Desde su llegada al Senado, Lilly Téllez ha sido una política que incomoda, polariza y genera titulares. Aunque su paso de periodista a legisladora no ha estado exento de controversia, ha dejado claro que lo suyo no es quedarse callada frente al poder, especialmente, cuando el poder se llama Cuarta Transformación.
Téllez ha sido una de las voces más persistentes y en ocasiones más estridentes al señalar lo que considera abusos, inconsistencias y fracasos del proyecto que inició López Obrador, y que continua Claudia Sheinbaum.
Su crítica, tanto ideológica como personal, apunta sin ambages contra algunos de los principales actores de la 4T, librando una batalla por la gran mayoría de los mexicanos, siendo una de las pocas voces que mantienen fuerza, sin embargo, lo hace sola, sin el respaldo de su partido el PAN, cuya dirigencia, como decíamos ayer, juega al tonto útil con Morena.
Sheinbaum: la continuidad que rechaza
La presidenta ha sido blanco constante de los señalamientos de Téllez. Desde mucho antes de que asumiera el cargo en octubre de 2024, la senadora la había descrito como una figura “sumisa” al expresidente, carente de independencia y de voluntad propia.
Lo ha mantenido en redes sociales y en tribuna, ya sea cuestionando el manejo que hizo de la pandemia cuando era jefa de Gobierno o advirtiendo que su presidencia representa “más de lo mismo, pero con menos carisma”.
En plena campaña presidencial, Téllez llegó a afirmar que Sheinbaum representa “una izquierda autoritaria, que desprecia la libertad y manipula a los pobres con discursos populistas” y, a pesar de que Claudia ha intentado proyectar una imagen más técnica y conciliadora, para Téllez se trata de una fachada de continuidad ideológica.
Adán Augusto: el operador del poder
Con frecuencia el blanco de sus críticas es el senador Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación y mano derecha de AMLO. La senadora ha cuestionado su papel como operador político del obradorismo, acusándolo de actuar con una “ambición desmedida” y de ser parte del aparato político que ha utilizado las instituciones con fines partidistas.
Según Téllez, Adán Augusto representa “el viejo PRI reciclado en Morena”. Lo ha acusado de impulsar reformas que minan la democracia y la división de poderes y, reiteradamente, ha exigido una investigación sobre sus vínculos políticos, insinuando que su ascenso dentro del Senado responde más a cuotas de poder que a méritos.
La senadora Téllez no duda en revelar la forma en que operan las empresas ligadas a la red de corrupción de Adán Augusto, incluso, en el segundo video de su serie “El intocable de la 4T”, acusa a Fernando y Carlo Padilla de ser sus cómplices buscando exhibir lo que ella califica como un entramado de corrupción e impunidad encabezado por el coordinador de los senadores de Morena.
En un primer video que presentó en la discusión de la ley aduanera, Lilly Téllez muestra cómo operan las aduanas para favorecer a la mafia del huachicol de la que forma parte Adán Augusto y a la red de Morena. Su difusión ante el pleno fue suspendida por la senadora Laura Itzel Castillo, censurando y coartando la libertad de la senadora. Si don Heberto Castillo viera en lo que se ha convertido su hija, se volvería a morir de la decepción.
La 4T: una batalla ideológica
Pero más allá de figuras concretas, lo que define a Lilly Téllez es su abierto antagonismo al proyecto de la Cuarta Transformación. Se ha referido a este como un “régimen populista, clientelar y autoritario” y se ha convertido en una de las voces más activas en denunciar lo que considera una destrucción institucional impulsada desde Palacio Nacional.
En congruencia, ha votado en contra de las reformas clave del obradorismo, como las del INE, la Guardia Nacional y la militarización de la seguridad pública, argumentando en cada ocasión que esas propuestas buscan concentrar el poder y debilitar los contrapesos democráticos.
Su estilo frontal le ha generado aliados y detractores incluso al interior del bloque opositor, quizá porque en un país donde la disciplina partidista suele imperar, su voz resulta incómoda para todos.
Una figura a observar
A un año de la presidencia de Sheinbaum y con un Senado en el que aún se negocia el equilibrio de fuerzas, no cabe duda de que Lilly Téllez seguirá siendo una figura clave en el tablero político.
Sus posturas, polémicas o no, representan una corriente que se niega a ser silenciada, y aunque carece del apoyo del PAN, y del resto de los partidos y líderes de oposición, lo cierto es que su presencia en el debate público obliga a Morena y a la propia presidenta a enfrentar la crítica.
En tiempos de hegemonía política, voces como la de Lilly resultan, imprescindibles.
X: @diaz_manuel