Con las negociaciones más trascendentales para el desarrollo económico y social del país en puerta, nuevamente el gobierno parece no atender la importancia de incorporar innovaciones tecnológicas. No en el discurso, sino de manera efectiva y profunda, tal es el caso de la inteligencia artificial (IA), que ya está y es momento de usarla de manera responsable.
IA en las empresas
Según el AI Index Report 2025, la inversión privada en IA alcanzó un récord histórico: en 2024 las empresas invirtieron alrededor de 252.3 mil millones de dólares.
Del total, la IA generativa —modalidad detrás de chatbots, generación de texto, imagen, código, etc.—, absorbió unos 33.9 mil mdd, un volumen 8.5 veces superior al de 2022.
Ese enorme capital movilizado refleja que la IA no es una promesa de laboratorio: es un elemento central para la estrategia económica y operativa de empresas en múltiples sectores. En 2024 el 78% de las organizaciones declararon estar utilizando IA, un salto respecto al 55% de 2023.
El informe también destaca otra tendencia clave: la IA tiene el potencial de reducir la brecha de habilidades entre trabajadores poco calificados y altamente especializados. En algunos casos, la IA generativa permitió a empleados con menor formación mejorar su rendimiento.
IA en los gobiernos
A paso acelerado la IA se posiciona como una herramienta clave para los gobiernos en el mundo. Muchas de sus aplicaciones buscan hacer más eficiente la gestión pública, mejorar la atención, agilizar trámites, optimizar servicios e incluso, reforzar la transparencia, la planeación y la predicción en políticas públicas.
Por ejemplo, la IA puede ayudar en la administración documental, clasificación de datos, atención al público, monitoreo de redes sociales, detección de patrones en datos de salud o seguridad todo orientado a un propósito.
En este contexto, no solo se automatizarían procesos rutinarios, sino que se pueden aprovechar para decisiones más informadas, liberando recursos que podrían destinarse a otras áreas, lo que en teoría podría traducirse en beneficios para la ciudadanía.
IA en México
Por ahora, el gobierno de la república ha mencionado discursivamente la importancia de la IA y su supuesta incorporación a los procesos gubernamentales. Una falasia.
Si bien, un estudio reciente del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), indica que los gobiernos de los tres niveles y en los poderes de la unión se usan al menos 119 herramientas de inteligencia artificial. La mayoría de esas herramientas son chatbots o interfaces conversacionales, utilizados para brindar atención, recibir denuncias, informar sobre trámites, programas o servicios.
Las herramientas son utilizadas casi exclusivamente para la digitalización de la información, incluso, se creó la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones que dirige José Antonio Peña Merino, orientada a procesos de digitalización y nada más.
IA y ética
En 2024, se presentó el primer diagnóstico público del nivel de preparación del país para desarrollar inteligencia artificial de manera ética. El informe, realizado en colaboración con la UNESCO y la Alianza Nacional de Inteligencia Artificial (ANIA), evaluó avances, fortalezas y áreas que requieren desarrollo.
El diagnóstico desembocó en la propuesta de una Agenda Nacional de Inteligencia Artificial para México 2024-2030, que, aunque se presentó al Senado, fue totalmente ignorada. Tenía como objetivo establecer políticas públicas, regulaciones específicas, y un modelo de gobernanza plural, multidisciplinario e inclusivo pensando la IA no solo como tecnología, sino como herramienta al servicio del bien colectivo, los derechos humanos, la equidad y el desarrollo sostenible.
Otro estudio elaborado por el CIDE advierte sobre una generalizada falta de transparencia: muchas dependencias públicas son reacias a dar información sobre sus herramientas de IA, o las presentan de forma imprecisa. En algunos casos, programas simples se enlistan como “IA” sin que cumplan criterios técnicos.
Esa opacidad dificulta la rendición de cuentas, impide una supervisión adecuada y alimenta la desconfianza ciudadana y, además, aunque la regulación está en construcción, la nueva legislación o normativas no operan de forma generalizada.
Otra vez nos agachamos
El más reciente reporte de Stanford sostiene que la IA tiene el potencial de transformar profundamente la economía global y la vida laboral de millones de personas. Lo muestran las inversiones récord, adopción acelerada de la IA en empresas, avances técnicos y la aparición de nuevas industrias: estamos ante una revolución tecnológica de gran magnitud.
Sin embargo, y este es el punto crucial, esos beneficios no se distribuyen de manera equitativa. Mientras algunas personas y compañías ganan en productividad, ingresos y ventajas competitivas, otras enfrentan incertidumbre, desplazamiento o erosión de oportunidades laborales.
En México, el gobierno federal deliberadamente bloquea las oportunidades, sobre todo en temas de transparencia, información y socialización de la herramienta, para utilizarlo como un instrumento de control, opresión e intimidación y para transformar la realidad que sostiene el poder. Como quien destruye la historia y la convierte en instrumento ideológico: al digitalizarlo se convierte en fuente de información. Así, una herramienta de transparencia, eficiencia y desarrollo económico, puede llevarse a extremos de manipulación, opacidad y control.
X: @diaz_manuel




