Durante años, Ricardo Salinas Pliego —dueño de TV Azteca, Elektra y Banco Azteca— se pavoneó en redes sociales asegurando que no debía un centavo al SAT. “No le debo nada al gobierno, esto es persecución política”, repetía entre risas y burlas. Pero hace unos días, en plena celebración de su cumpleaños (evento al cual invitó a miles de sus seguidores), el magnate cambió de tono: admitió que sí debe y que pagará “en menos de 10 días” porque está “cansado de litigios”.
Lo curioso es que esos litigios los promovió él mismo durante más de una década, para evitar pagar. Hoy, parece que el cansancio no viene de la moral, sino de la presión.
Los números que lo persiguen
En México, el SAT le reclama a Salinas Pliego más de 74 mil millones de pesos en impuestos atrasados. Solo Grupo Elektra perdió este año un juicio que lo obliga a pagar 2 mil millones de pesos por créditos fiscales de 2012, y TV Azteca otro por 3,527 millones de 2009. A eso se suman múltiples procesos abiertos y amparos que ya no le están resultando.
Pero el verdadero golpe vino desde el norte: en Estados Unidos, sus acreedores lo tienen contra las cuerdas. TV Azteca debe más de 580 millones de dólares a fondos de inversión que compraron sus bonos en 2017, y un tribunal de Nueva York ya lo declaró en desacato por no presentar información financiera. Incluso tuvo que pagar 25 millones de dólares de fianza para evitar ser detenido en otro pleito con AT&T por la vieja compra de Iusacell.
Se acabaron los “favores” judiciales
Por años, Salinas Pliego se benefició de jueces que suspendían pagos o alargaban procesos con pretextos tan pintorescos como “la pandemia”. Pero ahora, las cortes mexicanas han empezado a cerrar filas y sus influencias ya no le bastan. Mientras tanto, en Estados Unidos, no hay jueces “amigos” ni margen para las tretas legales.
Por eso, su repentina “buena voluntad” para pagar no suena a acto patriótico, sino a cálculo desesperado. “Viva la libertad, carajo”, decía antes, emulando al presidente de Argentina, Javier Milei. Hoy su grito parece más bien un susurro: “viva el acuerdo, por favor”.
Ironías del destino: el cobrador convertido en deudor
Las mismas empresas del magnate —Elektra y Banco Azteca— son conocidas por sus duras prácticas de cobranza. Miles de mexicanos lo saben: llamadas diarias, amenazas, presión constante y cero compasión si el cliente perdió el empleo o enfermó. Para ellos no hay excusas: si debes, pagas, y punto.
Pero ahora su propio dueño enfrenta lo mismo, solo que en grande. Y esto deja una lección potente: hasta el más rico y poderoso puede tener deudas que le cueste pagar. Ningún deudor, por grande o pequeño que sea, está exento de dificultades financieras.
La diferencia es que mientras a la gente común se le presiona sin tregua, a los magnates se les dan años de margen y tribunales complacientes. Aun así, todo se puede negociar, y este caso demuestra que el tamaño de la deuda no determina si puede resolverse, sino la voluntad y la estrategia para hacerlo.
Así las cosas, amigo deudor: si enfrentas deudas con bancos, tiendas o financieras, recuerda que siempre puedes negociar y llegar a un acuerdo justo. Acércate a las autoridades competentes o a la Organización Nacional de la Defensa Del Deudor, donde podrás recibir asesoría gratuita y de ser necesario, representación profesional sobre tu caso.




