Durante años Mérida ha sido considerada un oasis en el contexto nacional por su seguridad, calidad de vida y servicios públicos. Sin embargo, hoy enfrenta una amenaza que podría cambiar radicalmente su fisonomía urbana: la posible destrucción del sistema de transporte Va y Ven a manos del gobierno encabezado por Joaquín “Huacho” Díaz Mena.
El gobierno morenista ha iniciado acciones que apuntan a la privatización del transporte público; la entrega del sistema a grupos clientelares con intereses políticos y económicos, y que pondría fin a uno de los pocos modelos de transporte moderno y funcional en el país.
Un modelo ejemplar
El sistema ha sido una excepción en México. Basta abrir el celular para saber exactamente dónde viene el autobús y cuánto falta para que llegue a la parada. Son unidades modernas, equipadas con aire acondicionado, internet, pantallas, accesibilidad y espacio para llevar hasta nuestra bicicleta.
Inclusivas, porque las personas con discapacidad pueden moverse de manera fácil y accesible y las familias yucatecas pagan menos por trasladarse en unidades de primer nivel, que antes parecían exclusivas de las grandes ciudades del mundo.
Se paga con el celular o con tarjeta sin necesidad de efectivo y siempre respetando la tarifa social, con la posibilidad de transbordar sin costo o a mitad de precio en una flotilla de autobuses eléctricos y unidades articuladas.
Llegó Díaz Mena
Desde que el morenista tomó las riendas del estado, se ha denunciado la existencia de una crisis inducida en el sistema. La falta de pagos a concesionarios ha provocado protestas y paros de operadores, afectando a miles de usuarios y, en lugar de resolver estos conflictos, la Agencia de Transporte de Yucatán (ATY) ha optado por medidas emergentes como sustituir temporalmente las principales rutas con unidades viejas y vans.
Algunos logros del sistema que ejemplifican la magnitud de lo que está en riesgo:
1. Llega al 98% de la población de Mérida, 21 comisarías y a Umán, Kanasín, Valladolid y Tizimin.
2. 13 rutas nocturnas en apoyo a quienes trabajan de noche.
3. Cuenta con la primera ruta eléctrica del sureste a través del Ie-Tram.
4. Más de 3,000 usuarios con discapacidad se mueven diariamente.
5. 100% gratuito para personas con discapacidad y 250 mil personas con tarifa social, entre estudiantes, adultos mayores y PcD.
6. App en tiempo real para visualizar las unidades.
7. CETRAMS
8. En noviembre contabilizaría 530 mil usuarios.
9. Seguridad para el usuario, el operador tiene que cumplir con en el horario establecido.
10. Uno de los 3 estados del país en donde los usuarios pueden ingresar al transporte mediante su celular.
¿Una crisis creada para justificar la privatización?
La crisis actual parece haber sido provocada deliberadamente. Suspender los pagos a operadores y concesionarios, genera un colapso operacional que “justifica” intervenir el sistema y rediseñarlo, abriendo la puerta para que entren las mafias del transporte de microbuseros y combieros ligadas a intereses oscuros o clientelares.
En su primer informe de gobierno, Díaz Mena tachó el sistema Va y Ven de ser una “herencia corrupta” de gobiernos anteriores, diseñado —según él— para beneficiar intereses privados. Con ese discurso, justificó el colapso, como si la incapacidad financiera del sistema fuera producto de corrupción y no de abandono deliberado.
Los servicios públicos no se sostienen con números negros
Una de las grandes falacias es que Va y Ven “no es rentable”. Una afirmación que omite una verdad elemental: los servicios públicos no están diseñados para generar ganancias sino para garantizar el acceso universal a derechos fundamentales como la movilidad, salud, educación o agua.
El transporte público opera con subsidios. En la CDMX, por ejemplo, el boleto del Metro cuesta $5 pesos, pero el costo real supera los $15. La diferencia la cubre el gobierno, como ocurre también con los hospitales públicos, escuelas y los servicios de agua potable. En ese contexto, exigir que Va y Ven opere con “números negros” es ignorancia o mala fe.
El regreso del modelo mafioso
Volverán combis, peceras y microbuses manejados por operadores que deciden rutas, tarifas y paradas, y que sirven como brazo electoral en tiempos de elecciones. Justamente el sistema que Va y Ven consiguió reemplazar.
No es algo nuevo, en los 90’s, en la CDMX, se vivió algo similar cuando se desmanteló la Ruta 100 para dar paso al microbús privado, en una operación financiada por Grupo Havre.
Carlos Buentello Carbonell, un operador clave en la red de empresas de los amigos de Andrés López Beltrán, estuvo involucrado en ese desfalco realizado en conjunto con Manuel Camacho, entonces regente de la capital, para la construcción de la red de microbuses que se emplearon en el transporte público.
La historia parece repetirse
El peligro no es solo perder un sistema funcional, el verdadero riesgo es que Mérida pierda el control de su futuro urbano, y con ello, parte de lo que la había convertido en ejemplo nacional.
X: @diaz_manuel