Las cuatro preseas de bronce con que regresa la delegación conformada por 162 atletas aztecas hablan más de lo que los propios deportistas callaron, quizá por su enorme deseo de ser integrados entre los privilegiados que participarían en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Ellos son los menos responsables de la pírrica e inaceptable cosecha de medallas por la que sí deberían dar cuentas los responsables de conducir el deporte en nuestro país, comenzando por la propia Ana Guevara, hasta el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien inclusive redujo el presupuesto para el deporte en año olímpico.

Muy lejos quedó la delegación mexicana de alcanzar las 10 medallas prometidas por la titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), Ana Gabriela Guevara, quien aún así rechaza se califique como fracaso el desempeño del representativo de nuestro país.

Cuatro medallas de bronce para un país de 130 millones de habitantes deben llamar a un amplio análisis por parte de quienes conducen las riendas del deporte en México. Y esa revisión no se debería limitar al tema del deporte de alto rendimiento.

Habrá que revisar por ejemplo: ¿Qué han hecho quienes prometieron un cambio, una cuarta transformación que tampoco ha llegado en lo deportivo?, ¿Qué políticas públicas existen para involucrar a niños y jóvenes en actividades deportivas? ¿Qué apoyos se brindan? ¿Cuáles son las condiciones de la estructura deportiva y qué tan accesible está de los niños y jóvenes? De todos es sabido que México se mantiene entre los primeros lugares de obesidad infantil. Sería interesante conocer también qué se ha hecho para revertir esa tendencia.

Los pobres dividendos de la delegación mexicana a su paso por Tokio, es la más sólida prueba que el deporte en México está fracasado; mal dirigido, mal soportado, mal encausado, y requiere de una cirugía mayor que tal vez no haya voluntad de llegar a ella desde la Federación, donde una y otra vez se ha justificado y protegido a quienes desde sus posiciones atentan y dañan lo que prometieron reconstruir.

La ex medallista olímpica, Ana Guevara, ha sido una completa decepción como titular de la CONADE. Ha pasado de ser la imponente atleta que paralizaba a todo un país para verla competir tan solo un minuto, para convertirse en un personaje arrogante, soberbio, y muy seguramente uno de los más despreciables en los últimos días.

Su desastroso desempeño como funcionaria del deporte no es lo único que le recriminan los mexicanos, sino además, su falta de empatía, de solidaridad, de apoyo a los atletas siendo que en su momento fue una de ellos, y prometió cambiaría las condiciones que a ella también le tocó padecer.

Pero no lo hizo. Como quien sube un ladrillo y pierde piso, así Ana se olvidó de sus promesas y de sus amigos, si es que alguna vez los tuvo.

“Yo te felicito por un nuevo récord mundial, mataste el Deporte Nacional en menos de 3 años”, le escribió en twitter el ex titular de la Comisión del deporte en la Cámara de Diputados, Ernesto Vargas, siendo uno más de los miles de internautas que le han reprochado su labor.

Guevara también ha sido señalada por actos de corrupción debido a las denuncias que enfrenta por presuntos malos manejos al seno de la CONADE, así como por tráfico de influencias y hostigamiento.

No obstante, la ex velocista cuenta con el apoyo incondicional de López Obrador y ahí radica su actitud altanera para burlarse de todo aquel señalamiento y denuncia que pese en su contra.

Ahora bien, no hay que perder de vista que la CONADE depende de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que encabeza Delfina Gómez, a quien habremos de incluir entre los responsables del fracaso olímpico y a su jefe directo, Andrés Manuel López Obrador, quien entregó a esta dependencia un presupuesto disminuido en año olímpico.

Solo por hacer un comparativo, la CONADE recibió para Londres 2012 un presupuesto de 5 mil 357 millones; para Río 2016, 2,825 millones; y para Tokio 2021, 2 mil 676 millones.

El Comité Olímpico Mexicano (COM), que preside Carlos Padilla, aún cuando es una asociación civil tiene responsabilidades específicas que igualmente merecería ser objeto de una revisión. Lo mismo debe ocurrir con las diversas federaciones deportivas dado que en muchas de ellas prevalecen cacicazgos enquistados que deben ser removidos.

Los compadrazgos, los compromisos, la corrupción, los favoritismos, son tumores que igualmente han dañado al deporte nacional. Así fue en sexenios pasados y lo es ahora.

Ni siquiera en béisbol, siendo el deporte consentido de Andrés Manuel, en el que ha invertido enormes cantidades de dinero, se pudo ganar un solo juego. Ese rotundo fracaso, por ejemplo, fue resultado de decisiones políticas y el responsable está muy cerca de la presidencia y tiene nombre y apellido.

Los malos manejos, y la falta de apoyos, también arrojaron a varios atletas mexicanos a buscar mejor suerte en otras latitudes. Tokio 2020, nos permitió ver a una arquera mexicana ganando la plata para los Países Bajos; a un entrenador de clavados obteniendo medallas para Australia gracias a sus pupilos. A un clavadista guanajuatense compitiendo con la bandera de República Dominicana y a un ex medallista olímpico en Tae Kwon Do, consiguiendo preseas como entrenador para Egipto.

De hecho, la inconformidad no se limita a los atletas que han decidido emigrar para buscar otras oportunidades, y un ejemplo de ello fue lo ocurrido con la clavadista Paola Espinoza, quien aún con el certamen en marcha seguía reclamando su lugar.

Una encuesta publicada por MetricsMx refiere que 73 por ciento de los mexicanos consultados consideran “imperdonable” el desempeño de atletas connacionales en los Juegos Olímpicos de Tokio; 12 por ciento lo encuentra justificable y un 15 por ciento no sabe.

A la pregunta “¿a qué se debió el mal resultado?”, 15 por ciento consideró que fue por la pandemia; 49 por ciento culpó a los atletas y 31 por ciento responsabilizó a las autoridades.

Pero, qué se les puede reprochar a los deportistas cuando van y dan su mejor esfuerzo, cuando rompen sus propias marcas, cuando se quedan al borde del medallero por debajo de potencias como China en clavados, o como las rusas o las estadounidenses en gimnasia, o en nado sincronizado. Y aquí abro un paréntesis para señalar justamente que es en los deportes de apreciación donde nos quedamos a un paso, ese paso que sin duda hace falta lo den los dirigentes del deporte en México, la gente de pantalón largo que debiera propiciar una mejor relación a nivel federaciones internacionales y un mayor roce en competencias de ese nivel para generar un mayor peso a la hora de las calificaciones en las que los jueces dudan o se resisten a poner mejores notas a los mexicanos.

Lo reitero, los menos culpables son los atletas. Ellos deben merecer toda nuestra admiración y reconocimiento a su encomiable esfuerzo porque solo ellos y sus familias saben los obstáculos que tuvieron que pasar para llegar a la justa veraniega; las peripecias para mantener la vela encendida de llegar a Tokio en medio de una pandemia, que sin duda afectó sus entrenamientos, pero que padecieron aún más por la falta de apoyos gubernamentales. Todos recordamos a algunos atletas boteando en las calles para comprarse aditamentos para mantener sus entrenamientos. Nada menos nos acabamos de enterar que Alexa Moreno, cuarto lugar en la prueba de salto de caballo en gimnasia, pago de su bolsillo sus aparatos para poder entrenar, y que el multi medallista Romel Pacheco cargaba garrafones como parte de su preparación para Tokio. El actual régimen de la Cuarta Transformación, en nombre de la austeridad les quitó apoyos y becas, les redujo presupuestos, les limitó viajes, y desapareció el Fodepar (Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento).

Queda pues mucho qué analizar, y ya se verá qué acciones se tomarán desde la Federación, si se decide dar la vuelta a la página y celebrar como un triunfo las cuatro medallas de bronce -como se suele hacer en Palacio Nacional para minimizar los daños-, o si se reconoce el fracaso, se aplican correctivos y se opta por dar los pasos para llegar a esa cirugía mayor que requiere el deporte en nuestro país.

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