no en 2027, sino en 2030.
A pesar de los obstáculos legales, gracias sobre todo a la insistencia de la presidenta Sheinbaum en el asunto, la dirigente de Morena, Luisa María Alcalde, ha dicho reiteradamente que en el partido de izquierda se respetará el espíritu de la ley antinepotismo y no se aplicará en 2027 a familiares de quienes dejen los distintos cargos de elección popular.
Ello ha generado descontento en algunos liderazgos, éticamente menores, de la alianza entre Morena, el PT y el PV. Ahora mismo son evidentes los intentos de chantaje, en especial de algunos senadores verdes que se resisten a dejar atrás la práctica del nepotismo.
El sábado, en el artículo “¿Lo vio, presidente Trump? Es ‘increíble, elegante, hermosa’… y sin miedo” recordé lo que alguna vez me dijo el exgobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez: “Lo más difícil de manejar en los cargos de poder es la parentela”.
Tiene mérito que el anterior secretario de Marina, Rafael Ojeda, no dudara en denunciar ilícitos que se habían presentado en la institución. Claro está, debió haberle resultado muy difícil y extremadamente doloroso pedir que se investigaran los delitos que hoy son del dominio público, ya que en los mismos estaban involucrados dos sobrinos de su esposa, el vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna y su hermano Fernando, este con el grado de contralmirante.
Se habría ahorrado dosis elevadas de sufrimiento familiar si, desde el principio, Rafael Ojeda hubiera alejado a los parientes de su cónyuge de la estructura administrativa de la armada.
No todas las personas tienen la entereza del almirante Ojeda para denunciar a parientes. Entonces, seguramente, quedan sin denunciar no pocas acciones ilegales cometidas por sobrinos o hijos.
Lo mejor para la sociedad mexicana es no tener cerca a la familia en los espacios de poder ni, mucho menos, ceder a la tentación de heredar los cargos. Como es algo que nadie hará por su propia voluntad, se debe impedir con la fuerza de la ley.
Entre lo mucho de positivo que tiene haber arrestado a 14 funcionarios que encabezaban una red de huachicol fiscal —los hermanos Farías Laguna, entre ellos— destaca una lección: el nepotismo debe ser absolutamente prohibido. Si no lo aceptan los partidos asociados a Morena, el Verde y el PT, la izquierda mexicana debe romper con ellos.
Suficiente —y creciente— fuerza electoral tiene el morenismo, así que no necesita seguir regalando posiciones de poder a partidos que son, como es bien conocido, vulgares negocios familiares basados en el vicio del nepotismo.