“Tú no eres embajador de México, Genaro, eres embajador de la servidumbre. Te premiaron no por talento, sino por arrodillarte. Italia es tu exilio dorado, comprado con tu dignidad.”
lejandra Cuevas Morán
El servicio exterior mexicano —con la Escuela Matías Romero como formadora de diplomáticos de excelencia incluida— fue reconocido mundialmente por su profesionalismo. Digo fue no porque ese profesionalismo haya desaparecido, sino porque hoy simplemente ya no se le toma en cuenta.
Son varios los gobiernos que han usado a la Cancillería y al servicio exterior mexicano con fines políticos ajenos a las relaciones internacionales. Recordemos cuando José López Portillo quiso deshacerse de Luis Echeverría: lo envió como embajador a Australia y, para disimular que no era algo personal, también nombró a Gustavo Díaz Ordaz embajador en España.
Hubo épocas distintas. Escritores como Octavio Paz, Carlos Fuentes o Rosario Castellanos portaron con orgullo el título de embajadores en India, Francia o Israel. En sus casos, su obra y prestigio los precedían; sus nombramientos daban grandeza a México.
Hoy ocurre lo contrario: cada vez con más frecuencia se designa embajadores y cónsules sin carrera diplomática ni mérito, solo porque ayudaron al poder. El conocimiento cedió su lugar al premio político. Así sucedió con exgobernadores priistas en tiempos de la autodenominada Cuarta Transformación: Quirino Ordaz, exgobernador de Sinaloa (España); Claudia Pavlovich, exgobernadora de Sonora (cónsul en Barcelona y ahora embajadora en Panamá); Miguel Aysa González, exgobernador de Campeche (República Dominicana); Omar Fayad, exgobernador de Hidalgo (Noruega), entre otros.
También están los premios a leales del morenismo. Ahí está el caso del exgobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, como cónsul en Miami, o ahora, el de Genaro Lozano como embajador en Italia. En todos los casos, sin carrera diplomática: retiros dorados para políticos y para quienes prestaron pluma y voz al régimen.
Nombrar a Lozano, politólogo y activista que se distinguió por la intolerancia hacia visiones distintas, abre una pregunta evidente: ¿cómo poner a alguien dedicado a sembrar división en un puesto cuyo propósito es tender puentes y promover unidad?
Ejemplo: en diciembre de 2022, en una columna publicada en Reforma, Lozano describió a Giorgia Meloni, primera ministra italiana, como “una mezcla de ideas desordenadas, arrogancia y contradicción… personaje que mueve el descontento como dinamita, que simplifica el discurso y personaliza”. Puede escribir lo que quiera como articulista. Pero que esa misma persona, ahora en funciones, represente a México ante el gobierno de Meloni, ¿es correcto? ¿Beneficia en algo a la relación bilateral? Lo que parece es una confrontación implícita entre México e Italia.
Más allá de Lozano, recordemos que tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum se comprometieron a dar preferencia a diplomáticos de carrera. Y, sin embargo, con nombramientos como los de Rutilio y Lozano no solo se desprecia al servicio exterior, también a morenistas con trayectoria, formación y experiencia que son ignorados. ¿Qué piensan ellos? ¿De verdad el propio movimiento desecha a sus cuadros más preparados en favor de la sumisión y la docilidad?
El nombramiento de Lozano no debería usarse como “bandera” de la izquierda mexicana para confrontar al conservadurismo italiano. La diplomacia es tender puentes, no levantar trincheras.
¿Será acaso que el objetivo es que Italia no lo acepte? ¿Un pretexto para provocar un incidente “no diplomático” con ese país?
Giro de la Perinola
1. Jaime Torres Bodet fue homosexual. Afortunadamente, eso no impidió desempeñarse como diplomático de carrera, embajador en Francia, dos veces canciller y secretario de Educación Pública. Implementó una política intensa de alfabetización y modernizó las relaciones exteriores durante la Guerra Fría. Su prestigio lo llevó a ser director general de la UNESCO de 1948 a 1952.
2. Sus preferencias sexuales —conocidas en la época— nunca fueron usadas para denostarlo. La razón es simple: fue un diplomático de carrera que nunca atacó a los presidentes ni a los países donde representó a México.
3. Italia es un país conservador. ¿Era necesario enviar como embajador a alguien que en 2020, en el contexto de la educación sexual, sugirió el coito por vía rectal como “práctica de prevención de embarazo en adolescentes”? Más allá de opiniones personales, ¿por qué buscar pleito donde había paz diplomática?
4. En el segundo trimestre de este año, México recibió 2.39 millones de dólares en remesas provenientes de Italia.