De lo que se entera una, ¡virgen santa! Para conmemorar el 12 de diciembre, el taller de mantenimiento MRO Mexicana llevó a cabo su tradicional misa anual. Y tenemos un grave problema, independientemente de las creencias personales que existan respecto a los actos religiosos.

Los trabajadores de la antigua Mexicana de Aviación seguimos sin información alguna, clara, certera y verificada acerca de si el Gobierno Federal, y los integrantes del Fideicomiso del MRO F-2100, aceptaron o rechazaron la prórroga solicitada por los sindicatos y la asociación de empleados de confianza.

Dijo Martin Luther King, ministro y activista bautista: “lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”, y yo no puedo ni quiero ser indiferente en este tema, primordial para las familias de los trabajadores de CMA (la antigua Compañía Mexicana de Aviación) y empresas que nos acompañan.

Se los juro, si no fuera crucial, no estaríamos dando lata, pero me resulta sumamente desagradable e hipócrita, andar quedando bien con seres celestiales, mientras a los seres humanos ávidos de información, nos ignoran olímpicamente.

Mi insistencia e interés por seguir cuestionando qué pasó con el tema de la prórroga tiene una explicación muy sencilla: cuando se creó el famoso fideicomiso, las reglas quedaron muy claras sobre el “supuesto" dinero que los trabajadores íbamos a recibir; lo entrecomillo porque ese recurso económico en realidad era una especie de condonación de deuda que tenía Mexicana con bancos como Bancomext y Banorte, y con Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), por adeudos en los pagos de turbosina. En realidad, nunca se condonó la deuda, solo se reestructuró para hacerla exigible 10 años después.

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Dicho en buen español, para que este fideicomiso tuviese dinero, se vendería el taller de mantenimiento y de esa forma fondearlo, para posteriormente realizar la dispersión de los recursos económicos, teniendo como acreedores preferentes a los trabajadores afectados por la quiebra de Mexicana.

Fue una medida extraordinaria porque el gobierno de Enrique Peña Nieto sabía que nunca nos iban a poder liquidar conforme a la ley, pues el Nuevo Grupo Aeronáutico (NGA) carecía de los activos suficientes para ello. Así, esa administración priista logró matar dos pájaros de un tiro, pues con la creación del fideicomiso F2100 desactivó el plantón que existía en la Terminal 1 (T1) del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, y ganó tiempo para no resolver el problema de fondo, y simplemente “heredarlo”.

Desde un principio, el 4 de abril de 2014, se estableció que para poner en venta el taller de mantenimiento de Mexicana, el MRO, se requería un avalúo, pero no se ha realizado desde hace más de 10 años.

En el momento que el Fideicomiso F2100 vio la luz, es decir que existió jurídicamente, se estableció un plazo de 10 años, en los que quedarían al frente de gestión tres sindicatos, la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA), Sindicato Nacional de Trabajadores de Transportes, Transformacion, Aviacion, Servicios y Similares (SNTTTASS) y la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA), junto con la Coalición de Empleados de Confianza (CEC).

A pesar del holgado lapso (10 años), nunca se llevó a cabo el famoso avalúo, y sin este, la venta del MRO es simplemente imposible. Una de las razones que en algún momento se dignaron a dar fue que el costo de realizar el avalúo era tan elevado, que la base de mantenimiento no contaba con la liquidez suficiente para llevarlo a cabo.

La administración conjunta del MRO, a cargo de ASPA, SNTTTASS, ASSA y el grupo del personal de confianza, ha nombrado con libertad y desparpajo, y sin rendición de cuentas, a los directores de la base de mantenimiento.

El último director que nombraron -y que de forma pública informaron- fue Oscar Argüello, después de la salida de “el tío ostias”, Emilio José Otero Marbán, quien a su llegada en 2020 lo primero que hizo fue reducir la planta del MRO a 800 trabajadores de los 1,800 que había.

Cuando dije desparpajo no fue casualidad; sepan ustedes que Otero Marbán llegó ahí por recomendación directa (léase, “imposición”) de Oscar Argüello, que entonces estaba al frente de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA). Tres años después, “sale Otero, entra Argüello”.

En diciembre de 2019 el periódico El Heraldo daba a conocer lo siguiente:

“Hace apenas tres meses que Argüello rescató del retiro a su exjefe Emilio Otero Marbán y operó todo lo necesario para nombrarlo director general de Mexicana MRO. Eso, más la imposición de un Consejo de Administración, integrado por personas sin ninguna experiencia directiva, tienen en riesgo la supervivencia de Mexicana MRO”.

Eso no es todo, trascendió que Otero era la mar de codo, pues cuando trabajó para los vinos Eminá se negó a que hubiera una página web de la Bodega Familiares Matarromera. Cansado de su desastrosa administración, en 2023 Argüello prescindió de los servicios de Otero, y se autonombró director general del MRO Mexicana, y sacó de su chistera personal a Alejandro Torres Landeros, a quien designó como director adjunto.

Pues bien, yo estaba muy quitada de la pena mirando las redes sociales cuando me tropecé con una publicación del SNTTTASS, aparecieron las fotos de la misa en honor a la guadalupana y me topé con un pie de foto que me dejó más que descolocada.

¿Cuándo avisaron de manera formal a los trabajadores de la antigua Mexicana de Aviación que al director general Óscar Argüello ya le habían cantado las golondrinas?

Y las preguntas siguen: ¿desde cuándo el director general es Jesús Navarro Parada?; y ¿cómo es que Alejandro Torres Landeros llegó al cargo de director de administración y finanzas?

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Lo dije y lo sostengo, los trabajadores necesitamos información clara, certera y verificada. Hasta ahora solo contamos con los trascendidos de los propios trabajadores del MRO, quienes han denunciado que nada más empezó el mes de diciembre, y aparecieron los recortes de personal.

En radio pasillo del taller de mantenimiento se dice que los contratos con varias empresas se han caído por el mal trabajo entregado. Y de esto no puede responsabilizarse solo a quienes ahí laboran.

La pregunta es directa para los sindicatos y la asociación de trabadores de confianza: ¿para qué existe el “Consejo de Administración”?, porque según los hechos, están cobrando puntualmente sus salarios, pero sin supervisar que se trabaje de forma correcta en la base de mantenimiento.

En 2023, el MRO Mexicana firmó un convenio con la Universidad Politécnica Metropolitana de Hidalgo para que sus alumnos realicen prácticas profesionales dentro del MRO. En dicho documento firma como “apoderado legal” de la base de mantenimiento Alejandro Torres Landeros. Con el mismo cargo firmó en la revisión de contrato con el SNTTTASS (“CFCRL-CONTRATO-F-EMIII-2023-10000/E-JFCA-CC-10880-2018-XXIII”) documentos públicos y disponibles en internet.

Y ahora resulta que el nuevo director general es Jesús Navarro Parada, y ninguno de los sindicatos -ni la asociación de trabajadores de confianza- tuvieron la decencia de informar de este cambio. Lo único cierto, y dato irrebatible, es que se comieron los 10 años para realizar un avalúo de la base de mantenimiento, y luego se tragaron un año y medio más de prórroga, en el que no hicieron absolutamente nada.

Y seguramente se engullirán el tiempo que pidieron para una nueva prórroga. Pero hoy por hoy seguimos en la incertidumbre¸ no sabemos si se aceptó la segunda prórroga al fideicomiso del MRO Mexicana F2100; tampoco sabemos si a Óscar Argüello, le vamos cantando las mañanitas, las golondrinas o El Rey.

Por lo menos yo no me voy a quedar esperando, con los brazos cruzados, a que esa información llegue desde el cielo, una hermosa mañana. Pongo los reflectores en el tema, y espero que los responsables den la cara. Estamos a punto de culminar el 2025 y no podemos seguir sin información oficial, clara, certera y verificada, del Consejo de Administración de la Base de Mantenimiento MRO Mexicana.