Durante los últimos días y semanas, hasta la noche del primer Grito de Independencia de una mujer en toda la historia de México, se ha notado en una profundidad creciente, el vacío prácticamente total en la oposición en México; patético el pretendido “grito de independencia legítimo” de un magnate que tiene investigaciones muy completas (y publicadas), hechas por periodistas extranjeros respecto a su puerca forma de construir su actual fortuna, donde la evasión de impuestos es cuestión de un niño de biberón, en comparación con lo demás, y de un sobrino suyo que es una auténtica patada en las partes nobles, debido a su innato “carisma”; que si “el comunismo”, que si “los gobiernícolas” (su emporio, sin canonjías y cochupos con algunos políticos mexicanos, solo así se explica), que si “Venezuela”, que si “Corea del Norte” y una sarta de estupideces convertidas en muletillas (que ya son de hace un cuarto de siglo), que no van a convencer a nadie.

Si tienen un 5% de simpatías y proyecciones electorales (que se me haría demasiado), no avanzarán en nada, así el señor Ricardo Salinas Pliego eche toda la carne al asador vía sus medios de comunicación y sus miles de millones de dólares. Vamos, tan son un disparate sus inquietudes políticas que hacen pensar a algunos que, en realidad, trabajan para el gobierno, con el fin último de confundir y dividir al ya de por sí exiguo porcentaje de intención del voto no oficialista al son de “¡divide y vencerás!”.

¿Quién podría ser la marca política que llene ese inconmensurable vacío político? El PAN tiene a personajes que tan solo con escucharles se pone de manifiesto su lastimosa mediocridad y sus enormes limitaciones; personajes como Marko Cortés, Kenia López Rabadán, Ricardo Anaya y otros más de relleno, más los del PRI que ya tienen por horizonte algo similar a lo que sucedió con el PRD. Luego está MC, al cual si bien no se le mira esos niveles de incompetencia, tampoco milita en sus filas un solo nombre que pueda tomar el estandarte de una (necesaria, en el camino que ya lleva México), oposición política.

Se requiere algo, alguien que sea un personaje a la vez capaz, honesto, con experiencia, disruptivo, pero con estrategia inteligente, no esa oposición de Beatriz Pagés, de Carlos Alazraki, de “Alito” Moreno, de Aguilar Camín, de Lilly Téllez y todo ese tristísimo circo opositor que ofende –llegando ya hasta los golpes, incluso–, insulta, repite conceptos necios y dogmas (como por ejemplo lo hicieron por décadas con el tema de los salarios mínimos).

Es preciso intentar rebasar por la izquierda, también peinar el país como lo hizo una y otra vez AMLO, que vía los medios tradicionales o los digitales, no alcanza más que para ser una oposición con un papel, así sea involuntario, de tonto útil, que ayude a legitimar al régimen como sucedía, por ejemplo, con el PSUM, PRT y todos los demás organismos políticos derivados de la Ley Reyes Heroles (LOPE) de 1977, una importante vuelta de tuerca camino a una –hasta ahora fallida– transición democrática.

¿Qué nombres pues, hay? Está Enrique de la Madrid, que sin caer nunca en lo corriente de sus colegas, cuestiona con la cabeza y no con las vísceras, que propone y no va contra todo y todos per se; por el PRI está Beatriz Paredes, aunque sus bríos distan de ser los de años ya idos, y de MC hay algunos cuya popularidad y prestigio se basa en lo groseramente frívolo, del estilo fosfo fosfo, pero poco, muy poco más que eso. En cambio, el oficialismo sí cuenta con un puñado de aspirantes para su continuidad, aunque no tantos, ni en calidad ni en cantidad, como correspondería a su cuasi hegemonía. Más que deseable pues, es que ese personaje dé ya el decidido paso al frente y tome el estandarte opositor, que si no, este país –en un futuro– caerá en lo lógico y natural: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.