“No tiene sentido intentar ocultarlo (ooh-oh, oh-oh)

No tiene sentido intentar evadirlo (ooh-oh, oh-oh)

Sé que tengo un problema (ooh-oh, oh-oh)

Problema con portarme mal (ooh-oh, oh-oh)

Si te enamoras de mí

No soy fácil de complacer

Podría destruirte

Te lo dije desde el principio

Cariño, desde el principio”

Taio Cruz

Mal mes, pésima semana para la 4T. Marcelo Ebrard no logró frenar el arancel del 30% —nos afectará a todos—; Ovidio Guzmán ya anunció que “cantará”; su abogado se comportó de forma grosera con la presidenta Sheinbaum, y ella cayó en el juego; Hernán Bermúdez Requena, extitular de la Secretaría de Seguridad Pública de Tabasco cuando Adán Augusto López era gobernador, está prófugo y es buscado por la Interpol, acusado de liderar el grupo criminal “La Barredora”. ¿Quién presentó las pruebas? Nada menos que otro morenista: Javier May, actual gobernador de Tabasco.

Después de lo dicho por Trump, queda claro: no es lo mismo ser borracho que cantinero. Como tampoco es lo mismo tener la sartén por el mango que ser parte del guiso. Muy diferente es burlarse desde el atril mañanero, invocar “otros datos” y lanzar acusaciones sin pruebas, a enfrentar a alguien con métodos similares… pero con mucho más poder, desde la otra trinchera.

Con cada nuevo anuncio de Trump, hay menos —mucho menos— margen para ponerse digno. Lo que queda es encontrar la mejor manera de cooperar y, sí, rezar para que Trump vuelva a ser “TACO”: ese que siempre se echa para atrás.

Cuando López Obrador acusaba sin pruebas, especialmente a críticos, solía repetir: “El que nada debe, nada teme”, mientras usaba todo el poder del Estado para poner de cabeza la vida de una persona. Pues bien, ahora es Trump quien le aplica esa lógica al gobierno mexicano, sin importar tratados de libre comercio ni la validez jurídica de sus actos.

Es cierto: Claudia Sheinbaum está pagando culpas ajenas, herencia del sexenio obradorista. Pero también es verdad que el llamado segundo piso de la transformación ya ha causado sus propios daños.

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El punto es este: con o sin justificación, ahora le toca a la 4T explicar, justificar y aguantar todo… o enfrentar la furia estadounidense. Una furia que no se limitará a filtraciones o acusaciones personales, como las que López Obrador dirigió contra columnistas críticos. Trump va más allá: amenaza con tratar al gobierno mexicano como un régimen narco. Lo advertí hace más de un año: aunque el presidente estadounidense elogie a Sheinbaum como una “fina persona”, no dejará de lanzar epítetos demoledores contra el movimiento al que ella representa.

Ni las acusaciones sin fundamento, como las de Kristi Noem —actual secretaria de Seguridad de Trump— cuando culpó a Sheinbaum de las protestas violentas en Los Ángeles, desentonan ya. Así eran también los señalamientos de López Obrador: sin pruebas. El problema es que ahora no solo hay consecuencias políticas; Hay consecuencias internacionales.

Tal vez, solo tal vez, las revelaciones que lleguen desde EE.UU. (gracias a Ovidio Guzmán) sirvan al país, e incluso a Sheinbaum, para sacudirse a los impresentables. Porque si hay quienes no respetan a la presidenta, no son los estadounidenses. Son sus propios correligionarios morenistas.

Giro de la Perinola

Hasta la Rayuela de La Jornada (también conocida como “la voz de AMLO”) lo reconoce: “70 millones de litros de huachicol incautados y ningún capo en la cárcel. ¿Cómo está eso?”

Pero no nos engañemos: no es que el diario critica al partido que lo sostiene. Lo hace para golpear a Omar García Harfuch y marcarle el paso a Claudia Sheinbaum. Los detestan.

En todo caso, ojalá —como ellos dicen— atrapen a los verdaderos capos. Aunque, me temo, varios de ellos son integrantes de la 4T.