“Quieres espaguetis


Yo prefiero la ensalada


Somos de comedia americana

Amas el deporte


Cada vez estoy más vaga


Dices cine


Siempre que yo digo playa


No nos gusta pelear


Y siempre estamos tirándonos los platos


Viva la felicidad


Amenazas con marchar


A Brasil o Paraguay”

YURI

Bayer anunció hace apenas unos días —recuento para los despistados— que invertirá 3 000 millones de pesos en México durante los próximos cinco años, distribuidos entre Orizaba, Lerma y Tlaxcala, abarcando sus divisiones farmacéutica, agrícola y tecnológica. Sí, en plena tormenta de aranceles trumpianos, la firma no se congeló, no esperó, no se detuvo. De hecho, el anuncio se dio en 14 regiones… o bueno, en varias regiones —ya saben cómo exageran ciertos columnistas...–. Hahahaha.

Lo mejor: se modernizará una planta de fungicidas biológicos y se promete “investigación de punta”. Pero, atención, porque la verdadera estrella del show fue la presidenta Claudia Sheinbaum, quien en lugar de recibir con aplausos el anuncio —que, recordemos, vino con más capital que una fiesta de cumpleaños sorpresa— le respondió con gesto adusto y mal encarado. Mentira: “¡Que no se use, aunque digan que es seguro!”, soltó en plena mañanera.

¿Para qué celebrar una inversión tan necesaria si puedes convertir un acto de inversión en una telenovela de negaciones y soberbias? Desde Palacio Nacional, en boca de una científica, el episodio quedó digno de meme. ¡Grilla ideológica al ataque!

Y resulta que nuestra presidenta ya había declarado su intención de prohibir el glifosato… hasta que le recordaron que no hay sustitutos viables. Resultado: todo quedó en “suspenso estratégicamente pospuesto”.

¿Sabías que el campo mexicano está muy malherido? Retirarle el glifosato —ese amiguito que tanto nos facilita la vida— podría reducir la producción de maíz o frijol en más de un 30%. La cosa se pone peor: importamos casi el 45% del maíz amarillo que demandamos. Y el Consejo Nacional Agropecuario —sí, los mismos que temen por sus cosechas— alertan sobre pérdidas de entre 20 y 40 % en diversos cultivos si se adelanta la prohibición. Pero no se preocupen, no es mi opinión: lo dice el campo.

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Claro que a nivel global hay debate sobre riesgos y beneficios del glifosato. La EPA de EU asegura que no hay riesgos para la salud humana si se usa conforme a etiqueta. La Unión Europea también lo permite ampliamente, salvo en parques o jardines urbanos. En cambio, la IARC lo clasificó como “probablemente carcinógeno” (Grupo 2A), con evidencia limitada sobre linfoma no Hodgkin. Para que ustedes juzguen: ni perfumes de lujo ni tertulias ideológicas.

En recientes estudios con ratas en Italia encontraron más tumores tras exposición a dosis “seguras” según reguladores europeos. Pero oye, somos gente real, no ratones, y se recomienda más precaución… aunque sin implosionar el sector agro.

En resumen: NO existen alternativas viables que igualen la eficacia, bajo costo y aplicación a gran escala que tiene el glifosato. Por eso, aunque había decretos para eliminarlo gradualmente, se pospusieron —no por capricho, sino por falta de opciones reales–.

Bayer confía más en México que el propio equipo morenista que le rodea: en Tlaxcala ya hay avances en fungicidas biológicos que prometen replicarse. ¿Para Sheinbaum esto no fue un “momento de gloria”? No, lo convirtió en un campo de batalla.

Y para terminar… evidentemente, su equipo la odia. No la cuida, la enreda. Las iniciativas al Congreso van plagadas de errores, la información que recibe está torcida. Ella entra, hace un comentario fuera de tiempo, y se arma un escándalo. ¿Seguro usted, señora presidenta, sabe —le consta— que Nicolás Maduro “no es narco”? ¡Qué seguridad!

El asunto del glifosato es solo uno más donde ella sale mal: o por desinformada, por sentimentalismo ideológico o por estar cargando un partido que se deshilacha. Como científica, como política, como ideóloga: mediocre.

¡Qué tragedia! Podía haber presumido inversión, confianza y futuro. Pero prefirió cerrarse y pelear con quien podría ser aliado empresarial —y quién sabe, internacional—. En serio: ese equipo la odia. Y no es solo ella; el país también lo resiente. Es vergonzoso y triste.

Giro de la Perinola

La gran advertencia del Diquat

Porque si pensaban que iban a proponer un sustituto gaseoso e inofensivo… ojo: el Diquat, otro herbicida de moda, está bajo sospecha por sus efectos tóxicos en órganos vitales y la microbiota intestinal. ¡Sospechas, no “hay pruebas concluyentes”! Pero sí, que tengan cuidado antes de que la 4T lance su “glifosato mágico versión 2.0”. Ya saben: todo lo que tocan lo hacen mieeeeeerda.