Los actos de lesa humanidad a los que ha recurrido Vladimir Putin en Rusia, como el secuestro de niños para su destrucción o adoctrinamiento según se presenten los casos, son hechos desgarradores y autoritarios propios de un tirano.

¿Vamos a quedarnos callados como país?

El pasado viernes la Corte Penal Internacional giró órdenes de arresto por crímenes de guerra, contra el mandatario ruso Vladimir Putin y la comisionada de su gobierno para los derechos del niño, María Lvova-Belova. La acusación se sustenta por la presunta deportación y transferencia ilegal de niños desde las áreas ocupadas por las fuerzas rusas en Ucrania hacia el territorio ruso.

Moscú niega las acusaciones argumentando que, por no ser signatarios del Estatuto de Roma de la CPI, no responderán a las peticiones de detención de Putin y Lvova-Belova.

Adoctrinamiento de niños

El año pasado Lvova-Belova habló públicamente de los esfuerzos de su gobierno para adoctrinar a los niños ucranianos llevados a Rusia. Aseguró, a manera de queja, que algunos niños “hablaban mal del presidente ruso, decían cosas horribles y cantaban el himno ucraniano”. Dijo que “comenzaron a integrarse” después de ser colocados en familias adoptivas en Rusia. “Así que sí, hay algunas cosas malas al principio, pero luego se transforman para amar a Rusia”.

Autoritarismo mesiánico

Lo que preocupa al mundo entero es el regreso a algo que ya se suponía superado, gobiernos autoritarios que hacen experimentos con seres humanos para temas de adoctrinamiento político, la adoración a su líder, como en su momento lo hizo Adolfo Hitler con su doctor de cabecera, Josef Mengele, mejor conocido como el Ángel de la Muerte.

Como dice el clásico “para que los jóvenes aprendan”, algo que ayudó al establecimiento de la democracia en Europa del Este, en el bloque de la Unión Soviética, fue la aparición de movimientos sociales defensores, en un primer término, de los derechos humanos a través de las llamadas Organizaciones No Gubernamentales. El término obedece a que en el bloque comunista de la ex Unión Soviética cualquier actividad pasaba por el gobierno y el Politburó, la burocracia Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, máximo órgano de gobierno y dirección del PCUS, de forma que nada podía ser realizado por fuera de estos órganos y todo tenía que enfocarse a la adoración al líder máximo, de lo contrario había consecuencias mortales.

Estalinismo

Por ejemplo, Stalin con el objetivo de “limpiar” la Unión Soviética de “enemigos del pueblo” desató una brutal cacería de disidentes ya fueran reales o imaginarios.

Hubo purgas en el partido, el Ejército, entre las minorías étnicas, extranjeros, en fin, cualquiera que no pensará igual o que no rindiera culto al mandatario.

Stalin, Pol Pot y Hitler han sido los más grandes genocidas en la historia moderna y todos con un común denominador, el autoritarismo mesiánico. Estos líderes fueron los creadores del partido único y ahora, en el entorno de la invasión de Rusia a Ucrania, está siendo replicado al más puro estilo dictatorial, autoritario y tirano. Lo vemos también en países que apoya Putin como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y en otros donde están empujando duro, como Argentina y México con AMLO y Morena.

Adoctrinamiento

En un modelo como el de Rusia y los países de su órbita, nada queda fuera de las estructuras de gobierno y del partido y sin más autoridad que la del tirano, que organiza y convoca grandes concentraciones de adoración al líder y busca el adoctrinamiento de la niñez. Por lo tanto, las organizaciones de la sociedad civil son “enemigas”, se criminalizan las expresiones diversas y se destruyen todas las instituciones democráticas. No hay más ley, más juez ni autoridad que la de un solo hombre, un mandatario autoritario y tirano.

En la medida que avanzan gobiernos autoritarios como el de Valdimir Putin, que pretende regresar los controles de tiranía y salvajismo que tenía cuando trabajaba para la KGB en la extinta URSS, la democracia y la tensión en el mundo crece.

Xavier Velasco, en un excelente artículo publicado en Milenio, al abordar el tema del secuestro de los niños ucranianos pone el acento en la xenofobia: “Parece sintomático que los simpatizantes de Vladimir Putin alberguen un horror a lo extranjero lindante con la histeria y el pogromo. Gobiernistas cubanos, argentinos, sirios, nicaragüenses, venezolanos, iranís, bolivianos, gringos o mexicanos, cada uno se jacta de una soberanía de cartón que apesta más a abuso, mentira, impunidad y miedo que a relumbrante orgullo nacional. Por eso en su catálogo de ofensas resalta el adjetivo “cosmopolita”. Para ellos el contacto con culturas y pensamientos distintos es no sólo indeseable sino infeccioso. “Ideas exóticas”.

El adoctrinamiento mexicano

Un foco rojo en el sistema educativo mexicano se enciende y cobra relevancia cuando Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP, cercano a Beatriz Gutiérrez expresara que “leer por goce es un acto individualista”, o Paco Ignacio Taibo II, director del FCE asegurara “para qué leer” si eso no ayuda a mejorar las condiciones de vida o AMLO que dijera que su objetivo es trabajar con personas “con la mente en blanco” y por ello busca el adoctrinamiento de los niños.

En la era de la programación de sistemas, inteligencia artificial e información a la mano, el enemigo sigue siendo el adoctrinamiento, las creencias y la fe; mientras en México sin el menor escrúpulo y moral, avanzamos en ese camino.

Twitter: @diaz_manuel