Me gusta un caballero
Que sea interesante
Que sea un buen amigo
Pero más, un buen amante
¿Qué importan unos años de más?
A mí me gustan mayores
De esos que llaman señores
De los que te abren la puerta
Y te mandan flores
BAD BUNNY / BECKY G
“[Hernán Bermúdez] García Luna no fue el principal culpable, él era solo ejecutor. El culpable fue [Adán Augusto López Hernández] Felipe Calderón; ni modo que no supiera. Claro que sabía, él daba las instrucciones”.
EL PROPIO ADÁN AUGUSTO
En la sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Morena hubo ausencias y evasivas, también reclamos, pero sobre todo mucha politiquería.
Adán Augusto López Hernández estuvo presente; quizo hacerse pasar por santo varón. Mas él no es ni santo ni ingenuo. Y no lo digo yo sino su compañero de partido, Manuel Espino, diputado federal de Morena (antes presidente nacional del PAN). En X, el legislador le envió un mensaje al coordinador de la bancada morenista en la cámara alta: “lo dije y lo reitero, si Felipe Calderón no sabía que su secretario de seguridad era narco, era por pendejo o por cómplice. Lo mismo digo respecto del senador Adán Augusto. Yo no voy a solapar a nadie, así sea de mi partido Morena. Alguien dijo: nadie por encima de la ley. De acuerdo, que explique”.
Y a modo de justificación, el NON sancto varón se lanzó a decir que padecía las politiquerías. Para reforzar su punto, ni entró por la puerta principal (‘el que nada debe, nada teme’, ¿o cómo era eso?), no contestó a la prensa ni al público presente y con un cinismo absoluto pidió “cerrar filas en torno a la presidenta“.
Eso lo hubiera pensado antes de ignorar a la primer mandataria y de haber mantenido —cuando era gobernador de Tabasco— como secretario de Seguridad estatal a Hernán Bermúdez, líder de la agrupación criminal “la Barredora”. Hoy López Hernández finge demencia. Su politiquería dejará muchos convalecientes.
No ha entendido que los verdugos de hoy serán las reses de mañana. Porque se ha puesto en la misma situación que Felipe Calderón con respecto a Genaro García Luna. Y lo que es más, ante la petición del actual gobernador de Tabasco, Javier May (“tiene que dar cuenta de sus acciones”), el senador guardó silencio, haciendo como si la Virgen le hablara…
El caso Hernán Bermúdez es significativo porque documenta la descomposición de Morena y precisamente porque salpica a una figura prominente del movimiento y cercana al expresidente. Porque cabe la posibilidad que, de jalar del hilo de la madeja, salgan más casos que deban ser investigados. Porque quien ha jalado es un gobernador morenista y le asiste la razón. Porque merece determinarse si existe asociación entre autoridades y criminales. Es así de simple y así de complejo a la vez.
Giro de la Perinola
(1) Ya en alguna ocasión la presidenta Claudia Sheinbaum dijo que no asistiría a las sesiones extraordinarias del Consejo Nacional de Morena. Ayer no estuvo presente. Mejor para ella; no conviene estar cerca de Adán Augusto en estos momentos. Pero si su forma de apoyar al actual gobernador era ir de gira este fin de semana a Tabasco, visitando un vivero donde se produce cacao para el Chocolate del Bienestar, ese apoyo no tuvo mucho eco.



Llama la atención que se ha extendido entre los internautas (más allá de la ideología de los medios y de los propios usuarios) la petición hacia la mandataria Sheinbaum en el sentido que se deshaga de Adán Augusto. Este personaje se ha convertido en un estorbo para su gobierno.
(2) En el Consejo Nacional de Morena, cuyo objetivo era fijar el rumbo del partido para el 2027, se notó el reclamo para que los Yunes no sean aceptados como parte del instituto político. Por lo visto no importa que ya tienen el registro y el membrete bien puesto.
(3) Se notaron las ausencias, la principal la de Andy López Beltrán, aunque tampoco se vieron (y si estaban, no se vieron) ni a Félix Salgado Macedonio ni a Rubén Rocha Moya.
(4) La faltante principal fue la congruencia. La 4t sostiene que no defienden corruptos, pero en lugar de pedir rendición de cuentas, gritan: ¡no estás solo!, ¡no estás solo! Así se ha escuchado con Félix Salgado, con Cuauhtémoc Blanco, con Rubén Rocha. Ahora con Adán Augusto López. Mas el grito de ¡no estás solo! se ha ido transformando en un jugar con fuego.